Madrid. El Rayo Vallecano entrará hoy oficialmente bajo el amparo de la Ley Concursal, lo cual evita su desaparición inmediata y le permite competir con garantías en la máxima categoría futbolística a pesar de estar entrampados hasta el paladar y en clara ruina, como así lo indica los cuarenta millones de deuda oficial (el doble la real, según fuentes internas) que arrastra desde que la familia Ruiz Mateos dirigía el club del popular barrio madrileño como una más de sus empresas.

Y como una más de sus empresas integradas en Nueva Rumasa se fue a pique, pero como el Rayo compite en un deporte pasional y tan inestable como es el fútbol, a sus jugadores les dio por espabilar más que nadie, obviando que ni aún así percibían el justo salario por su generoso desempeño, y ascender a Primera División por quinta vez en su historia, lo cual arrojó una delgada luz de esperanza con la llegada de mayores ingresos por publicidad, televisión, quinielas y taquillas sobre un club que olía a cadáver porque, de no tener, no tiene ni patrimonio, salvo el de los propios futbolistas, ya que el estadio y la ciudad deportiva son concesiones de la Comunidad de Madrid.

Para que los administradores concursales pudieran dar vía libre a la Ley Concursal, Raúl Martín Presa, dueño de la entidad vallecana desde el pasado mes de mayo, debía tener al club al tanto con la nueva situación de emergencia, es decir, haber renovado los contratos de los jugadores a la baja, y también haber pagado a estos parte de la deuda que arrastran de la campaña anterior. Lo malo es que hasta el pasado viernes no había sucedido ni eso, y los futbolistas se habían plantado, negándose a entrenar.

Según el convenio con la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), todo club que adeude dinero a sus jugadores a día 31 de julio sufrirá un descenso administrativo, pero a los que entran a cobijo de la Ley Concursal no se les considera en este supuesto radical.

Por eso Raúl Martín Presa no tuvo más remedio que abonar el pasado viernes gran parte del débito contraído con la plantilla del Rayo y que no tendría asegurada por el fondo de garantía salarial del convenio Liga-AFE, comprado la deuda no asegurada con los futbolistas.

Tres jugadores se quedaron al margen del acuerdo, tomado sobre débitos anteriores al 30 de junio, Quero, Aganzo y Susaeta. Con los dos primeros el club no cuenta para la próxima temporada. El tercero, sobre el que no hay una decisión tomada, recibió un anticipo a expensas de alcanzar un pacto final.

Martín Presa, de 36 años de edad, agotó hasta el último suspiro para pagar una parte de la deuda contraída con los futbolistas, cuando el pasado 12 de mayo, poco después tomar el control del club, asegurara en la rueda de prensa que la deuda del club con sus jugadores estaría zanjada antes del 30 de junio con el fin de evitar la Ley Concursal.

Fue su primera gran mentira, que a su vez escondía otras sobre su misteriosa irrupción en el ruedo futbolístico al frente de un club inviable, sobre todo si no media una fortuna de jeque, y no parece el caso de este oscuro personaje.

Abonado al Rayo desde hace más de diez años, Raúl Martín Presa es licenciado en Administración y Dirección de Empresas, licenciado en Investigación y Técnicas de Mercado por ICADE y licenciado en Ciencias Actuariales y Financieras por la Universidad Carlos III de Madrid. Forma parte del Consejo de Administración de ocho compañías dedicas a la impresión, la mayoría situadas en la localidad madrileña de Arganda del Rey, y ejerce como director general de la empresa Margi, dedicada a la industria gráfica, y ha patentado ocho inventos relacionados con el sector expositor de la publicidad.

el traspaso Pero carece de fortuna. De hecho, ni tan siquiera llegó a comprar el Rayo, si por eso entendemos dar dinero a cambio del 98 por ciento de las acciones del club madrileño. Martín Presa se limitó a elaborar un plan de viabilidad que la jueza Carmen Valcarce aceptó para levantar los embargos que pesaban sobre la club, siempre y cuando fuera el propietario de las acciones.

Con estas cartas de presentación, la familia Ruiz Mateos dio el visto bueno a la transmisión de poderes, porque permitiría hacer efectivo el cobro de los derechos de televisión, la publicidad estática y otros embargos, aliviando la agónica situación del club. Además, Martín Presa puso 95.000 euros para pagar algunas nóminas a los jugadores y atender a las necesidades más perentorias.

Sin embargo son muchos, comenzando por los propios seguidores del club vallecano, quienes piensan que Martín Presa es tan solo un hombre de paja de José María Ruiz Mateos, que manda en el Rayo desde abril de 1991 cuando el empresario jerezano ligó su apellido al del equipo de la villa de Vallecas tras aportar 85 millones de pesetas (510.000 euros) para que el club saldara las deudas contraídas con Hacienda y la Seguridad Social, más otros 200 millones de pesetas (1,2 millones de euros) para liquidar la deuda a corto plazo de la entidad. Los Ruiz Mateos, sobre todo doña Teresa Rivero, la mujer del jefe del clan, que le tomó gusto a presidir el club y tuvo que dejarlo disgustadísima con los aficionados, recuperarían el control del club pasado un tiempo y económicamente saneado, dentro de lo posible.

El pasado 12 de julio la afición del Rayo Vallecano, movilizada desde la plataforma ADRV, llevó a cabo la manifestación para protestar contra Raúl Martín Presa, a quien acusa poco menos que de mentiroso compulsivo. A la concentración acudieron los jugadores de todas las categorías y equipos del club, el propio personal, amenazado por un Expediente de Regulación de Empleo, como les ha insinuado el propio dirigente y dejó aún más claro el pasado lunes Martín Tebas, letrado del concurso de acreedores, quien aseguró: "Es muy probable que haya reducción de la plantilla y de los trabajadores" si la reducción de los contratos resulta insuficiente porque "hay que ajustarse a los ingresos del club".

Los manifestantes le recordaron que el Rayo ha entrado en Ley Concursal, cuando Presa prometió que eso no iba a ocurrir; seguía sin pagar a los jugadores, algo que hizo, pero solo en parte, el pasado viernes, y obligado por los futuros administradores. Y tampoco paga al personal del club, algunos de ellos con graves problemas económicos.

Además, prevé una subida de precios en los abonos que superan el 100% en la mayoría de los casos, toda una invitación al destierro para la fiel afición vallecana.

Martín Presa jura y perjura que no tiene nada que ver con los Ruiz Mateos, pero sin embargo anuncia que varios directivos del anterior de la anterior administración estarán en su consejo.