Vitoria. como si el más allá hubiese logrado alcanzar el cartón 22, Hilario Azkarate (Elorrio, 9-9-1935) se vio abocado a perder su último partido el pasado domingo, el que le enfrentaba a la vida, al ser visitado a sus 76 años de edad por la sombra de la muerte, que decidió llevarse su aura, la de un pelotari que encumbró el nombre de toda Bizkaia con sus seis mágicas txapelas manomanistas en la década de los sesenta. "Su muerte supone una gran pérdida para la mano vizcaina. No hay que olvidar que es el pelotari vizcaino con más txapelas. Era el icono de la mano vizcaina. Cuando Jesús García Ariño me telefoneó para contarme la noticia me quedé helado, porque sabía que estaba algo pachucho, pero no podía imaginar que pudiese suceder lo que ha sucedido", atina a decir, abrazado a la más desagradable de las penas, el también vizcaino Iñaki Gorostiza, el último ganador que ha dado Bizkaia en un Manomanista -se impuso a Roberto García Ariño en 1977- y amigo de Azkarate.
Y es que aquellos años sesenta formaron parte de una época brillante para la mano vizcaina, difícil de repetir y representada entonces con puño de acero y talante honorable por Hilario, quien tras perder la final manomanista de Segunda en 1958 ante Ángel García Ariño en el Deportivo (20-22), logró resarcirse para abrazar seis txapelas casi consecutivas en el mano a mano de Primera entre los años 1960 y 1967. Una gloriosa etapa para la mano vizcaina en la que el pelotari elorriotarra disputó las ocho finales posibles, logrando imponerse en seis de ellas y saliendo derrotado únicamente en dos, contra Jesús García Ariño en 1963 y ante Atano X en 1966.
Un inolvidable recuerdo de finales en blanco y negro, bautizadas por la hegemonía del batallador zaguero de Elorrio, de confianza inexpugnable y sotamano destructor, que vivieron un último capítulo con el ya difunto Azkarate como protagonista en 1968, cuando este volvió a disputar la gran final del Manomanista ante un Atano X que birló entonces al héroe vizcaino su séptima txapela, al derrotarle 22-17 en el frontón de Anoeta.
una huella imborrable Sin embargo, el camino del formidable y admirado zurdo de Elorrio hacia la eternidad estaba hecho, marcado a fuego, desde que iniciara su imborrable andadura protagonizando la primera final del Manomanista de Segunda. Fue en 1958 ante Jesús García Ariño, ganador a la postre de dos Manomanistas de Primera, quien le venció para dar el pistoletazo de salida a sus tres posteriores batallas por el cetro de Primera.
"En los sesenta fue el jefe. Recuerdo bien nuestras finales, él me ganó dos y yo una. Jugábamos siempre a cara de perro, pero después se olvidaba todo. Siempre hemos sido amigos e íbamos juntos a los partidos cuando eran lejos. No hablábamos en el viaje de ida, pero a la vuelta nos contábamos de todo", apunta el propio Jesús García Ariño, sensiblemente afectado aún por la fatal noticia: "Se me ha ido un amigo y ahora lo que toca es seguir mirando al día a día, no hay más". Y es que, a pesar de dirimir tres txapelas en los frontones, el de Atxondo, ganador de dos Manomanistas, admite que su relación era casi "de vecinos", ya que "vivíamos a solo cinco kilómetros y solía ir a visitarle". Un admirable sentido de la amistad entre dos viejos contendientes, que avanzó intacta hasta que el corazón de Azkarate dejó de latir. "A finales de mayo estuvo tres semanas en el hospital y ya pensaba yo que estar tanto tiempo ingresado un tío como él, con la fuerza que siempre había tenido, no podía ser bueno. El pasado sábado, el día anterior a su muerte, estuve en su casa. Fui a verle y le encontré muy flojo. Casi no hablaba. Debieron ingresarle el sábado por la noche o el domingo por la mañana en el hospital y parece que murió allí por causas naturales.", señala Jesús, quien, apesadumbrado, echa la vista atrás para recordar su inquebrantable personalidad.
"Ha sido uno de los hombres más fuertes y con más seguridad en sí mismo de los que he conocido. Recuerdo alguna vez que hablábamos de los jóvenes de ahora, cuando dicen que tienen gastroenteritis y yo le decía: Hilario, ¿cuándo hemos tenido nosotros eso? Y el me decía: ¿Nosotros? ¡Nunca!".
Una fortaleza y manera de afrontar la vida casi indestructible fuera de las canchas, que Azkarate compaginaba con una manera de ser "sincera, agradable y sencilla, con muchas dosis de humor, ", tal y como manifiesta Gorostiza, quien no olvida las conversaciones que ambos solían mantener acerca del estado actual de la pelota a mano vizcaina: "Hablábamos y debatíamos de cómo está ahora la mano en Bizkaia, del futuro y de por qué no salen nuevos pelotaris campeones, a pesar de que algunos destacan mucho en aficionados. Él también seguía como lo hacemos nosotros el estado de la pelota y estaba pendiente de los vizcainos con la esperanza de que llegaran a lo más alto".
un pelotari de leyenda En cuanto a sus características como zaguero, tanto Iñaki Gorostiza como Jesús García Ariño coinciden a la hora de resaltar su tremendo poderío para jugar mano a mano. Unas envidiables cualidades para tumbar adversarios y abrazar txapelas que hicieron del elorriotarra Azkarate el rival más temido durante toda una década.
"Jugaba más de lo que parecía y acabó siendo un gran zaguero en el Manomanista. Tenía todas las cualidades para jugar en el mano a mano y de ahí sacó todos sus logros, gracias a aquellas seis txapelas. Defendía muy bien con el sotamano y siempre jugaba con una marcha más que el resto", afirma Gorostiza, al mismo tiempo que García Ariño confiesa que fue un pelotari que "debutó tarde, pues ya estaba jugando su primera final en Primera antes de haber debutado".
Aun así, a pesar de que su primera txapela en el mano a mano de Primera no llegó hasta que el de Elorrio encaró su vigésimo quinto cumpleaños, Azkarate siempre destacó por ser un pelotari de regularidad casi inexorable, tal y como señala el propio García Ariño, hermano gemelo de Ángel y del menor, Roberto García Ariño IV. "Ha sido uno de los pelotaris más seguros que ha existido en la pelota a mano. Era muy difícil verle ceder dos o tres tantos por errores suyos y cuando así pasaba, recuerdo que decía: Joe, he fallado hoy muchas, no? Generalmente devolvía todo, le dieses donde le dieses allí aparecía él para devolverla".
Algo que el bueno de Hilario, convertido ya en un mito de la mano, conseguía en buena parte gracias a su grandiosa capacidad para golpear de sotamano, cualidad que tampoco olvida Jesús, quien aún recuerda perfectamente, cómo "parecía que jugaba con una pala cada vez que iba de sotamano. Va a ser muy difícil que vuelvan a salir pelotaris vizcainos así en el futuro".
el funeral, esta tarde en elorrio Esta tarde, a partir de las 19.00 horas en la basílica de la Purísica Concepción de Elorrio, la localidad que vio nacer y dar sus primeros pelotazos a Hilario Azkarate, acogerá el funeral de un pelotari cuyo nombre quedará grabado en el recuerdo de todos los amantes a la pelota a mano.