Por supuesto, el cumpleaños les pilla a sus componentes trabajando. Paraíso estrena hoy Kutxartean (hay sesiones a las 12.30 horas en euskera y a las 18.00 en castellano) y el grupo va a aprovechar la ocasión para instalar en el Principal una exposición en la que lanzar una pequeña pero significativa mirada a los 45 años que cumple la compañía de Abetxuko. Bueno, en realidad son alguno más, pero fue en 1978 cuando se tomó la decisión de emprender el camino profesional, de hacer del teatro un trabajo.
“Hay que pensar que la decisión la tomamos en un momento social muy concreto, en la Transición, y siendo muy jóvenes”, recuerdan Pilar López, Tomás Fernández Alonso y Rosa A. García. Lo cierto es que lo que empezó en el colegio Inmaculada Concepción, aquel Eterno Paraíso, hoy es una formación de referencia, Premio Nacional de las Artes Escénicas para la Infancia y la Juventud. Eso sí, todo ello sin mover su sede de Abetxuko. “Nos ha marcado mucho. Siempre hemos mantenido un compromiso con la sociedad, con la infancia y con la profesión”, una actitud que ha venido definida por su procedencia.
En aquellos inicios profesionales faltaban espacios donde formarse –solo había escuelas de teatro en Madrid y Barcelona–, pero aún así se fueron dando pasos. “Fue muy importante que en Vitoria cayese la gente que hizo la cooperativa Denok. Fue el referente. Éramos jovencísimos y aquello era la visualización de que podíamos hacer de esto la profesión. Era gente que se dedicaba al teatro y veías que era diferente al resto. En un momento en el que todo era un despertar, aquello era una seducción”, recuerda Fernández Alonso. Claro que había quien, como los padres de García, insistían en que su hija se sacase la carrera de Magisterio “antes de tomar ninguna decisión”, sonríe la actriz.
Con todo, en esos primeros momentos de profesionalización, la compañía consiguió cierta estabilidad con el Taller de Expresión Infantil de Abetxuko, una propuesta de carácter social y cultural, que se hacía desde los centros escolares del barrio y desde el asistente social. Fueron los inicios de un proyecto que hoy puede presumir de reconocimientos, de haber llevado sus propuestas escénicas por diferentes países y continentes, y de ser la primera experiencia teatral de miles y miles de personas.
El público hoy
En estos 45 años la compañía y el teatro han cambiado. También los espectadores. Hoy es el día en el que cada vez más estudios alertan, por ejemplo, de las consecuencias que está teniendo en las nuevas generaciones el uso de los dispositivos móviles. “Hay una cosa que es necesaria para construir el pensamiento que pasa por tocar y manipular. En la pantalla puedo ver un chocolate que está cayendo pero no es igual que tocar la materia. Todo eso ordena nuestro cerebro como especie”, recuerda López.
“Por eso creo que somos todavía más importantes hoy. En las escuelas infantiles están diciendo que incluso niños y niñas de 1 o 2 años cuesta que presten atención cuando se les relatan cuentos”, advierte García. “Obviamente lo digital está ahí y tiene muchas virtudes. Pero tenemos que reivindicar lo analógico. Tienen que convivir. Si no, estamos perdidos. Lo analógico es una palanca para la imaginación. Si no tocas, no sientes, no tienes relación física con algo, es muy difícil desarrollar una capacidad afectiva”, defiende Fernández Alonso.
Además, no hay que perder de vista la pandemia y las restricciones especiales que niños y niñas sufrieron durante este tiempo. Tras la situación sanitaria excepcional, “hemos visto que hemos retrocedido como especie porque nos falta esa parte de contacto directo. Estamos en un momento en el que hay que imaginar soluciones complejas porque el mundo lo es. Las nuevas generaciones no se pueden conformar con ser un sujeto pasivo que solamente mira a las pantallas. Tenemos que trabajar para que elaboren respuestas a los problemas, para que tengan un compromiso con el mundo en el que viven”, remarca Pilar López, y, en este sentido, desde Paraíso se pide “redescubrir todo lo que ofrecen las artes en vivo”.
¿Hay relevo?
Ahora que se cumplen 45 años también toca mirar al futuro, al de la propia compañía y al de la escena alavesa. “Hay artistas tanto en el teatro como en la danza con un nivel alto en la ciudad y en el territorio. Solo que las formas de trabajo son menos comunitarias que cuando nosotros empezamos; es decir, se tiende más a priorizar una carrera profesional individual”.
En cuanto al grupo, los tres tienen claro que “vinculados a esto vamos a estar. Pero también tenemos que dejar paso a otra gente. El mejor servicio que podemos hacer en un momento dado es apartarnos”. En esta línea, “vamos a intentar que la estructura, parte del conocimiento y de la experiencia que hemos adquirido no se pierda, que haya un periodo en el que podamos tener un momento de tutela pero que haya gente que continúe la actividad y que quizá empiece un nuevo camino, descubriendo otros horizontes que tal vez no estén relacionados con el teatro familiar”.
