Miles de letras realizadas a partir de madera reciclada vienen confeccionando desde hace ya unos años la herramienta esencial a partir de la cual Zirika desarrolla sus diferentes proyectos. Es el caso de Natura hizkiz hizki, que el artista gasteiztarra presenta desde este viernes hasta el 12 de mayo en ¶espazioa.

Desde y con la naturaleza para invitar a la reflexión sobre temáticas diversas como las guerras, las cárceles físicas y mentales, los ataques al medio ambiente, el ritmo acelerado de una sociedad que parece desbocada. Es el eje central de una propuesta en la que Miguel Alfredo Hernández Busto se sirve de la videocreación para encontrarse con el público.

Aunque no es la primera ocasión en la que recurre a este medio, nunca antes el autor lo había hecho de esta manera, tan numerosa y presente. Son un total de doce las piezas audiovisuales que se despliegan por la galería independiente y autogestionada de la calle Costa Rica. Producciones en las que sus letras de madera reciclada se ven inmersas en distintos espacios naturales, desde los que se crean relatos que más que contar, insinúan, invitan a dejarse llevar desde una poética que reclama reflexión.

“Trabajo mucho con la fotografía y pasar al vídeo ha sido un camino natural. No quiere decir que ahora todo lo que haga sea esto” pero sí que en este caso se ha convertido en una forma de hacer útil y efectiva para encontrar el resultado buscado, apunta Zirika. El agua que refleja letras que hablan de verdad y manipulación, el viento que ondea una singular bandera, la intervención de animales como esos caracoles que recorren a su velocidad pausada la palabra acción... van apareciendo en las pantallas.

Todo ello se acompaña con diferentes músicas escogidas para cada vídeo, aunque el autor no haya podido hacer efectivo su deseo de haber contado con composiciones originales. Aún así, se ha conseguido que sonidos e imágenes completen una propuesta final en la que la naturaleza se aparece “como el folio en blanco”. Incluso aunque alguien se sorprenda al encontrarse con Francis Cabrel cantando La quiero a morir. “Si te fijas en la letra, para mí está hablando de la naturaleza”, sonríe el artista.

Esta docena de vídeos, eso sí, no se presentan solos. Las letras también toman de forma física el espacio fundado y dirigido por José Cos. El tronco de un árbol cruza hasta el techo el local, desplegando, como si de él se dejasen caer, decenas y decenas de esas herramientas de la escritura que Zirika convierte en utensilios de su arte.