Aunque Errementari, su primera película, ya estuvo nominada a los Goya por los efectos especiales, la cita del próximo día 11 en Sevilla es especial por muchos motivos para Paul Urkijo. El principal, que la gala se va a producir pocos días antes del estreno en salas de Irati, y salir con premio podría ser la mejor campaña de promoción de su segundo largometraje. Él, de hecho, puede llegar a subir dos veces al escenario ya que está nominado en la categoría de mejor guión adaptado y de mejor canción original, en este caso compartiendo el creador vitoriano protagonismo con Aránzazu Calleja y Maite Arroitajauregi.

Paul Urkijo Alijo. Pilar Barco

‘Irati’ se estrena el día 24. ¿Habría mejor campaña de lanzamiento que llegar a las salas con cinco premios Goya bajo el brazo?

No creo, la verdad. La película se iba a estrenar en noviembre de 2022 y aunque a lo largo de otoño hemos estado en bastantes festivales, todavía no se ha visto mucho. Claro, los académicos han tenido tiempo de ver los otros filmes durante el resto del año y, en ese contexto, tenemos que ver el hecho de las cinco nominaciones como una suerte. Son cinco posibilidades de hacer ruido antes del estreno, y si ganamos alguna, todavía más. Por supuesto, pienso que los departamentos que se han llevado nominación por su trabajo en Irati se lo tienen más que merecido. Sin entrar en lo del guión, el trabajazo que han hecho Nerea Torrijos en vestuario, Jon Serrano y David Heras en efectos especiales, y Aránzazu Calleja y Maite Arroitajauregi en música es de premio.

Pero seguro que le faltan otras nominaciones...

Hay departamentos como fotografía, sonido o dirección de producción que hubiera estado bonito que estuvieran nominados. Pero bueno, con las cinco posibilidades que tenemos vamos a defender la labor de todo el resto. También la nominación de actriz revelación para Edurne Azkarate hubiera estado muy bien.

Esa sí que es una ausencia que ha causado mucha extrañeza.

Bueno, tiene que ver también con lo que decíamos antes, que al no llegar todavía a salas, la película no se ha visto lo suficiente. En cualquier caso, con cinco nominaciones nos damos con un canto en los dientes.

Tampoco ha sido posible la nominación de dirección, que le deben a usted desde ‘Errementari’...

Eso ya no sé...

¿Qué recuerda de aquella gala de 2019 en la que su primera película pudo llevarse un Goya?

Yo no estaba invitado, fui acompañando a otra persona. Pero bueno, fue especial. Estar en los Goya con tu primera película estuvo muy bien. Fue una experiencia interesante.

¿Cómo llega ahora a la gala de Sevilla con su segundo largometraje?

Sabes lo que pasa, que la película ha sido tan complicada de levantar y el acto de hacer esta historia ha sido tan suicida, que ya verla hecha es el mayor triunfo. Aquí me he desnudado, he hecho lo que me gusta y lo he conseguido defender ante los productores para hacer el filme con los medios que necesitábamos, aunque siempre quieras más. Así que ahora solo me queda que le guste al público, porque al final haces esto para la gente. Y lo que estamos viendo en los festivales, es que Irati funciona muy bien. Estoy tranquilo porque ya he recibido buenas vibraciones. Solo falta llegar a las salas y que, ojalá, a la gente le guste. Por eso, el ganar o no los Goya tampoco me preocupa demasiado. Estar nominado ya es un regalo. Sobre todo en mi caso, que tengo dos y una por mejor canción original, que es una rareza maravillosa. Con esto me doy por satisfecho. ¿Que cae algo? Sería maravilloso, sobre todo por mis compañeros.

En lo que coinciden los otros nominados de ‘Irati’ es en que Paul Urkijo siempre quiere más de todo. ¿También se ve usted así?

Sí que soy pretencioso, en el buen sentido de la palabra. Mis referentes están muy lejos de aquí. Son quienes hacen las películas de Hollywood de género fantástico, filmes que son grandes producciones que requieren grandes presupuestos. Son creaciones con puestas en escena de grandes dimensiones, muy barrocas, con mucha información... Claro, yo a los departamentos les pido eso. Entiendo que a la gente eso le sorprenda, porque estas cosas no se suelen hacer aquí. Ahora, si no intentas poner el listón lo más alto posible, no consigues ir más allá, hacer algo nuevo, diferente. Intento tensar la cuerda para poder llegar a puntos donde no se ha llegado y poder conseguir cosas que no se han hecho aquí.

