EUSKADI Gorka Iraizoz (Riesgo, min.46); Oier, Ansotegi (Labaka, min.46), Amorebieta (Mikel González, min.46), Sirieix (Koikili, min.46); Karlos Gurpegui (Xabi Alonso, min.60), Aranburu (Javi Martínez, min.46; Xabi Prieto (Ander Susaeta, min.46), Zurutuza (Gaizka Toquero, min.46), Gabilondo (Iker Muniain, min.46); y Joseba Llorente (Agirretxe, min.46).

VENEZUELA Dani Hernández; Romero (Rivero, m.72), Vizcarrondo, Perozo, Fuenmayor (Granados, m.59); Guerra (Febles, m.83), Evelio Hernández (Francisco Flores, m.67), Di Giorgi, Orozco (Jesús Gómez, m.46; Ángel Flores, min.93); Mario Rondón (Chourio, min.59) y Arismendi (Del Valle, min.67).

Goles 0-1, m.31: Vizcarrondo. 1-1, m.55: Gurpegui. 2-1, m.70: Labaka. 3-1, m.86: Muniain.

Árbitro Iturralde González (Colegio Vasco). Mostró tarjetas amarillas a los locales Oier y Koikili, y al visitante Evelio Hernández.

Estadio Casi lleno en San Mamés, donde se vendió todo el billetaje. Unos 38.000 espectadores. Los jugadores locales saltaron al terreno de juego con un pancarta con la que reivindicaban la oficialidad ("Ofizialtasuna") de las selecciones vascas. Realizó el saque de honor Joseba Etxeberria, jugador recién retirado y el que más veces ha vestido la camiseta de la "tricolor" en todas sus categorías .

Bilbao. Ansias. A toneladas. Se trataba de una necesidad casi vital después de dos años de un silencio inexplicable. Euskadi volvió a comparecer en la escena internacional. Una larga espera que rebrotó un sentimiento que perdura contra los elementos. Es una petición de la sociedad vasca. La oficialidad se reivindica a base de dar pasos. Ayer se dio uno más. Queda mucho camino por andar, pero, para ello, este no debe sufrir nuevas paradas. Es un clamor. La fiesta que vivió San Mamés requiere una continuidad. La oficialidad así lo requiere.

La selección euskaldun, además, cumplió con su papel dentro del césped. Firmó su décimo sexta victoria en la era moderna. No podía fallar. Quizá el resultado no guarde trascendencia por elñ déficit competitivo, pero ayer no era la noche propicia para no vencer. Euskadi tuvo la virtud de remontar un resultado adverso, lo que le aporta una plusvalía. Es decir, como si se tratara de un encuentro oficial. 40.000 gargantas se conjuraron para ello. Eus-ka-di¡¡¡ Eus-ka-di¡¡¡ La selección nacional cuenta con suficientes alforjas para conseguir el nuevo estatus tan ansiado. Una reivindicación también se hace con fútbol. Euskadi lo sabe. Una cosa es lo que se cocine en las altas instancias y otra lo que se gestione sobre el césped. A la selección tricolor le tocaba presumir de competitividad, pese al lastre que supone comparecer con una limitada asiduidad y no contar con todas las piezas deseadas. Se conoce de su solvencia. Disponer de tres equipos en la Liga BBVA y lucir de tres campeones del mundo son detalles contundentes que superan con creces la prueba del algodón.

Iribar y Etxarri, el tándem técnico, tiraron de una puesta en escena con una pequeña mayoría de jugadores de la Real, cinco (Ansotegi, Aranburu, Xabi Prieto, Zurutuza y Joseba Llorente); frente a cuatro rojiblancos (Iraizoz, Amorebieta, Gurpegi y Gabilondo); un oasunista, Oier; y Sirieix, del Toulouse. La consigna se mostró a pecho descubierto. Euskadi debía asomarse como Euskadi. Es decir, ofrecer las señas de identidad del fútbol vasco.

Venezuela, pese a su poco pedigrí internacional, no se lo iba a poner sencillo. Se trata de una selección que aún no ha disputado Mundial alguno (a Euskadi no le permiten optar a ello), pero que se ha metido en faena de consumar ese deseo histórico en el menor corto plazo posible. La vinotinto, que también contó con bajas sensibles, cogió el guante reivindicativo de Euskadi. Se armó bajo una coraza táctica, empeñada en dar pocas facilidades. Incluso estrenó el serial de ocasiones en un remate a bocajarro de Arismendi que abortó con inspiración Iraizoz, quien sacó su mejor versión.

Tras este susto, la tricolor activó sus virtudes. Gurpegi y Aranburu conectaron en la medular, y el juego por bandas emergió. O sea, lo propio de la tierra. Xabi Prieto, quizá la gran referencia de la Real, asumió la responsabilidad. De sus botas nacieron las mejores oportunidades de la selección euskaldun, a la que le faltó acierto en el golpeo, como ocurrió en dos remates de cabeza de Gabilondo y Zurutuza, quien después malogró la gran ocasión del primer acto, al golpear defectuosamente un gran centro de Xabi Prieto. Gabilondo intentó emular el gol de bella factura que anotó doce días atrás en el Ciutat de Valencia, pero Dani Hérnandes, meta del Murcia, sacó una mano prodigiosa. Cuando se intuía el premio para Euskadi, llegó el tanto de Vizcarrondo. El central venezolano metió lo justo la bota en una venenosa falta botada por Evelio Hernández para batir a Iraizoz.

acoso y derribo El tanto de Venezuela llegó a lo más hondo de los hombres de Iribar y Etxarri. Euskadi se sintió mancillada. Los seleccionadores activaron un plan nuevo. Revolcaron el once, ya con mayoría de jugadores del Athletic (Koikili, Gurpegi, Javi Martínez, Susaeta, Muniain y Toquero). La dinámica del primer acto ya era positiva, pero en la reanudación está se acrecentó de forma inapelable.

La selección nacional mostró su hambre de triunfo. Esa ambición también se reivindica, como lo hacían sin pausa las 40.000 gargantas de San Mamés. La tricolor, sin más, inició una política de acoso y derribo, la que suele ser habitual en los partidos oficiales. La selección euskaldun, liderada por el poderío de Javi Martínez, la plusvalía de Muniain, entre otras virtudes, se lanzó hacia la remontada. Un auto de fe.

Tras dos buenas ocasiones marradas por Imanol Agirretxe, surgió Gurpegi. El navarro conectó un duro disparo que sorprendió al meta venezolano después de tocar en un compañero suyo. Euskadi entró, entonces, en una inercia reivindicativa. Buen fútbol y pegada, un cóctel sabroso. Labaka hizo el segundo y Muniain puso la guinda. Eus-ka-di!!!Eus-ka-di!!!