Palma de Mallorca. El mejor Athletic que recordaban los números se desvaneció de mala manera ante el fútbol y el pie de Nsue, capaz de tumbar con su arquitectura el triunfal galope de los rojiblancos, tímidos, tibios y destemplados de punta a punta en el Iberostar. Ofreció el Athletic, que no alcanzó la temperatura que le demandó el Mallorca, una versión menor, en las antípodas del equipo huesudo, convencido, jerárquico, confiado y con pegada que le ha atornillado en la quinta plaza y que le situaba a un golpe de riñón de la Champions. Sin fotogenia ni discurso se desplomaron los bilbainos, a los que únicamente les quedó tratar de invocar a la épica, vacíos de juego, para tratar de enlazar en los estertores al Mallorca, que vivió del gol de Webó. Extraviados en la sastrería los patrones que han cosido el esmoquin del Athletic en el último mes de competición y que le han servido para lucir en los salones con lámparas de cristal de bohemia, el equipo bilbaino se deshilachó ante la coreografía de Nsue, punzante como una daga cada vez que asomaba por la trinchera rojiblanca y una picante coctelera en la que mezclaba indistintamente con Chori Castro y Webó, ejecutor de la hoja de servicios del Athletic.

Desconectado el flujo de Orbaiz, la linterna del Athletic para dar luz al juego, y aislado en la acera izquierda Muniain, ingrávido, sin peso, bien rastreado y mejor encimado, a la tropa de Caparrós le puenteó el Mallorca jugando a la contra, cediéndole la pelota y las hectáreas del Iberostar. Padeció el Athletic, que no le alcanzaba con la estadística, falto de cemento, sin encole en defensa y abierto de piernas como apareció desde los tacos de salida, cuando el Chori Castro despachó a la defensa bilbaina tras una filtración de Webó que le dejó solo ante Iraizoz. Ocurrió que al uruguayo se le revolvió el estómago, le visitó el vértigo y pifió un remate de gol o gol con el guardameta rojiblanco vencido. Sin bridas, el duelo era un sedimento de acciones episódicas. Fuera de cobertura, sin voltaje, el Athletic, domesticada la pujanza de Javi Martínez, apenas era el activismo de Toquero, que nunca se rinde. Al punta únicamente le sobró el intervencionismo de Kevin sobre la línea de gol, que repelió de cabeza el testarazo de Gaizka, bien activado por la rosca de David López, que se quedó a una nota de gritar la celebración.

DE LA SONRISA AL DRAMA El escudo de Kevin, su heroica intervención, activó a los mallorquinistas, que sorteada por la frente de su lateral la guillotina, se dieron un festín en el siguiente fotograma, cuando Nsue, afiladísimo, rápido y habilidoso en el alambre, inventó desde la cal un baile que crujió a Koikili, sustituido por Gabilondo en la reanudación. Sin ángulo, Nsue giró la mirada sobre el retrovisor y dejó la pelota para que desenfundara Webó, que ganada la espalda a la línea de contención del Athletic, repleta de dudas a la hora de taponar y precintar el área, aniquiló a Iraizoz a quemarropa.

El Athletic pasó en un espasmo de la comedia al drama, de la sonrisa a la mueca. El gozo era para el Mallorca, que llenó de minas el centro del campo rojiblanco con la efervescencia, el dinamismo, los movimientos y los desmarques que planteaban la buena letra de Nsue, la perspicacia de De Guzmán, el bisturí del Chori Castro y las cabalgadas al espacio de Webó, hambriento, siempre dispuesto a morder a la zaga bilbaina, que no lograba aposentar sus cuartos traseros porque las anclas del Athletic, Orbaiz y Javi Martínez, se hallaban a varios viajes lunares. La calva del Athletic en el eje era una invitación para el aterrizaje de la nave nodriza del Mallorca, que gobernaba sin agobios el centro del campo. Nsue aprovechó la autopista de tres carriles, sin conos ni baches, que era la muchachada de Caparrós por la bisagra para retarse con Iraizoz, que se aplicó y rescató a los suyos cuando caminaban hacia el cadalso. También desbarató Gorka el empale de Pereira, cuyo rechace Webó, distraído, no supo embocar a unas manecillas del final del primer acto.

No hubo épica A toque de corneta, el Athletic, escaso de lujos y con el fondo de armario famélico, se maquilló para la reanudación con algo de purpurina y mayor intensidad para tratar de alcanzar al Mallorca, bien parado en el campo, que partió con varios cuerpos de ventaja. Tuvo mejor cosmética el conjunto rojiblanco, pero no le alcanzaba con el photoshop para corregir las imperfecciones. El Athletic, un especialista en imposibles, trató de abastecer el ataque a empellones, sin trenza. Aún así Llorente, Iraola y, sobre todo, Urko Vera -reemplazo de Toquero, que se quedó a una manopla del empate- trataron de burlar el destino. El delantero de Txurdinaga se aproximó a la gloria con dos buenas terminaciones. Pero en la primera, en la que el novato giró sobre su eje como una peonza, la pelota se le escapó arriba y en la segunda, el remate en plancha se topó con el vuelo y el guante firme de Aouate que selló la portería para el Athletic deshilachado el esmoquin cuatro triunfos después por el colmillo de Nsue.

MALLORCA: Aouate; Cendrós, Nunes, Ramis, Kevin; Nsue, Martí, De Guzmán (Min. 88, Rubén), Pereira (Min. 84, Sergio Tejera), Castro (Min. 65, Joao Victor) y Webó.

ATHLETIC: Iraizoz, Iraola, San José, Ekiza, Koikili (Min. 53, Gabilondo), Orbaiz, Javi Martínez, David López (Min. 63, Susaeta), Muniain, Toquero (Min. 79, Urko Vera) y Llorente.

Goles: 1-0: Min. 11; Webó.

Árbitro: Estrada Fernández, catalán. Permitió el juego duro de los insulares en los compases iniciales del partido. Amonestó a Webó (Min. 34), por un codazo a San José; a Javi Martínez (Min. 42), por una entrada a De Guzmán; a Aouate (Min. 73), por perder tiempo, y a Iraola (Min. 77), por protestar.

Incidencias: Unos 11.600 espectadores en el Iberostar Estadio.