Eso es algo que el tiempo dirá, aunque “es verdad que en el sentir de las nuevas hornadas de artistas se percibe que no está el llevar a cabo proyectos de este tipo. En Paraíso confluyeron personalidades diferentes pero una poética común que se ha desarrollado a lo largo de los años. Para eso se necesita comunión entre diferentes, aceptación, debate, análisis y pacto para seguir adelante. Pero en el sector nos hemos vuelto muy individualistas. Hay mucho personalismo”, más allá de que, como dice Fernández Alonso, “la consideración social del artista se ha perdido. Nos hemos diluido en un magma que es el ocio”.
“Cuando nosotros empezamos –añade García–, pusimos todo pero sabiendo que las cosas iban a ir poco a poco. La gente hoy quiere que todo vaya y pase muy deprisa”. Aún así, el objetivo pasa por no rendirse, por seguir remarcando que las artes escénicas y estructuras como Paraíso son “patrimonio”. “La cultura y la educación son las que nos han sacado de la caverna”. En esa puesta en valor, quienes durante todo este tiempo han dado forma al proyecto quieren también tener tiempo ahora, cuando el relevo llegue, para, por ejemplo, responder a la petición que se les ha hecho desde el ámbito universitario para dejar una memoria escrita de lo vivido y hecho. “Será un momento para aportar y colaborar con otra gente. Siempre hemos tenido esa vocación. Por eso en esta casa de Abetxuko hemos acogido a mucha gente en residencia”.
Un proyecto de ciudad
Esa línea de trabajo con terceros se ejemplifica también en otras propuestas como los proyectos europeos en los que la compañía está implicada desde hace años o en programas como el que durante casi tres decenios se viene realizando en el Beñat Etxepare. “Por eso hemos transmitido a las instituciones con las que solemos trabajar que estamos en la senda del relevo y que queremos buscar que todas esas iniciativas que se han generado con el paso del tiempo se mantengan. Son proyectos que nosotros hemos modelado pero que ha sido la sociedad la que los ha conquistado. Eso no debe volver a atrás, tiene que ir hacia delante”.
Esa idea de que el caminar del grupo es y debe ser compartido con Gasteiz y Álava siempre ha estado presente para Paraíso. “Nosotros hemos hecho un trabajo importante y nos hemos dejado la piel pero es cierto que cuando hemos hecho un espectáculo, hemos estado en residencia en un teatro de la ciudad y eso ha permitido desarrollar las producciones con un determinado nivel de calidad. Eso es algo para celebrar pero también a reivindicar para que se haga más”, dice López. Espacios escénicos “sin casi uso” hay para ello, recuerda Fernández Alonso.
La unión de Paraíso con su contexto se va a visualizar también hoy en la conmemoración de este 45 aniversario. Por eso la compañía quiere que su particular fiesta de cumpleaños se produzca con el grupo trabajando y junto al público. “Brindaremos para que el teatro tenga una larga vida”, sonríen, sin perder de vista que “la celebración nos llega abriendo nuevos contactos europeos y con la ciudadanía, y en un momento de pensar en el futuro de manera activa”.
Además, a través de los fondos Next Generation, el grupo ha empezado un proceso para digitalizar mucha parte de la documentación que tiene. Está, asimismo, en contacto con la Fundación Sancho el Sabio para que pueda ser depositaria de toda una parte de su legado que no está digitalizada, materiales que también corresponden a otros artistas con los que se ha colaborado a lo largo del tiempo. “¡Es que tenemos hasta composiciones de Carmelo Bernaola!”.
El ritmo de trabajo no para. Eso es evidente. Ni para ellos tres ni para el resto de personas que, también en áreas de administración y gestión, trabaja en el grupo. Todas ellas –y no son pocos los puestos laborales generados– tendrán a buen seguro su momento de estos 45 años. Sirvan los de García, López y Fernández Alonso como una muestra de todos ellos.
Así, Rosa A. García se queda con “el contacto con la pequeña infancia. Me ha dado tanto poder actuar para ellos. Ese abrazo al final del espectáculo, esas miradas…”. Pilar López no quiere dejar de acordarse del proyecto de Kunarte. “No pudimos llegar a dejar en la ciudad un centro estable de innovación artística dirigido a la ciudadanía más pequeña. Pero la experiencia que vivimos mientras pudimos desarrollar el proyecto es de un valor enorme y me siento emocionada y agradecida de haber podido formar parte de ello”. Tomás Fernández Alonso subraya “la oportunidad que hemos tenido de conocer a gente que nos ha aportado mucho. Félix Petite, Charlotte Fallon, Miguel Garrido... artistas que han dejado su huella. Hemos tenido auténticos maestros”.