Johannesburgo. Dicen los analistas, las apuestas, la historia y hasta el sentido común que Argelia y Eslovenia, en el Grupo C con Estados Unidos e Inglaterra, han aterrizado en Sudáfrica con la etiqueta de perdedores y con el billete de vuelta ya reservado. Pero como no hay en un Mundial quien se conforme con el marchamo de comparsa, y dado que en el fútbol el sentido común no siempre es garantía de nada, ambas selecciones se miden hoy, por primera vez en la historia, en busca de tres puntos que las conviertan en candidatas a desdecir a la lógica. Eslovenia ya sabe lo que es burlar a los pronósticos cuando celebró su clasificación como una gesta irrepetible tras tumbar en la repesca a la Rusia de los petrodólares y colarse por segunda vez en un Mundial.
Llega, pues, el equipo que dirige Matjaz Kek con la moral inflada, convencido de su rol de matagigantes y ratificado en su juego por los resultados en los amistosos, el último una victoria holgada frente Nueva Zelanda (3-1) con dos tantos de Novakovik, su punta de lanza, que tiene en Dedic, el hombre que sumió a toda Rusia en la depresión, a otra pieza veloz y de garantías de cara al marco rival.
Argelia sabe también que sus posibilidades de llegar a los cruces pasan por empezar sumando los tres puntos, aunque su trayectoria en los últimos meses ha sido más errática. Semifinales de la Copa de África a principios de año, recibió un revolcón en toda regla de la mano de Egipto, su eterno rival y la selección a la que apeó de la fase final del Mundial en una repesca muy tensa.