La apuesta multicultural
DIVIDIDA en cantones con idiomas diferentes, Suiza no sólo mostró durante años impermeabilidad frente al exterior, sino también entre sus propias regiones interiores. Su fútbol, sin embargo, es totalmente diferente. Suiza tiene cuatro idiomas oficiales -alemán, francés, italiano y romanche-, pero su selección nacional habla muchos más. El pequeño país centroeuropeo cuenta con poco menos de ocho millones de habitantes y una restrictiva política de fronteras, pero su fútbol ha sabido como pocos sacar partido de los hijos de la inmigración. El vestuario de la selección suiza siempre fue una torre de Babel.
Germanófonos como Alex Frei conviven con jugadores francófonos como Ludovic Magnin o de origen italiano como Diego Benaglio. Pero en los últimos años, al rico abanico de apellidos suizos se unieron nombres turcos, balcánicos, albaneses, portugueses o españoles.
Gelson Fernandes llegó a Suiza junto a su madre a los cinco años procedente de Cabo Verde. Su padre había conseguido trabajo en Sitten un año antes y al fin podía reunir a toda la familia. Unos años después, se convirtió en capitán de la selección Sub-21 y hoy, a los 23 años, es indiscutible en el cuadro de Ottmar Hitzfeld. Göhkan Inler nació hace 25 años en la ciudad suiza de Olten, pero sus raíces están en Turquía, como las de Eren Derdiyok, delantero del Bayer Leverkusen alemán, de origen kurdo. "Creo que es importante para Suiza que se busque a esos jugadores y que aquellos que tengan un buen rendimiento sean llamados a la selección. Eso es enormemente importante. Y el equipo nacional, y el país en general, hacen esto muy bien", reconoce Derdiyok.
Un 30% de la población suiza es extranjera o tiene raíces fuera del país. Y la selección suiza es un reflejo claro de eso. El centrocampista Valon Behrami es de origen albano-kosovar, el defensa Philippe Senderos tiene ascendencia serbioespañola y delantero titular, Blaise Nkufo, es de origen congoleño. "Siempre hubo muchos extranjeros en el fútbol", reconoce, incluso, el ex número uno del tenis mundial, Roger Federer. "Yo era el único suizo en mi equipo a mis 12 años. Había muchos españoles, italianos, turcos, yugoslavos... Ni siquiera yo era un suizo total", admite el tenista, cuya madre es sudafricana.
Suiza fue campeona mundial Sub-17 en 2009 con un equipo de apellidos como Seferovic, Ben Khalifa, Xhaka, Rodríguez o Kasami, todos fruto del trabajo en los semilleros de la Federación Suiza de Fútbol, que hace 15 años emprendió un trabajo de promoción juvenil. De todas maneras, la España de Del Bosque no tendrá que vérselas con los nuevos talentos suizos. "Es muy pronto para ellos. Les falta madurez", apunta Benaglio, meta titular. Pero Suiza tiene puestas muchas esperanzas en su joven fútbol multicultural.