Luis Cruz (Topo), Johan Cheka (Cráneo), Nacho de Lucas (Asfalto), Arturo García (Asfalto), Carlos Guardado (Burning) y Juanjo Melero (Sangre Azul) son Rock con Ñ (también conocidos como La Ñ), una aventura en teoría puntual nacida a raíz de la pandemia. Sin embargo, la excelente respuesta del público ha hecho que el proyecto se desarrolle y consolide. Este viernes acude a la sala Urban Rock Concept.
¿Cómo nace la aventura?
–La Ñ nace del aburrimiento (risas). En abril de 2020, cuando estábamos confinados, Juanjo Melero y yo estuvimos hablando sobre la posibilidad de hacer un concierto especial para reactivar la escena. Claro, esto cuando pensábamos que la cosa no iba a durar mucho más de tres o cuatro semanas. Llamamos a compañeros y amigos como Carlos Guardado, Nacho de Lucas y Arturo García, y nos liamos. La idea era hacer un concierto. Cogimos una sala para hacer la actuación en octubre de 2020. Imposible. Luego en enero de 2021. Tampoco. Al final lo pudimos hacer en junio de ese año pero cambiando un montón de veces de ubicación. Al final fue en el Teatro Fígaro, pero todavía con restricciones. Con todo, el sitio se llenó. Allí estaba Pablo Rodríguez, de La Agencia Music, y nos dijo que el show era un pepinazo y que no podíamos dejarlo en una única actuación, que teníamos que hacer una banda. Ahí nació todo esto. Imagina, iba a ser solo un concierto y ya llevamos 40 y muchos en dos años.
¿Es un proyecto a medio o largo plazo? ¿Incluso con opción de ir al estudio?
–El proyecto va a ser largo por lo bien que ha nacido y por la buena acogida que ha tenido desde el principio. Si creas un proyecto que es muy bonito y lo que quieras, pero no curras, todo se cae. Todos vivimos de esto, claro. Pero si ves que, como nos está pasando a nosotros, te salen tantos conciertos y la gente acude, y se lo pasa tan bien, entonces la apuesta está clara. Habrá bandas de pop que hacen 50 bolos en una temporada, pero en el rock en España hacer esos conciertos en dos años, no es nada fácil. La gente es la que nos está dando su apoyo y eso es fundamental. Nosotros lo que garantizamos es que desde la primera hasta la última, la gente no va a parar de cantar y se va a ir a casa afónica. Lo del estudio... sí que queremos hacer una canción entre todos, pero, al final, el proyecto no es eso. Es un proyecto de revisión, que revisa un estilo, una época, partiendo de los grupos de los que hemos formado parte pero también haciendo temas de Barón Rojo, Barricada... Además, nos estamos encontrando con gente joven que se está enganchando. De hecho, en el País Vasco, cuando tocamos, siempre hay mucha gente joven.
Todo ello a pesar de que lo que se ha venido a denominar rock urbano o rock en castellano parece que siempre ha sido minusvalorado.
–Sí. Bien tratados no hemos estado nunca. El otro día hicimos Juanjo y yo una entrevista para un documental que se está realizando en Madrid sobre la sala Canciller, que era el templo del rock aquí. Y nos preguntaban que qué ha hecho mal el rock en España para tener tan mala prensa. Creo que hay culpa de todos. Hay culpa de las instituciones y de los medios, pero también mucha culpa de los propios músicos.
¿En qué sentido?
–En los 80 las relaciones eran horrorosas. Vivíamos situaciones kafkianas. Y no solo entre los músicos. También, por ejemplo, entre la prensa especializada. Me acuerdo, por ejemplo, de la bronca que tenían entre Mariano García y El Pirata, que era muy parecida a la de García y De la Morena. Son muchas cosas. También ha habido músicos que no han respetado lo que hacían ni a sí mismos. Todo valía. Ibas a ver un concierto de los guiris y eran impresionantes los montajes que traían y el esfuerzo económico que hacían en sus giras. Eso no pasaba entre los grupos de aquí. A finales de los 70, que veníamos de lo que veníamos, podía valer con salir al escenario, enchufar el micro y soltar cuatro cosas. Pero no después. El no hacer ese algo más, posiblemente nos penalizó como escena.
En el repertorio de Rock con Ñ cualquiera se va a encontrar con temas de los que, como mínimo, se sabe el estribillo.
–Sí. Como dice Kacho Casal, nuestro batería, el show son todo goles (risas). Son clásicos, los clásicos que a nosotros nos gustan, rescatando también algunas canciones como Social Peligrosidad de Cucharada, que es un temazo espectacular. Nosotros lo que queremos es que la gente se emocione. Y se emociona con lo que se sabe. A mí, además, me gusta mucho interactuar con el público. No dejo que se relaje nada. Así que los que vienen, se van a casa medio muertos (risas).
¿Cómo se lleva montar una nueva banda y salir de gira en la furgoneta con gente que ya está curtida en mil batallas?
–Cuando Carlos, Juanjo y yo empezamos a dar forma a esto, una de las cosas que dijimos fue: necesitamos un grupo que tenga una buena furgoneta. Efectivamente en la furgoneta te pasas muchas horas y como no haya buen ambiente, malo. Nos hemos juntado seis, más Kacho Casal y Eduardo Pinilla que ya están metidos del todo en la dinámica, que tenemos buena furgoneta. Nos reímos de lo mismo. Hombre, siempre puede haber algún momento así... pues cuando quedas en el hall del hotel a una hora y uno no aparece porque todavía se está duchando. Ya sabes (risas). Pero ya te digo que tenemos buena furgoneta y eso es importantísimo.