Potchefstroom. Nunca antes la apacible Potchefstroom vio un despliegue tan espectacular de policías: España construyó un improvisado búnker en su lugar de concentración con acceso imposible para todo aquel ajeno a la selección.

Nadie puede ver a los jugadores españoles antes de salir al campo de entrenamiento. Tanto los hinchas como la prensa deben rodear el campo de entrenamiento para acceder por una puerta diferente, casi remota, situada a un lado de una carretera comarcal e imposible de localizar sin un vehículo.

Los jugadores entran por la parte opuesta, muy cerca de sus habitaciones, por un pasillo flanqueado por vallas de hierro y fuerzas de seguridad. Nadie puede tocar a los jugadores. "Tuvimos un recibimiento muy bueno, sabíamos que iba a ser así. Las instalaciones están muy bien, todo está a la perfección. No hemos tenido ningún problema. Es un ambiente fenomenal que nos ayuda a seguir trabajando sin problemas", afirmó ayer el centrocampista David Silva.

Efectivamente, la selección convirtió un austero centro universitario en un búnker inaccesible. Cada día cerca de un centenar de guardias (públicos y voluntarios) se encargan de que no entre ningún periodista sin acreditación. Y luego vigilan que ningún hincha se mueva de la grada habilitada para los aficionados. Los jugadores se marchan a sus habitaciones por el mismo pasillo por el que entraron al campo de entrenamiento y no se les vuelve a ver.

Los policías patrullan por los alrededores del Instituto de Alto Rendimiento durante día y noche. Es imposible siquiera conseguir un autógrafo de los seleccionados, que apenas tienen contacto con nadie que no sea del equipo o la propia Federación. Silva reconoció ayer que el equipo permanece ajeno a los problemas de seguridad que algunas delegaciones están denunciando. "Nosotros no hemos notado nada, estamos muy tranquilos", dijo.

Silencio y paz De hecho, Potchefstroom es una ciudad ya de por sí muy silenciosa, llena de zonas residenciales. El Instituto de Alto Rendimiento está situado en las afueras de la ciudad, flanqueado por espectaculares mansiones con jardines privados y piscina. "Nos agrada la tranquilidad que hay", concluyó Silva. España se alió con la paz espiritual y convirtió su lugar de concentración en algo parecido a un monasterio. El futbolista moderno es así: un amante del silencio.