Donostia. Solo es la jornada cuatro, pero el Lagun Aro GBC presentó ayer su firme candidatura al descenso. Ya había dado muestras de sus numerosas debilidades en las dos primeras jornadas. La mejoría ante el Unicaja hizo concebir la esperanza de reconducir el rumbo, pero nada más lejos de la realidad. Al equipo de Sito Alonso le espera una temporada dura, muy dura. Está en puestos de descenso desde la pasada jornada y le costará mucho salir de ahí si no mejora radicalmente y lo hace ya. Lo de ayer en el Palacio de los Deportes de Madrid no tiene nombre. Es imperdonable e inexplicable. El Lagun Aro ganaba por 21 puntos (25-46) en el minuto 25 y se dejó remontar jugando quince minutos repletos de despropósitos que acabaron en derrota por 62-58. No se salvó nadie. Todos los jugadores participaron activamente en una de las peores actuaciones, si no la peor, de la historia de este club. Y ha habido unos cuantos partidos realmente malos en la era Laso a domicilio…
Este equipo tiene tantas carencias que da miedo. Algunas se veían venir desde hacía semanas. Otras son inesperadas, pero reales. Pero todas son realmente preocupantes. La pareja de bases no ofrece ninguna garantía, Baron no hace más que tirar triples y fallarlos, Papamakarios no da una a derechas y el juego interior es endeble y no tiene ninguna referencia, aunque esto último ya lo sabía todo el mundo. Adeleke, por ejemplo, no tiene ni de lejos nivel para la ACB. Y Lorant ha acusado el salto desde la LEB. Y Doblas no acaba de arrancar… Solo Panko y Vidal ofrecen garantías, aunque ayer incluso el americano se borró a la hora de la verdad. Demasiados problemas a solucionar en una liga que no da tiempo a hacerlo, porque las derrotas se van acumulando una tras otra si no das la talla. Pero Sito debe buscar una solución a este desaguisado. Su fama de trabajador es de sobra conocida, pero el caso es que no da con la tecla. La situación ya es realmente preocupante porque el equipo ha perdido con tres rivales directos que tampoco han demostrado gran cosa: Obradoiro, Valladolid y Estudiantes.
la técnica fatídica Ayer, en el minuto 25, el Lagun Aro ganaba por 21 puntos al Estudiantes: 25-46. El equipo guipuzcoano controlaba con muchísima comodidad el choque simplemente con una actuación correcta en defensa y un dominio total en el rebote, porque el ataque tampoco era como para tirar cohetes. Enfrente estaba el peor Estu de los últimos años. El conjunto de Pepu Hernández estaba haciendo las cosas tan mal que el GBC debería ir ganando en el minuto 25 no por 21 puntos, sino por 40. El punto de inflexión del partido llegó curiosamente con una acción que debería haber favorecido al Lagun Aro, una técnica a Jaime Fernández. Pero justo ahí el Estudiantes se creció y el GBC se vino abajo de forma increíble, encadenando errores de todo tipo uno detrás de otro.
Los ataques empezaron a ser un caos y el Estudiantes hizo un parcial de 16-3 en cinco minutos, por lo que al término del tercer cuarto el partido estaba abierto (41-49). El Lagun Aro, de repente, se ofuscó y se dedicó únicamente a tirar triples a la desesperada porque nadie era capaz de poner un mínimo orden, ni el entrenador, ni ningún base, ni ningún veterano, que hay unos cuantos en este equipo aunque ayer no lo pareciera. Y eso cuando conseguían tirar, porque las pérdidas en esos cinco minutos fueron incontables. Faltas en ataque, pasos, malos pases…
12 puntos en 15 minutos El desastre en el último cuarto ya fue total. Lejos de calmarse, volver a defender y elaborar sus ataques, el Lagun Aro se hundió sin que nadie pudiera evitarlo. En los dos primeros minutos del último acto Baron falló tres triples seguidos y el Estudiantes se acercó a dos puntos (47-49). Una cosa es que el escolta quiera recuperar la confianza y otra que empiece a tirar triples sin ton ni son. Lleva 6/33 en las últimas tres jornadas. Que alguien le diga que pare, porque empieza a ser un lastre desperdiciar tantos ataques de esa manera. No solo lo hizo él, porque en total el Lagun Aro tiró 35 triples de los que solo metió ocho. La falta de ideas fue total. La traca llegó con Papamakarios de base. Increíble. Perdió dos balones como si fuera un cadete y el Estudiantes se puso por delante (56-53) a cuatro minutos del final. Lo peor es que el conjunto colegial tampoco demostró tener nada especial.
Lejos de reaccionar, los cinco siguientes ataques fueron: balón perdido por Baron, triple fallado por Salgado, un tiro libre anotado por Lorant, un doble fallo en el triple por parte de Baron y Papamakarios, y unos pasos de Panko. Pero el Estudiantes tampoco anotó en sus respectivos ataques y Vidal -quizás el único que dio la cara-, con otro tiro libre anotado puso el 56-55 a un minuto. Un rebote ofensivo de los locales y el acierto de tiros libres de Luis Flores acabaron por rematar a un GBC que en los últimos quince minutos solo metió doce puntos.
Fue la cuarta derrota en un arranque de curso decepcionante y preocupante. Si las tres primeras derrotas escocieron, la de ayer fue mucho más lejos. Es probable que deje al equipo anímicamente muy, muy tocado. Sito tiene mucho trabajo por delante para hacer que esto empiece a funcionar y, cuanto más tarde en conseguirlo, más pesada será la losa clasificatoria. Hay tiempo para salir del pozo, otra cosa es que esta plantilla tenga argumentos para hacerlo. Ahora mismo, las dudas son más que razonables.