barcelona. Faltan apenas seis minutos para la conclusión del segundo partido de las Finales de la NBA. Lebron James, Dwayne Wade y Chris Bosh se abrazan. Saltan. Celebran. Su equipo, los Heat, lideran por quince puntos y rozan el 2-0. Unos minutos después, salen cabizbajos de su cancha. Transcurridos diez días y cuatro partidos habían perdido el anillo. "Conseguir un anillo es todo para mí". Lebron James en su presentación prometió títulos. En plural. "No uno ni dos ni tres ni cuatro ni cinco...", enumeró con un tono prepotente que explica por sí solo el odio que despierta lejos del sol de Florida. Para James, ganar siempre ha sido algo personal. "Es el objetivo que tengo cuando trabajo, porque mi pensamiento esta siempre en conseguir este anillo. En este momento es lo único que se me escapa y, efectivamente, el ser campeón de la NBA es una obsesión que tengo".
Esta obsesión es lo que le llevó a reunirse con Wade en Miami en un equipo en el que ganar títulos es la única premisa. La estrella de la NBA, que ayer protagonizó en Barcelona un acto promocional, iniciará, cuando se levante el lockout, la que será su novena temporada en la NBA. Será su segunda con los Heat. Sus primeras ocho transcurrieron en Cleveland, que acogió a la estrella de Akron como al hijo pródigo. Ohio vio en Lebron al mesías. En un estado que todavía añora los tiempos de Jim Brown, fenomenal jugador de fútbol americano en la década de los sesenta, la irrupción de James supuso la vuelta a los medios nacionales. Los Cavaliers se situaron bajo los focos de toda la NBA, que abrazó a James como el estandarte de la liga del futuro. En los Cavaliers, James fue siempre un miembro amputado. Un solar rodeado de mediocridad. Se cansó y se fue. Como es él. Con un show espectacular que contribuyó a convertirle en persona non grata en el estado que vio comenzar la leyenda de un jugador de instituto al que ya se le llamaba El Elegido.
La decepción de la derrota ante Dallas trajo de nuevo a un Lebron superado, en la cancha y ante los medios, ante los que acertó a resolver que "el mejor Lebron está por venir". Algo complicado a nivel de números, pero asumible si se trata de tener apariciones más resolutivas. "Es cierto que dije eso, pero solamente el tiempo lo determinará. Estoy preparado para comenzar la próxima temporada y quiero seguir mejorando como jugador y como persona. Estoy convencido que aún no se ha visto lo mejor de mí", declaró ayer. Siempre dispuesto a asumir los retos.
el 'lockout' El alero de los Miami Heat también se refirió al cierre patronal que vive la NBA. A diferencia de otros, no se ve fuera de Estados Unidos, un ecosistema que expone la capacidad mercadotécnica de la marca Lebron James. "Estamos inmersos en él, pero soy realmente optimista y estoy convencido de que la Asociación de Jugadores y la de Propietarios puedan llegar a un acuerdo que permita comenzar la temporada", aseguró. También habló de fútbol. Pasó de puntillas por el Barcelona. "¿El mejor del mundo? Mi favorito es el Liverpool", manifestó el que también es accionista del club red.