Inició el año recogiendo el segundo Feroz de su trayectoria por su papel en la serie de Neftlix Intimidad, después de haber logrado el primero, así como el Forqué, el Sant Jordi de Cinematografía y el Goya, por su participación como protagonista en Ane, de David Pérez Sañudo, en 2021; y ahora será otra Ane, escultora y madre de tres hijos, en 20.000 especies de abejas –el primer largometraje de la laudioarra Estíbaliz Urresola Solaguren–, quien la permita vivir una experiencia de la que no pueden presumir muchas personas del mundo del cine dentro de las fronteras más cercanas: acudir al estreno de la película, en Sección Oficial de la prestigiosa Berlinale. La actriz gasteiztarra Patricia López Arnaiz viajará a Alemania la semana próxima, junto a todo el equipo de la ópera prima de la de realizadora de Laudio, para arroparla en este hito histórico que confía sirva “para abrir muchas puertas al increíble talento de Esti” y, para ella, un nuevo referente para que la lluevan “próximos interesantes proyectos”. El resultado de esta “joya” de guion, según ella misma califica, llegará a las salas el próximo 21 de abril.

¿Qué impresión le causó la primera lectura del guion de ‘20.000 especies de abejas’?

–Fue un disfrute, una lectura muy grata y todo un descubrimiento. Me sentí muy afortunada de poder participar en el proyecto. La verdad es que el guion original es una maravilla, una joya. Esti escribe con gran inteligencia, sensibilidad y sutileza. Consiguió un guion que está hilado finísimo, lleno de realidad, que refleja la complejidad de las relaciones humanas con un lenguaje precioso, desde mi punto de vista. Fue intenso el estudio del texto, de la historia, y si hubiera tenido un mes más de preparativos no sé si hubiera logrado captar las mil cosas que oculta.

¿A qué se refiere?

–A que está lleno de contenido. Muy coral y con todos los personajes muy bien construidos. Es muy complejo, humano y poético. Una gozada plagada de metáforas y espejos entre personajes. Sorprendente, de verdad. Creo que es el guion más complejo que he tenido en mis manos. Esti tiene un talento bestial. Para mí ha sido todo un descubrimiento.

Entonces, ¿contenta de haber trabajado a sus órdenes?

–Ha sido un auténtico placer. Un viaje complejo, pero maravilloso. La manera en que Esti enfoca el trabajo es muy interesante, te empuja a la vivencia, a la presencia, a una escucha muy aguda. Toda la parte de los ensayos es un disfrute enorme, porque tiene su propio método y da pie a la improvisación, a que tú aportes, y eso creo que le gustaría a cualquier actriz. También es verdad que aquí fue necesario mucho ensayo previo, al tratarse de trabajar con menores, a fin de que luego en el rodaje surgiera todo de forma natural, pero denota una enorme sensibilidad, que activa tu escucha al 200%. No es un trabajo que llevas tu texto aprendido y ya. Para nada. Es ella la que genera la situación y te da espacio para que todo surja natural. Notas que está haciendo algo en ti que, a su vez, te conecta con el resto de compañeros.

¿Alguna anécdota confesable del rodaje?

–Tengo muchos recuerdos y muy buenos. Tenía escenas realmente difíciles con mi madre (Itziar Lazkano) y mi tía (Ane Gabarain), muy comprometidas y de gran sensibilidad, y al final fue maravilloso. Con todo, lo que más disfruté y creo que todas, fue ver a los niños y niñas en momentos auténticos, muy reales. Eso es impagable. ¡Ah, y que no se me olvide!. Ane, mi personaje, a parte de madre de tres hijos, es escultora. Me gustó mucho el acercamiento a la práctica de la escultura en bronce a la cera perdida. Fue un espectáculo ver a los profesionales que vinieron a asesorarnos, tengo la imagen del bronce fundiéndose clavado en la retina. Me encantó. Y el mundo de las abejas… ha sido un rodaje muy especial. Recuerdo estar muy a gusto y muy bien rodeada. El trabajo con las compañeras y compañeros actores fue otro deleite. Todos jugando en un código muy honesto. Y el equipo majísimo.

