tolosa. En el centro del Beotibar anclaron ayer un podio muy especial. El cajón que sirvió para encumbrar al nuevo campeón del Cuatro y Medio de Segunda era diferente por sus dimensiones. Era alto, muy alto. Si ya es bastante difícil ganarse el derecho a encaramarse a él, más dificultoso era hacer cumbre en semejante pedestal. Tal vez hubiese sido necesario un escalón tan alto si el campeón de turno fuese un hombre menudo, con la coronilla cercana al suelo. Pero quien subió ayer a recoger su txapela fue Mikel Urrutikoetxea. 1,89 metros de pelotari. De piernas largas. Necesitó sólo una zancada para subirse al podio, como sólo ha necesitado seis meses entre los profesionales para dar cuenta de las medidas de su cabeza, la que parece estar destinada a sujetar muchas txapelas en los próximos años. Y ahí se plantó Mikel, largo y estilizado, con veinte años y una txapela. Ya se ha hecho grande. El de Zaratamo saltó a la cancha con las ideas muy claras de lo que tenía que hacer para superar a Jokin Argote en la gran final. Se acercó a la pared e intentó no jugar al bote como en el envite de semifinales. La fórmula sorprendió al veterano pelotari guipuzcoano y funcionó. Incluso mejor de lo que Urrutikoetxea esperaba. Ante una grada entregada el marcador empezó a contar como en el mambo: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho... Hasta el 0-10. A Mikel le salía todo lo que se proponía y, a pesar de tener el marcador controlado, cuando no acertaba a rematar un tanto como el quería, se llevaba los dedos a las sienes y pedía una ración de cordura para él mismo: "¡Cabeza, cabeza!". A quien le hervía la testa era a Argote. Dos años después de perder la misma final, el guipuzcoano veía la gran oportunidad de hacerse con un título que le ayudaría a consagrarse, a escribir su rengloncito en la eterna enciclopedia de la pelota. Verse en la gran final con un 0-10 en el marcador y sin prácticamente romper a sudar no entraba en sus planes. Su sueño no podía desvanecerse tan rápido.
Pero los campeonatos se ganan en la cancha, con hechos, no con sueños. Y Mikel Urrutikoetxea era quien más duro pegaba, quien sacaba más rendimiento de sus saques, quien sumaba más cartones. Argote intentó meterse en el partido, pero su reacción sólo sirvió para sumar tres tantos. Urrutikoetxea no perdió los nervios y siguió fiel a su estilo. Su saque fue un calvario para el de Getaria. Cuando no hacía tanto directo, le servía para rematar a Argote contra la pared. Con ese segundo golpeo anuló en infinitas ocasiones a su adversario. En la cancha se vio un Mikel irreconocible. Su cara reflejó una rabia y un carácter que se le desconocía hasta la fecha. Cuando se hacía con un tanto peloteado y disputado cerraba los puños con fuerza, como si apretase ya la txapela que le habían prometido como recompensa por la victoria.
En el 6-19 Argote lanzó una pelota arriba. Hasta estrellarse en la lona azul del Beotibar. Jokin se sentó apoyado en la pared, maldiciendo. Había que asumir que no sería campeón. El partido acabó con 10-22. Urrutikoetxea lo celebró sereno, abrazando uno a uno a sus familiares y amigos. Ya era campeón, ya tenía su primera txapela. "Tengo que ir paso a paso, todavía tengo mucho que aprender", explicaba el de Zaratamo.
Duración 50 minutos de partido.
Saques Siete de Urrutikoetexea y dos de Argote. Una falta de Urrutikoetxea.
Pelotazos Se dieron 245 pelotazos a buena.
Tantos en juego Seis de Urrutikoetxea y seis de Argote.
Errores Nueve de Argote y uno de Urrutikoetxea.
Marcador 0-10, 3-10, 3-13, 4-13, 4-18, 6-18, 6-20, 9-20, 9-21, 10-21 y 10-22.
Incidencias Buena entrada en el Beotibar.