El frontón Bizkaia como telón de fondo. Tambores de guerra en su interior. Olaizola II y Xala confrontan en la elección de material de la final del Manomanista de este domingo. Apenas tres días antes de que amanezca el duelo que marcará el próximo curso de ambos manistas, pintando sus zamarras de colorado y colocando en su pecho el distintivo como campeón de la modalidad más pura de competición: el mano a mano. "El que da y el que quita", como afirma uno de los reyes de la modalidad, leyenda viva, Rubén Beloki. Y en ese contexto, sobrevolando la cabeza de los dos manistas el tic tac del tiempo, el correr del reloj de arena, los rigores de los minutos, horas y días de espera -un total de cinco semanas desde que uno de los finalistas (Aimar Olaizola) disputara la segunda eliminatoria para entrar en la batalla por la txapela-, nace la rabia y la impaciencia. La primera habita en el andamiaje de un Xala, de pulcro azul, en ocasiones calificado como "demasiado frío", pero que ayer concretó que no sentirá presión "por todo lo que me ha pasado; el día de la final veré qué me sale de dentro y espero que la rabia me sirva para ganar el partido". La impaciencia, la ansiedad, por su parte, recorre más el físico de Aimar, que como reza Asier Olaizola, su hermano, "ha sufrido con todo el tema de los aplazamientos".

Habitando el negro del Bizkaia, los dos pelotaris se dedicaron ayer a seleccionar el material correspondiente para la final del Manomanista. El lekuindarra eligió unos cueros de 103,5 y 103 gramos, mientras que su rival los prefirió de 104,1 y 104,8 gramos. En el apartado de material ninguno de los dos pelotaris se salió del camino marcado de antemano y el zurdo de Aspe se decantó por "unas pelotas más vivas que las de Aimar", como él mismo declaró. "El material me ha gustado muchísimo. No hay ninguna pega por esa parte. Yo he cogido unas que salen bastante de frontis y andan mucho por abajo", concretó el delantero de Iparralde, tras el ritual previo a cada partido con los responsables del cuero: Juan Mari Juaristi, seleccionador, Martín Alustiza y Roberto García Ariño. Por su parte, el pelotari de Goizueta, que estuvo flanqueado por su hermano en el emplazamiento bilbaíno, señaló sobre sus pelotas que, "para mí, lo más importante es que me hayan entrado bien en la mano. Una sí que es un poco más baja con respecto a las que llevo utilizando durante todo el torneo". Y es que el recorrido del navarro en el presente Manomanista está salpicado de un cambio de juego notable: más agresivo y, por tanto, con pelotas que no estén demasiado muertas.

Los estados de ánimo "Tengo ganas de que llegue ya el partido porque se me ha hecho toda esta situación demasiado larga", analizó Xala, quien añadió que, "cuando empecé a ejercitarme en Tolosa, ya estaba en mis primeros entrenamientos y el pelotari, como cualquier deportista, en cuanto nos ponemos los tacos ya olvidamos todo lo que ha pasado". No obstante, el manista de Lekuine declaró que "yo quería jugar otra vez de blanco antes de la final, pero no pudo ser, era mucho riesgo. Cuando estás entrenando tres semanas se hace muy largo, porque recuperándome solamente estuve una. Quizás es el mayor tiempo que he estado sin jugar y entrenando".

Faltan tres días. Para que Xala gane su primera txapela en una competición individual o para que Aimar sume su séptimo título en solitario, el noveno de su carrera. "Todas las txapelas son diferentes", desbroza Olaizola II, que añade que, "para mí, el haber llegado a la final ya es una victoria. Hace siete u ocho meses, que todavía estaba cojo, no me imaginaba que iba a estar jugando con los mejores. Así que haber ganado el Parejas y estar en la final del mano a mano redondea todo. ¡Ni siquiera sabía si iba a poder estar en plenas condiciones!". "Espero estar con chispa, yo me encuentro bien", concluyó.