Vitoria. En el bullicioso Fontes do Sar le han llegado a apodar Corby Bryant o incluso Corbachov como si fuera un clon de la estrella angelina o la clásica metralleta balcánica capaz de perforar el aro con una mano encima dificultándole la visión. En pista, sin embargo, lo suyo siempre serán los números más que las letras porque es el hombre del 6,75. Una línea que Alberto Corbacho pisa con asiduidad y como Pedro por su casa para erigirse en el francotirador letal del Blusens Monbus, al que esta tarde rinde visita un Caja Laboral envuelto en dudas. Si en el Palaestra de Siena ya fue acribillado el pasado viernes a triples por el Montepaschi, la tropa adiestrada por Tabak vuelve a exponerse al atroz peligro de un despiadado pistolero que genera pavor desde esa distancia dentro de la Liga Endesa.

El exterior mallorquín, de 2,01 metros y 28 años, es un baloncestista atípico. Mientras se desconoce su valía para otras facetas del juego, ha quedado reducido a la etiqueta de compulsivo triplista. Es más, se diría que sólo vive para tirar y que su principal cometido en cada partido reside en romper las defensas rivales desde una lejana línea a la que le ha cogido un cariño fuera de lo normal.

Cualquier entendido en la materia que repase sus estadísticas a lo largo de esta temporada se queda boquiabierto y estupefacto. En los 20 partidos disputados hasta la fecha, ha ejecutado la friolera de 166 triples -es decir, una media de más de ocho por duelo- por apenas 28 canastas dobles. De ellos, ha convertido 66. Por cada solitario tiro de dos, lanza seis veces desde más allá de 6,75 metros con la total libertad por parte de un Moncho Fernández que le ha reservado el específico rol de especialista en una materia que proporciona réditos incontables para el colectivo si se acredita precisión y puntería.

"Es que esto forma parte de mi carácter y no va a cambiar ahora. Es una faceta que domino y que siempre hice. Y ahora estoy en un buen momento", se defiende Corbacho cuando se le cuestiona por esta voracidad. Desde el inicio de la temporada, el alero del Blusens ha sido capaz de firmar, al menos, un triple por comparecencia y ya amenaza con romper algunos registros históricos en poder de leyendas como Mark Simpson, Charlie Bell u Oscar Schmidt.

reggie miller, el espejo El Baskonia deberá estrechar sobremanera la vigilancia sobre un jugador peculiar que es el quinto máximo anotador de la competición con casi 15 puntos y 3,40 triples de promedio. Su porcentaje del 41% es más que aceptable y, por ello, se ha ganado la confianza del club gallego con una reciente renovación hasta el 30 de junio de 2015.

"Muchos equipos no me han dado la oportunidad porque solo me tachaban de tirador. Aunque bueno, si se hace bien, el tirador puede ser el jugador más importante de un equipo. Son cosas que pasan. Ahora tengo la confianza del equipo y de mis compañeros. Sí, me puedo considerar un especialista", admite Corbacho, un desconocido hasta hace escasas fechas que disputa su segundo año dentro de la máxima categoría tras militar desde la campaña 2003-04 en diferentes conjuntos pertenecientes a la EBA y LEB como el Unicaja B, el Ciudad de Huelva, el CAI, el L'Hospitalet o el Leche Río Breogán. Lejos quedan sus días en el Sant Josep Obrer, donde compartió equipo con el ahora madridista Rudy Fernández.

Ajeno a las críticas que pueda suscitar esta forma de desenvolverse, Corbacho tiene claro que no cambiará ni un ápice su esencia como baloncestista. "Creo que funciona más una especialidad que la polivalencia. El jugador que tiene una faceta buena la hace: el que penetra bien, el que rebotea, el que tira… y eso no va a cambiar porque el jugador es así y si tiene esa faceta innata la va a realizar de cualquier manera. Está claro que el baloncesto no ha cambiado y si el mundo cree que un jugador puede hacer de todo, pues bienvenido sea, pero yo creo que el que sepa hacer una cosita bien la va a seguir haciendo muy bien mucho tiempo", se justifica Corbacho.

El balear, cuyo ídolo era el exmítico triplista de los Pacers de la NBA Reggie Miller, dejó su sello en el pulso de infausto recuerdo celebrado en el Buesa Arena al anotar tres bombas de ocho lanzamientos. San Emeterio y Nocioni, a priori sus perros de presa, deberán ser hoy las implacables sombras de un alero que superó hace varios meses a Bulfoni como el jugador del Blusens con más triples anotados a lo largo de la historia. "Pocos jugadores de dos metros meten de tres puntos como si fuera una bandeja. Su techo está en el cielo", ensalza su técnico Moncho Fernández.