En el campo del cortometraje, María Elorza viene construyendo desde hace un decenio una trayectoria cinematográfica más que destacada y valorada. En la última edición del Zinemaldia estrenó su primer largometraje, el documental A los libros y a las mujeres canto, con el que desde entonces ha realizado un premiado recorrido por festivales cercanos, como la Semana de Cine Documental Vasco de Vitoria, y lejanos, como el Festival Internacional de Cine de Rotterdam y el Festival Cinematográfico Internacional del Uruguay. Pero llega el momento de que la cinta –que está protagonizada por cuatro mujeres que se han pasado la vida leyendo y estudiando libros– llegue a las salas. En el caso de su ciudad natal, Elorza estará este sábado a las 19.30 horas acompañando el pase del filme en los Gorbeia, algo que repetirá el domingo a la 20.00 horas en los Florida. En ambos casos, junto a ella estará Tonina (Antonia Deias), su madre y una de las protagonistas del filme, además de profesora jubilada de la Facultad de Letras de Gasteiz.

Viene de estrenar ‘Al borde del agua’, corto firmado junto a Iñigo Salaberria. Las noticias se agolpan.

–A veces pasa que todo llega a buen puerto a la vez (risas). Una película es un proceso muy largo y a veces se dan estas casualidades.

‘A los libros y a las mujeres canto’ es su primer largo y un proyecto además muy personal, pero, aunque no lo parezca, ya han pasado casi seis meses desde el estreno en el Zinemaldia y más tiempo desde la finalización de su trabajo. ¿Siente ya un poco lejana la película?

–Como dices es una película muy personal, todo lo que sale en ella sigue siendo parte de mí y de mi vida. Es cierto que en los coloquios que hago ahora me toca hablar de cosas que pasaron igual hace cuatro o cinco años. Pero la sigo sintiendo muy viva y presente.

ALosLibros_Trailer_VOS-ES from txintxua on Vimeo.

Llega el filme a las salas en torno al Día del Libro y es evidente que la literatura tiene su peso en una película que, eso sí, va más allá, habla de la vida, de la cultura...

–Sí, sí, por supuesto. Los libros son una excusa para hablar de varias cosas, también de la imaginación, que es el impulso de todas las expresiones artísticas, y del cine. Mi esfuerzo era trasladar la experiencia literaria de las cuatro protagonistas en lo que ha podido ser mi experiencia cinematográfica. He tratado de crear un diálogo entre literatura y cine.

La directora vitoriana María Elorza, autora de ‘A los libros y a las mujeres canto’. | FOTO: IKER AZURMENDI 2 Carlos González

Es un filme que ha hecho un camino muy interesante por festivales. Pero tal y como están las salas comerciales hoy, a nadie se le escapa que propuestas de este tipo tienen sus dificultades para llegar al público.

–Es verdad que la situación está complicada, no solo para una película como la mía, sino también para filmes que hablan de temas aparentemente más fáciles. Por otro lado, mi deseo cuando hacía el largo, y parte del esfuerzo estuvo dedicado a ello, era hacer una película que estuviera al alcance de todo el mundo, no un filme para unos pocos o para gente solo interesada en la literatura o solo en temas culturales elevados. Es una película que he procurado que sea interesante, divertida y conmovedora para cualquier espectador. En eso tiene mucho que ver el uso del humor.

Hay buenas dosis de ello, sin duda.

–Sí, sí. Es que me parecía importante conectar con los espectadores y el humor es siempre una herramienta interesante para eso. Cómo llegar al espectador es una de las grandes cuestiones del cine ahora. Y no tiene respuesta, mucho menos en mí con una película humilde como esta.

Quien crea, se desnuda. Pero es que en este caso, Elorza implica en ese proceso a personas anónimas muy cercanas a usted, como su madre. Le preguntaron mucho: ‘¿pero qué vas a hacer con nosotras?’.

–(Risas) Cuando trabajas con gente cercana, no invadir demasiado su intimidad es una de las grandes preocupaciones. No puede ser que, por cariño hacia ti, las personas que participan den más de lo que después van a querer ver en la pantalla. Procuré todo el tiempo que ellas viesen la película antes de terminarla por su complicidad. Por otra parte, aunque en la película se habla de temas íntimos, no se tratan cuestiones morbosas. Con todo, siempre me pongo muy nerviosa, también porque sale mi voz en off y mi familia. Cuando me quedo en las salas a ver la película siento una mezcla de emoción y de cierta vergüenza.

Lleva ya años viviendo en Donostia, pero ¿Tonina sigue en Vitoria?

–No, no, pero ha estado trabajando en Vitoria hasta febrero, que es cuando se ha jubilado.

Tanto ella como otras protagonistas han desarrollado durante años su labor en la Facultad de Letras.

–De hecho, una de las cosas que más ilusión me hace de presentar la película en Vitoria es el hecho de que ella, Loreto Casado y Waltraud Kirste han dado clases allí. Presentar la película en Gasteiz es también un homenaje a la Facultad, que es algo que me parece muy importante, porque tal y como están las cosas, hay que defender las facultades de Letras. Y reivindicarlas.

El filme está haciendo su camino también en festivales de países de diferentes continentes. ¿Cómo lo están recibiendo?

–A las proyecciones en Latinoamérica no he podido acudir y la verdad es que me he quedado con la curiosidad de saber cómo la ha percibido el público. En Europa pude estar en Rotterdam y en Nantes, y en ambos sitios tuve una muy grata experiencia. Rotterdam quizá era lo que más dudas me generaba porque Holanda es un país muy diferente al nuestro y no sabía si se iba a comprender el humor y el tema de la película porque hay alusiones a temas culturales e históricos específicos de aquí. Pero el público se rió desde el primer plano. Eso me hizo sentir un gran alivio. Además, hubo muchas preguntas en el coloquio y me dio la sensación de que todo se había entendido muy bien. Y en Nantes, todo fue muy bien. La gente conectó muy rápido, también porque hay varias alusiones a la cultura francesa en la película.

Lo próximo, ¿volver al corto, otro largometraje?

–No sé cuáles son los próximos pasos (risas). No me planteo el futuro profesional y creativo como un plan cerrado. Procuro tener la mente activa y mantener despierto el deseo de filmar. Es verdad que estoy escribiendo un proyecto de largo, pero las películas tienen sus plazos, así que seguro que, entre medio, filmaré más cosas.

Pero ya hay un sello María Elorza, ¿no cree?

–Pues igual ahora me toca destruirlo (risas). Una siempre se tiene que reinventar y buscar cosas nuevas.

Lo cierto es que cada vez hay más cineastas vascas que están haciendo caminos más que interesantes e importantes. ¿Se ve como referente para las mujeres que tomarán el relevo audiovisual?

–Espero que vengan muchas. Es verdad que en los últimos años ha habido mucha proliferación de mujeres haciendo cine y espero que no sea una moda pasajera en la que las instituciones se están poniendo las pilas, que ya era hora. Me gustaría que fuese una tendencia que se mantenga. A partir de ahí, siempre pienso con respecto al feminismo, que mi aportación es hacer películas. Procuro pasar a la acción y espero que las nuevas estudiantes de cine que vienen, sin perder mucha energía en divagaciones teóricas, hagan.