Cuando en la final de Munich 1972 Alexander Belov anotó en el último segundo la bandeja que dio el triunfo a la Unión Soviética, la selección de Estados Unidos sufrió la primera afrenta olímpica de su historia. La segunda fue en los Juegos de Seúl 1988 cuando de nuevo el equipo soviético se impuso en las semifinales a la joven selección estadounidense. La última humillación para los inventores del baloncesto tuvo lugar en Atenas 2004. Entonces, la generación dorada de Argentina volvió a apartarles de la lucha por el oro.

Solo en esas tres ocasiones no ha ganado el oro Estados Unidos en 17 ediciones de baloncesto olímpico. Por eso, para Pekín se inventaron aquello del Redemption Team, el equipo de la redención, con la misión de rescatar el oro, quizás para siempre, de las manos de la prepotencia y el exceso de confianza. De su encuentro en la final de 2008 contra España resultó el mejor partido disputado nunca, al menos bajo las reglas FIBA, un espectáculo de altísimo nivel que muchos esperan que se repita en Londres, donde el baloncesto trata de abrirse hueco a marchas forzadas en pleno siglo XXI. Para abrir boca, ambos se miden hoy en Barcelona (22.15 horas, TVE1) en el último amistoso antes de viajar a la capital inglesa.

LOS FAVORITOS AL ORO

Físico contra táctica

Para 2012, Estados Unidos ha confiado la defensa del oro a una selección de marcado acento físico, encabezada por uno de los mejores atletas que competirán en estos Juegos Olímpicos. LeBron James puede correr tanto como muchos, saltar tanto como muchos y levantar tantos kilos como muchos, pero además es capaz de meter una pelota por el aro. El mejor jugador de la pasada temporada en la NBA llega en el punto más alto de su carrera y con hambre de seguir ganando. "Este equipo no tiene puntos débiles", ha proclamado The King con cierta altivez.

Por más que le acompañen dos estrellas como Kobe Bryant y Kevin Durant, claro que el conjunto que dirige Mike Krzyzewski tiene puntos débiles. Otra cosa es que los puedan disimular con su exuberante capacidad atlética. Su juego interior es discutible, por no decir inexistente, y eso convertirá su juego en una sucesión de suspensiones y de situaciones de uno contra uno en la que pueden ser imparables. Quizás esa acumulación de jugadores versátiles, que se mueven por todas las posiciones del ataque, pueda ser un anticipo del baloncesto del futuro, quién sabe. Llegar al aro de Estados Unidos va a estar complicado porque los exteriores apretarán las líneas de pase y meterán brazos y cuerpos en las ayudas, pero LeBron y compañía también van a encontrarse con dificultades para anotar cuando tengan que dar más de tres pases... y si el criterio arbitral no les deja dar más de tres pasos.

Todos los pívots que le faltan a Estados Unidos los tiene España, que expone un baloncesto más académico, más de la vieja escuela, y cargado de matices tácticos. Los dos Gasol, de rango All Star, Ibaka, el rey de los tapones en la NBA, y Reyes, que ha hecho una preparación modélica, conforman una línea que bien alimentada no tiene rival en Londres. En ellos, como en el pasado Mundial, se basarán los esquemas de Sergio Scariolo que, no obstante, necesita a Navarro y Rudy cerca de su mejor versión para que todo encaje. Ambos tienen un calendario de exigencia creciente para ponerse a tono y si suman lo esperado, la final de hace cuatro años puede repetirse.

LOS ASPIRANTES

Reivindicación del talento

"¿Por qué tiene que darse esa final?". Luis Scola lanza ese grito de rebeldía que reivindica a otras selecciones con plantillas más cortas, pero argumentos y talento suficientes para meterse en la lucha. La Argentina del exjugador del Baskonia, que ya complicó las cosas a los estadounidenses el pasado domingo, busca su tercera medalla olímpica con gran parte de esa generación dorada que ha dado gloria al baloncesto albiceleste. Julio Lamas maneja una rotación muy corta, pero suficiente para dar un disgusto a cualquiera a partir de cuartos. Y es que Scola, Ginobili, Prigioni, Nocioni o Delfino siguen oliendo sangre cada vez que saltan a una cancha.

Al lado de Argentina, hay que colocar a Rusia con el mismo objetivo y el mismo manejo de pocos, pero muy buenos, jugadores, a los que lidera Andrei Kirilenko con su juego total. El CSKA Moscú es la base de la selección de David Blatt que puede presentar quintetos altísimos y que para aspirar el podio tiene que evitar las lagunas mentales. Otro tanto cabe decir de Francia, último subcampeón de Europa, pero que se atranca ante los grandes. Mucho poderío físico, pero mala lectura del juego, forman un cóctel que funciona de manera irregular en manos de Tony Parker.

El último aspirante a medalla tiene que ser Brasil, a quien ya le toca dar un paso adelante. Más que nada porque este año están todos y no tienen excusas. Rubén Magnano, oro con Argentina en 2004, ha logrado convencer a Splitter, Huertas, Nené, Varejao, Barbosa, etc, de unir fuerzas para tratar de tocar medalla 48 años después. Con una buena batería de pívots y un tiro exterior apreciable, tiene que ser ahora o nunca.

Lituania, que no falla a su cita con los Juegos, y Australia, en fase de reconstrucción, deben estar en los cuartos de final, pero pueden acusar su falta de contundencia en la zona.

las víctimas

Mucho por hacer

El resto de selecciones parten como víctimas ante bloques mucho más armados y expertos. Incluida Gran Bretaña que, pese a contar con dos NBA como Deng y Freeland, carece de consistencia para aspirar a grandes cotas. De todas formas, la anfitriona, en su segunda presencia olímpica, puede meterse en cuartos de final, quizás a costa de Australia, lo que ya sería un gran éxito. China, por su parte, vive una época de transición a la espera de que surja otro Yao Ming. Dirigido por el estadounidense Bob Donewald, la única selección de Asia en el torneo será incómodo y peleará, pero poco más.

Túnez y Nigeria, los dos debutantes, ocupan el lugar que desde 1992 había sido de Angola como representante de África. Pese a ser el campeón del continente, los magrebíes se presentan como un equipo débil y que sufrirá en un grupo muy duro. Los nigerianos, en cambio, han llegado hasta aquí tras un gran Preolímpico en el que dejaron fuera a Grecia y República Dominicana. De formación estadounidense y estilo desenfadado, los últimos en adquirir el billete olímpico garantizan espectáculo y no descartan dar alguna otra sorpresa.