FRANCIA Batum (9), Albicy (8), Traore (16), Pietrus (2), Diaw (5) -cinco inicial-, Seraphin (18), Kahudi (1), De Colo (10) y Tchicamboud.

ESPAÑA Pau Gasol (11), Rudy (15), Navarro (16), Calderón, Marc Gasol (9) -cinco inicial-, Reyes (10), Ricky, San Emeterio (4), Llull (9), Claver (8), Sada (4) e Ibaka (10).

Parciales 22-21, 16-18, 10-29 y 21-28.

Árbitros Sreten Radovic (CRO), Olegs Latisevs (LET) y Miroslav Tomov (BUL). Sin eliminados.

Pabellón Siemens Arena, ante unos 7.000 espectadores.

Vilnius. Hay partidos que pasan a la historia por su intensidad y emoción, pero hay otros que lo hacen por cuestiones que no deberían tener cabida en el mundo del deporte. Lo sucedido ayer en el duelo entre España y Francia, con el primer puesto del grupo en juego, será recordado durante muchos años por lo esperpéntico de una situación que dejó a los presentes con la boca abierta. La escuadra gala salió al parqué a perder. Buscaba la derrota y a fe que la encontró. ¿El motivo? Evitar cruzarse con la anfitriona Lituania, pero no en la siguiente ronda, en la que se medirá a Grecia, sino en una hipotética semifinal. Con tan estrambótico objetivo, el técnico francés dejó sin jugar a Tony Parker y Joakim Noah y alentó al resto de sus pupilos a jugar a medio gas. Al final, la selección española ganó sin problemas (69-96) por la falta de combatividad y competitividad gala, en un partido tedioso y carente de tensión que los galos convirtieron en una auténtica farsa. Así las cosas, España será primera de grupo y jugará los cuartos de final el miércoles con el vencedor del Eslovenia-Finlandia que se juega esta tarde, mientras que Francia jugará el jueves contra Grecia. Fue su propia elección.

La falta de tensión fue la tónica generalizada de un partido casi intrascendente. Nadie sabía realmente qué era mejor: si quedar primero o segundo de grupo, por los cruces de cuartos de final y los posteriores de semifinales y los dos equipos se dejaron llevar. Navarro salió con la mira perfectamente ajustada -4 de 4 en triples- pero las personales no le permitieron estar más que apenas 8 minutos en pista.

ganar sin querer Al descanso (38-39) habían salido todos los jugadores españoles a pista, excepto Víctor Claver, y todos los franceses, excepto el lesionado Gelabale y los reservados Parker y Noah. Las defensas fueron muy permisivas y los ataques carecieron de rigor, haciendo el partido un intercambio de canastas tedioso y sin interés, salvo por alguna acción aislada y particular meritoria. La selección española subió ligeramente la tensión de la defensa y en ochenta segundos consiguió un parcial de 0-7, después de tres robos de balón y otros tantos contragolpes. La diferencia se amplió a un 2-18 de parcial en 4 minutos. Los franceses estaban consiguiendo su objetivo, perder. Y como estaban empeñados en conseguirlo, España acabó con un parcial de 10-29 en el tercer periodo. El partido se convirtió en algo ridículo, en el que los españoles, sin comerlo ni beberlo, se vieron inmersos y asumieron la realidad que estaban contemplando, un partido en el que la FIBA debería tomar cartas en el asunto y multar de forma importante a los franceses. El deporte se lo agradecerá.

Si los tres cuartos anteriores fueron de aquella manera, el último no se salió de la media. Más minutos de la basura a repartir entre los menos habituales. Rudy Fernández, con 15 puntos, y Juan Carlos Navarro, con 16, finalizaron el choque como máximos anotadores del cuadro español, mientras que en Francia fue el pívot Kevin Seraphin, que hasta ayer solo había disputado un total de 48 minutos en todo el torneo, el que se echó el equipo a la espalda con 18 puntos. Por su parte, Fernando San Emeterio gozó de 18 minutos en los que apenas anotó 4 puntos y continuó evidenciando su falta de confianza a la hora de tomar decisiones sobre el parqué que le hagan sentirse importante.