DESDE 2002 el Liverpool no sufría un fiasco semejante en la Champions, y aquel fracaso supuso el principio del fin de Gérard Houllier, su entonces técnico. Relegado a la Liga Europa y con la Premier imposible, el porvenir de los reds y de su míster, Rafa Benítez, se tiñe de oscuro pese al triunfo de ayer en el feudo del eterno rival, el Everton, en Goodison Park. Para colmo, la deuda se eleva a 280 millones de euros. El club había presupuestado caer en octavos de final, con 3 millones de ingresos; y sólo compensará esa pérdida de superar ahora las tres rondas de la antigua UEFA. A ello se une su déficit en imagen, lo que retraerá a posibles inversores. Y si para colmo no logra una plaza en la Champions para el próximo curso, los Torres, Gerrard y Mascherano harán las maletas. Junto al técnico.

Benítez aterrizó en 2004 en Anfield junto a un grupo de trabajo (Herrera, Otxotorena y Aiestaran) que se fue deshaciendo; se peleó con el anterior director general de la entidad, Rick Parry, y con una leyenda como Steve Heighway, encargado de la cantera durante dos décadas y que hizo crecer a los Fowler, Owen, Carragher o McManaman, entre otros. Rafa pobló Melwood de talentos de todo el mundo pero sin conseguir los frutos del Arsenal, mientras que United y Chelsea, gracias a su potente economía, siempre han sido inalcanzables. Y es que desde 1990 el Liverpool ha cedido su hegemonía en la Premier, una vez retirado del banquillo Kenny Dalglish. Graham Souness, Roy Evans y hasta Houllier no lograron recuperar su estrellato; y únicamente Europa ha salvado los muebles de Benítez en las campañas precedentes, con el insólito entorchado de la temporada 2004-2005.

Con todo, su política de contrataciones ha sido muy cuestionada, ya que pese a los aciertos con Torres, Reina y Xabi Alonso, hay una extensa nómina de errores con los Fowler y Robbie Keane. Tanto los dueños estadounidenses del club (George Gillet y Tom Hicks), como ex jugadores y periodistas le recuerdan sin cesar los 46 fichajes llegados en su mandato, que costaron 327 millones, y que no fueron atenuados con los 48 futbolistas que se marcharon dejando una caja de 198 millones. Que el tolosarra huyera al Madrid ha provocado además que el equipo carezca de personalidad. Aquilani no ha respondido a las expectativas y el joven Leiva acusa el exceso de responsabilidad.

A Benítez se le acusa de no conectar con el vestuario ni interesarse por los problemas personales de sus jugadores, obsesionado solamente con sus prestaciones. A ello se une su talante excesivamente defensivo, mientras en ataque El Niño resuelve la mayoría de papeletas. Tan evidente es esto que el técnico madrileño ha advertido de que se irá en el mismo momento en que sus dirigentes traspasen al ex colchonero. El delantero es el fichaje más caro en la centenaria historia del Pool (36 millones de euros) y con su venta se podrían ingresar alrededor de 110 millones. Quizás la manera de acortar distancias con los grandes.

"BENÍTEZ MANIPULA A LA AFICIÓN" El entrenador salió de Mestalla a la búsqueda de un conjunto que le diese libertad en la parcela deportiva y encontró esa labor metódica que tanto le gusta, entrega y toda la mística que se respira en The Kop. Pero su forma de ejercer de mánager le ha conducido a chocar con los colegas de profesión, seleccionadores, rectores y detractores. Entre ellos Jamie Redknapp, vieja gloria del Liverpool (más de 300 encuentros como red entre 1991 y 2002), hijo del míster del Tottenham, Harry Redknapp, y primo de Frank Lampard: "Realmente los aficionados le apoyan, pero él los manipula, hace con ellos lo que le conviene. Debe reconocer que la zona no funciona y volver a la defensa al hombre. Pero él sigue buscando excusas".

El infortunio le persiguió en la pelota de playa que originó la derrota ante el Sunderland, en los goles del Lyon en tiempo de descuento, la plaga de lesiones y con los refuerzos descafeinados de Johnson y Kyrgiakos. Pese a todo, Benítez, con contrato hasta 2014, traslada un mensaje optimista: "Mejoraremos, ganaremos partidos y todo cambiará". Ayer sí. ¿Pero mañana?