Del Espacio Palermo de Montevideo (Uruguay) al Festival Internacional de Teatro de Gasteiz. María Mendive, Gabriela Iribarren y Marisa Bentancur suben hoy al escenario del Principal para compartir con el público del certamen la obra Ana contra la muerte, una creación de Gabriel Calderón, un “grito metafórico” en el que se cuentan las cosas con “elegancia, belleza, amor y simplicidad”, aunque se traten cuestiones difíciles y compartidas, aunque se hable “de la guerra que se libra en el cuerpo de una mujer”.

Como es habitual, la cita con el respetable será a partir de las 19.30 horas. En este caso, además, tras la representación se realizará un encuentro con las intérpretes uruguayas para compartir tanto claves del montaje como secretos del proceso llevado a cabo para conformar una pieza que se estrenó en 2019. “Las tres llevábamos diez años pidiéndole a Calderón que escribiera algo para nosotras y al final lo hizo”, dicen con una sonrisa las actrices.

Las actrices María Mendive, Gabriela Iribarren y Marisa Bentancur, en el Principal. Foto: Pilar Barco Pilar Barco

El argumento toma como base un hecho real aparecido en los medios de comunicación. Una mujer había sido detenida acusada de ser una mula para el narcotráfico, algo en lo que había terminado para poder pagar el coste del tratamiento sanitario al que se tenía que someter su hijo enfermo. A partir de ahí, la obra mira a “cómo trata el sistema a esa mujer pobre” y lo hace desde “una comunicación visceral y profunda”.

Crítica social Desde estas bases, “vemos cómo se licúa a una persona”. La intención es “desnudar a un sistema muy cruel con alguien que es mujer y pobre”, sin que ello signifique justificar el narcotráfico ni nada parecido. Pero sí “hablamos del valor de la vida humana y de la fragilidad de la mujer”.

Una situación que puede estar geográficamente situada en un lugar dentro de esta acción pero que, en realidad, habla de injusticias y miserias que no conocen fronteras. “Hablamos de una guerra que se libra en el cuerpo de Ana” pero que no deja de ser universal ya que la injusticia del sistema que oprime no se produce solo en un punto del mapa o en un momento del calendario. No es una excepción.

Al final, “la obra habla de nosotros, de lo que hacemos, de cómo nos comportamos, de cómo somos”, de la “miseria y la injusticia” compartiendo con los espectadores una reflexión y una crítica social. Todo ello en el marco de un “gran negocio internacional” como es el narcotráfico, que tampoco conoce de fronteras. Ni mucho menos. También estas cuestiones se tratarán en el encuentro posterior con las actrices, cita para la que todavía queda algún hueco disponible.