¿Y qué recuerda de los emplazamientos?

–¡Otra, increíbles! Por ejemplo, y ya que estoy hablando con el DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, no conocía la zona de Santa Lucía en Laudio, y me encantó. Es muy interesante la mezcla de estar rodeada de naturaleza salvaje y mirar hacia abajo en el valle y encontrarte la industria. Desde la localización de la casa de mi ama, asimismo, se veían unas puestas de sol maravillosas y, a la vez, una gran fábrica y ver pasar el tren cada nada. Esa dualidad es otra muestra más de lo que trata esta película: la diversidad, en todos sus ámbitos.

Antes ha comentado que trabajar con menores ha sido un plus en este trabajo...

–Efectivamente, ha sido muy especial, porque han hecho un trabajo increíble. La protagonista, Sofía Otero, por ejemplo, ha demostrado ser otra compañera inteligente y sensible, que con su capacidad extraordinaria para desinhibirse de la cámara y la verdad que da a la escena, consigue asomarnos a lo íntimo del personaje. Quiero decir que está muy en el presente de la escena, muy viva. Tiene un talento innato soberbio, el gran don de olvidarse de la cámara pero, a la vez, la tiene en cuenta. Verla trabajar es maravilloso. Esta en su intimidad, y verla cómo mira tal objeto o acaricia aquel otro… son momentos de auténtico oro, que no se ensayan, la surgen de dentro. Además de que fue incorporando también parte técnica. Ha sido muy enriquecedor compartir escenas con ella. Y personalmente, pues es un sol, encantadora.

En nada estreno en Berlín. ¿Qué va a suponer esta experiencia?

–No se cómo se puede medir ésto. Fue una noticia que provocó una alegría exultante en todo el equipo. Esperando el momento de estar allí y celebrarlo. Para la película supone entrar por una puerta grande; seguro que despertará mucho interés. Supone el reconocimiento del trabajo del equipo, y sobre todo el de su autora, que se da a conocer como directora, guionista y productora, marcando un hito en el Estado, con su ópera prima en Sección Oficial. Además, me parece totalmente merecido, y me alegro por Esti, una recompensa justa a todo lo que ha trabajado por esta película. Espero de corazón que se reconozca su trabajo y que todos tengamos la suerte de que pueda seguir dirigiendo y guionizando, porque Berlín abre puertas, y ella no solo tiene sensibilidad e inteligencia, sino también saber hacer, lo tiene todo para triunfar en este mundo. Eso sí, la justicia poética no siempre funciona, y en este caso sí espero que ocurra, que Berlín abra la puerta y que, luego, se llenen las salas para verla.

¿Y para su carrera de actriz?

–Para mí es un momento muy especial. Pero pienso más en lo hermoso que va ser estar allí y celebrarlo con el resto de compañeras, compartirlo. Estoy muy contenta. No sé qué repercusión puede tener en mi carrera, si la tendrá, el salir de nuestras fronteras. Supongo que puede repercutir en el sentido de que Berlín tiene un prestigio y es una gran referencia para poder atraer próximos proyectos interesantes. Estoy ansiosa de llegar allí.

Urresola ha dicho varias veces que lo que quiere es que la película genere reflexión en torno al tema que trata: la diversidad. ¿Cree que lo va a lograr?

–Es probable, porque es una película que emocionalmente llega y te alcanza. Me es muy difícil tener una visión virgen, sin estar contaminada de mi implicación y apego con ella, pero creo que la manera en que está contada hace que te acerques mucho a las experiencias de algunos personajes. Y si te toca la fibra, es muy probable que te descubras reflexionando. Es un tema que, desde luego, invita a ello y sobre el que hay mucho que meditar. Ese sería el premio más gordo, sin duda.

¿En qué proyectos esta ahora o tiene para el futuro inmediato, si puede contar?

–Este mes estoy descansando, tras haber terminado, recientemente, el rodaje de una serie de Movistar, que se llamará Galgos, y que supongo, se estrenará antes de que pase el año. Tengo otros dos proyectos más que me apasionan para este año, uno entro a rodar en primavera, pero aún no puedo contarlo.