Pero en el contexto actual de asistencia al cine, ¿ser el que hace lo que nadie en este país, es una ventaja o una frontera complicada de saltar?

Paradójicamente, el cine que más taquilla consigue aquí es el de terror y fantástico. Eso es así. Ahora bien, extranjero. En ese panorama, es verdad que destacas porque propones algo que no se hace aquí dentro del género fantástico, ya que de terror sí se produce. Pero quizás existe un prejuicio que lleva a pensar que el público no querría ver películas de fantástico realizadas aquí. Sin embargo, yo pienso que si no lo intentas, nunca vas a saber qué respuesta puede tener la gente. Mira, por ejemplo, cómo ha funcionado As bestas, que no deja de ser una película de terror. Irati está hecha para que se vea en el cine, en pantalla grande, y tengo esperanzas de que cuando llegue a las salas haya un boca a boca que todavía lleve a más público a verla.

Es evidente que ‘Irati’ levanta mucha expectación. En la Semana de Cine Fantástico y de Terror de Donostia se hicieron tres pases del filme con tres llenos y gente quedándose fuera.

No sé si levanta o no expectación. Sí que es cierto que la gente que me suele parar por la calle y me habla de Errementari, siempre es para decirme cosas buenas. Y hay mucha gente que me está diciendo que tiene muchas ganas de ver Irati. Eso sí lo percibo. Ojalá lo que pasó en Donostia se mantenga en las salas de cine y que el público vaya a verla.

Lo curioso es que ‘Irati’ se hace ahora presente cuando en realidad se rodó hace ya año y pico, en plena pandemia. ¿Se le queda ya lejano todo aquello?

Hay algo en este gremio, y creo que en el caso de los directores va más allá incluso, que tiene que ver con el tiempo. En el cine, adquiere otra dimensión (risas). Te acostumbras a que tus hitos vitales duran cinco años, que es lo que ha costado hacer realidad Irati. Otros departamentos tienen otras películas que hacer. Yo no. Yo hago un proyecto y tengo que pelearlo durante años con cabezonería hasta llegar a la meta. Y, mientras tanto, no puedo hacer otros trabajos. Veo el rodaje lejano pero no deja de ser parte de un paso que todavía estoy dando. Sé que es un concepto del tiempo raro. De hecho, con la pandemia hasta tuve un poco de suerte porque me pilló el confinamiento preparando la preproducción y haciendo un trabajo, por así decirlo, de oficina. Cuando empezamos a buscar localizaciones y demás, justo coincidió con que todo se había abierto un poco. Y cuando nosotros rodamos, todavía no habían llegado los nuevos brotes de finales de 2021. A otros rodajes sí que les afectó mucho, pero a nosotros no y en ese sentido tuvimos bastante suerte. Todo es parte, al final, del propio viaje de la película.

Ahora el filme está en ese momento del recorrido en el que toca encontrarse con el público, que no tiene que notar las miles de horas de trabajo, los efectos y todo lo demás, si no que tiene que ver ‘Irati’ y dejarse atrapar. ¿Qué quiere que vea quienes se sienten en las butacas de las salas?

Me gustaría que vivan una aventura, que se emocionen, que viajen muy lejos en el tiempo. Que compartan una historia de aventuras y de amor, porque es una película de amor hacia la espada y brujería, la mitología... Quiero que el espectador sienta algo que hace mucho que no nota. Quiero decir, vamos a ver si Irati despierta un poco a ese niño o niña que disfrutaba tanto con las grandes películas de aventuras de antes. Y espero que luzca el trabajo de todos los departamentos. Cuando Nerea Torrijos hace un vestuario y se ha currado hasta el más mínimo detalle, yo abro el plano para que se vea bien. Cuando Jon Serrano se inventa un granizo, quiero que se vea bien. Y así con todo, que luzca. Cuando todo luce a la vez, la película de verdad es un conjunto. Si todo juega a lo grande, todo empasta bien y funciona. Si eso pasa, el espectador disfruta de todo en general y de cada detalle en particular.