Vitoria. Primera txapela manomanista para Iparralde en un duelo épico. Xala se tocaba el corazón al recibir la txapela y los gritos bullían. Campeón desde las entrañas.

¿Cómo celebró la txapela?

La noche y la celebración estuvo muy bien, la verdad. Cenamos en Biarritz unas setenta personas en un sitio al que suelo ir muchas veces. Es un sitio tranquilo y en el que se está muy a gusto.

¿Ya ha digerido la final?

Es un poco pronto para digerirlo. Intentaré aprovechar, por lo menos, estos momentos con los amigos, ir un poco a la discoteca y cambiar el chip de hace un mes. Ahora toca relajar un poco la cabeza.

Jugó la final que se ganó en la cancha y, además, se lleva la txapela.

Yo quería por lo menos jugar, porque si no iba a jugar no iba a tener la oportunidad de ganar. Prefería jugar la final y perderla que estar fuera. Creo que las cosas han ido bien y me ha sonreído la suerte bastante. He sido muy agresivo y para ganar a Aimar tenía que hacer eso, porque si no, no iba a poder.

¿Siente que fue algo increíble?

Yo estaba dentro así que... Lo que yo sé es que hasta el 17-10 Aimar jugaba bien. Después, yo tuve mi racha, mientras que él también había tenido la suya. Y, al final, yo tuve la tacada definitiva de diez tantos. Sabemos todos que es así el mano a mano y que puede haber tacadas de muchos tantos.

Con un final sorprendente...

Eso es. El final fue muy bueno, pero al principio disputamos cinco tantos muy duros y, hasta nueve iguales, hubo partido. Él con su pelota empezó a atacar y rematar, como todos sabemos que hace, y era muy difícil contrarrestar su juego. Aimar pegaba a pared, la pelota cogía velocidad y ahí es difícil quitarle. Además, yo con mi saque no hacía tanto daño, ya que para un zurdo es bastante difícil arrimar a pared. Así que yo tenía que cambiar un poco y lo habíamos preparado. Salió bien.

¿A la perfección?

A la perfección no sé, pero estuve con Jokin entrenando ese saque desde el txoko. Él me dijo que empezara así, pero yo tenía un poco de miedo de empezar demasiado agresivo e igual tenía que haberle hecho caso.

Y se le vio con la necesidad de arriesgar al máximo.

Tenía que arriesgar un poco e ir a buscar el aire. Hasta ese punto jugué un partido más clásico, pero así no le podía desbordar. Dándole altura a la pelota, él también estaba bien. Yo no tengo ese juego clásico, yo tengo que intentar acabar lo más rápido posible, lo más agresivo posible, y lo hice.

¿Qué sintió en aquel momento?

Para mí llegar hasta esa final había sido algo grande y pensaba que igual el cielo me podía ayudar un poco más. Después, al final, las cosas me han salido muy muy bien y había tanta gente que estaba conmigo desde el principio, que querían tanto... Ellos también me habían dado fuerza y yo he dado todo al final del partido. Me salió bien.

¿Qué le comentaban sus allegados?

Me decían que han vivido un momento increíble. Estaban a tope. Ellos también han sufrido muchísimo desde el principio, cuando me dijeron que no podía jugar. Todos estaban ahí conmigo; la gente también y creo que fue una victoria también de ellos, porque sin ellos yo estaría en casa aún.

¿Una final para recordar?

No sé si la gente la va a recordar, pero yo sí. Sé que al final hubo bastante emoción. Con el 17-10, la gente quería partido, veían que Aimar se iba, que estaba bastante difícil, que cogía ventaja y, cuando hice el tanto, la gente empezó a ayudarme con sus ánimos en el frontón. De todos modos, con un tanto puede cambiar todo, yo tuve una volea muy fuerte a la derecha que entró por unos dedos y una volea como esa puede pasar, pero puede tocar la chapa fácilmente. Y fue buena.

¿Sintió el público a su favor más que en otras ocasiones?

Con la remontada noté que la gente estaba conmigo. Noté que cuando se iba, el público quería más partido y creo que por ello me apoyaron, para ver un partido con más emoción.

Primera txapela manomanista para Iparralde, ya dijo Panpi que usted iba a hacerse con el entorchado.

Esta txapela es para Iparralde, sí; pero también para todos los que me han enviado mensajes de apoyo para luchar y seguir. Hay mucha gente de Hegoalde que me ha apoyado y me ha dado mucha fuerza.

Culminó su lucha...

Había jugado dos finales contra Juan, había perdido las dos y esta me ha tocado. Es difícil de llegar a una final y ganarla aún más, por eso yo he luchado desde el principio, porque para llegar a una final del Manomanista tienes que trabajar mucho, tener un año muy bueno, encontrar rivales que te van, que tú estés en forma... Y no me podían quitar eso. Por esto he luchado y, al final, lo he conseguido. Para mí será un gran recuerdo, sobre todo, por lo que ha pasado antes.

¿Qué le depara ahora el futuro?

Tengo que jugar el torneo de San Fermín en el Labrit. Después: recuperar y disfrutar.

¿Tanto le ha cargado todo lo acontecido en la final del Manomanista?

He pasado un mes con mucha tensión, porque cuando me dieron la fecha nueva había gente que decía que tenía que hacer un buen partido o que se esperaba eso. Yo sentía que había gente que pensaba que por montar todo ese follón, tenía que hacer el papel. Yo desde el principio dije que no era así: me había ganado mi derecho a jugar la final y si me quedaba en dos, me quedaba en dos. Había alguna gente que decían que dudaba de mi forma física, que íbamos a ver una final mala... pues finales malas las ha habido y las habrá. Ellos tenían ese argumento y a mí me metió mucha presión. Yo he intentado centrarme y ha sido un mes duro. Ahora me gustaría irme un mes por ahí. Solo quiero descansar de todo esto. He sufrido y he comido pelota durante todo un mes. Pero ahora toca estar tranquilito.