vitoria. Como un guante de seda. Así se ha adaptado Casey Stoner a su nueva arma de batalla, la Honda, conformando el binomio más temible de la parrilla de MotoGP en cuestión de meses, en una pretemporada, porque Jorge Lorenzo es el campeón, pero el australiano es el rival a batir. Ayer ganó incontestablemente en Qatar, donde ha vencido en cuatro de los cinco años en que se ha celebrado la prueba bajo la noche catarí, dejando en evidencia a su compañero de equipo Dani Pedrosa. ¿Y Giorgio? En las sombras, como durante toda la pretemporada. Vivió la pelea fraternal desde lejos hasta que entró en acción en su siempre ascendente proyección en carrera para arrebatarle al catalán la segunda plaza, aunque siendo lo suficientemente tarde su reacción como para dejar ver que Yamaha empieza la temporada a rebufo de Honda, que instaló a cuatro pilotos entre las cinco primeras posiciones. "Acabar tercero sería espectacular", anticipó Lorenzo antes de ceñirse el mono.

Estará satisfecho con el segundo lugar, "ha sido la mejor carrera de mi vida", dijo a la postre. Cuanto menos, curioso. Si bien, aunque el número 1 lo viste él, es consciente de que arranca con un referente ante sí, un tipo que cada día que suma a su vida tiene más respeto del mundo motociclista.

"Ahora lo entiendo. La Ducati requería más esfuerzo", exclamó reflexivo Stoner cuando montó sobre la marca nipona. Una moto que atrapa como más dócil que la Indomable italiana, la que, por cierto, ensalza ahora más que nunca el título del australiano de 2007 a sus mandos, pues ni Valentino Rossi es capaz de apurar todo su potencial. Ayer fue séptimo tras una ardua confrontación con Spies, quien terminó sexto.

Sin embargo, quien arrancó con arrestos fue el liviano Pedrosa, presto a quebrar la hilera. Pero se encontró con Lorenzo, que quiso frenar las ambiciones de las Honda, que comenzaban a tomar posiciones en cabeza, y asumió el mando de la carrera mediada apenas una vuelta. Aunque resultó efímero, pues la superioridad de la mecánica japonesa ayer resultaba evidente a cada paso por meta. Pedrosa repitió entonces liderato y lo prolongó hasta mediada la prueba. Un tiempo que empleó Stoner, vagón de Dani, para el marcaje, para el análisis, para la evaluación, para la comparación, para el estudio de su compañero de filas. Una radiografía que buscaba infundir temores en el catalán.

Con 11 vueltas por delante de las 22 programadas para ver la bandera ajedrezada, Stoner, bestial, maniobró, se quitó de en medio a Pedrosa y, con pista en el horizonte, sacó a relucir su capacidad de transformación. Por eso, dicen por el paddock, sería quien ganase con motos desconocidas e iguales. Pedrosa pareció anclado a juzgar por el despegue del australiano, una exhalación. Fijó ritmo de crucero y le endosó un tiempo de 2.1 en tres giros, que coincidió cuando Lorenzo dio cuenta de Dani, que adujo "problemas en el brazo".

Así, la prueba quedó lista para sentencia en sus tres primeras posiciones, pues aunque Pedrosa intentó contener la furia del campeón, cedió sin combatir, con la única oposición que le daban las prestaciones de su montura, que le aupaba intermitentemente al segundo lugar. Un duelo bonito, espectacular y merecido para Lorenzo, que se jugó el tipo en las zonas serpenteantes, haciendo gala de su destreza y osadía. Elías vio desparramadas por los suelos sus ilusiones de debut. No tiene la máquina ni la adaptación del sedoso Stoner, que llegó, vio y venció.