ANTES que nada, para Joseba Beloki (Lazkao, 1973) la vida es una bicicleta. O, dicho de otra manera, no hay una vida de Joseba Beloki sin una bicicleta.
Es así desde que con cuatro años vio aquella maravilla roja, de hierro y ruedas macizas. Estaba colgada del escaparate iluminado de una tómbola de Beasain. Fue un impulso. La vio, la quiso y la consiguió. "No sé si tocó o se compró, pero el caso es que la tuve". La siguiente vez tocó una BH verde. Ésta, comprada. Aita en un taller de Legorreta. Hubo muchas más. Tropecientas. "Resultó que fue mi herramienta de trabajo. Las recuerdo todas". Incluso las que dibujaba en los huecos blancos de los libros de texto de la ikastola. Clásicas bicis simples: dos triángulos, un manillar y las ruedas. Garabatos de un crío.
"Las bicicletas siguen siendo, en esencia, como siempre. Como aquellas", reflexiona Beloki, que ayer presentó Cosmos, un nuevo cuadro de carbono en el que ha trabajado junto a un grupo compacto de colaboradores durante los dos últimos años. El asunto se fraguó en un instante en 2009. Fue tomando un café. Se propuso, se valoró y se decidió allí mismo. Beloki es un tipo impulsivo. Inquieto. Pura acción. "Desde que colgué la bicicleta me he metido en mil charcos. Es lo que me da vida".
El último, de momento, es Cosmos, una bicicleta imaginada, diseñada y creada en Euskadi. "No queríamos comprar unos cuadros, ponerles la pegatina y venderlos", dice Beloki. "Hemos hecho todo nosotros. La ingeniería, la aerodinámica pulida en el túnel del viento de Epsilon... Es un cuadro que se ha hecho poquito a poquito, que es como se hace marca".
Joseba fue un ciclista quisquilloso. "He discutido mil veces con Manolo -Saiz-". Unos días era el sillín. Otros, las ruedas. Algunos, la postura. En ocasiones, el material. "Ahora pienso que todo aquello no era más que el reflejo de mis propias dudas. Si iba un poco mal era siempre por algo de la bici". La primera vez que se montó en una Cosmos, aún un prototipo, la echó para atrás. Quería cambiar la angulación del cuadro, que tiene que ver con los retrocesos del sillín, para hacerla más agresiva. "La cosa era que queríamos una bicicleta mixta. Que guardase algo de geometría de la de competición, más recogida, los ejes más pegados, rápida, y, a la vez, una bicicleta que se adaptase a las necesidades del cicloturismo, que exige un diseño que sublime la comodidad. De eso, un modelo compensado como este, hay pocos en el mercado. Es un inicio", cuenta Beloki, que sostiene que para hacer una bicicleta, como para ganar una carrera, lo importante son los detalles. Habla entonces de la idea matriz, los materiales, las fuerzas, la aerodinámica, las resistencias en las tallas, conceptos que ahora maneja y nunca escuchó. "Yo me dedicaba a correr y a entrenar", afirma.
buenas críticas
En la feria de Taiwan
El gasteiztarra estuvo la semana pasada en Taiwan, en la primera feria internacional donde se ha expuesto el modelo inicial de Cosmos. "Las críticas han sido buenas, también constructivas". En Taiwan es donde ha comprobado el estancamiento de una industria a la que, dice, pone zancadillas la UCI y su normativa restrictiva. "La UCI es un gran censor. Así este deporte no puede despegar". Joseba, recuerda, volaba en la Once en una Giant con slooping, "la última gran revolución". La impulsó Manolo Saiz, "el último gran innovador". "La bicicleta evoluciona, pero siempre en base a lo mismo".
Beloki no es el primer ciclista que apadrina una bicicleta. Merckx, Bugno, Cipollini, Fondriest... "Pero no he querido que se llamase Beloki. Lo hubiese entendido en el caso de Miguel, de Alberto... A nivel mundial se hubiese entendido. ¿Yo? No. Habría sido muy narcisista".
El manillar de la bicicleta.
La aerodinámica del primer modelo de cuadro Cosmos está pulida en el túnel del viento que Epsilon tiene en Miñano
Joseba Beloki posa en Gasteiz con el primer modelo de cuadro Cosmos. Fotos: Paulino Oribe
Un detalle de las vainas y la patilla del cuadro.
La horquilla y la parte frontal.