“No hay nevada ni helada que me impida ir a Gasteiz”. Enrique Villareal Armendáriz sonríe. Este viernes y sábado, toca volver a activar la gira del 40 aniversario de Barricada tras un pequeño paréntesis y eso va a suceder en una sala Jimmy Jazz donde no queda ni un solo hueco libre. “Ya hemos pasado unas cuantas cosas allí... en la Kutxi, hay unas cuantas historias...”, vuelve a reír El Drogas.
En muchos sitios, como pasa en la Jimmy, el cartel de ‘completo’ siempre está en la taquilla cuando llega El Drogas. Cuando se sabe que al personal uno ya lo tiene en el bolsillo desde el principio, ¿bien, no?
Sí, es como jugar en casa. Ahora bien, para jugar en casa, también hay que entrenar (risas). Yo espero que la gente salga satisfecha del espectáculo que le vamos a ofrecer.
Habrá de los de la vieja escuela, algunos de los cuales se mosquean al segundo si una canción no se canta tal y como la recuerdan, y nuevas generaciones...
Sé que es muy complicado llegar a la gente joven porque los gustos musicales, en fin, van transformándonos a todos. Cuando veo gente joven entre el público, la verdad es que me alegra, sobre todo porque ellos y ellas bajan la media de edad que yo ya subo mucho. Y también cada vez me importa menos esa posición de pureta de gente que se acerca más a mi generación. Nunca he estado por ningún tipo autenticidad, ni siquiera en la música. Está bien discutir, pero a veces te encuentras con cosas sobre si el flamenco puro o si Rosalía, sobre si esto es rock and roll o no lo es porque tal y cual... y son discusiones que siempre me han dado igual. La música es una forma de expresión y me encuentro muy cómodo utilizándola para comunicar lo que quiero. Y a mí me gusta enredar con muchos tipos de ambientaciones musicales.
Que las canciones de Barricada han aguantado bien el paso del tiempo es una obviedad, pero ¿habría hecho algunas cosas de otra manera?
La vida va viniendo de una manera y tu forma de concienciarte la marca mucho el tiempo en el que vives. El pensar en haber hecho las cosas de otra manera es complicado. Sí, posiblemente sí, pero tampoco quiero darle muchas vueltas. Yo esto de ahora me lo tomo como una propuesta esférica concreta. Antes fue el formato acústico en teatros y casas de cultura, que me permitía presentarme ante el público de una manera diferente. Hay canciones que se mantienen en el tiempo pero también otras que realmente no. Por ejemplo, lo de “alguien rompió el diván” es una frase que siempre me ha chocado mucho y cada vez más. Pero sigo cantando Esta es una noche de rock & roll a pesar de esa frase. Hay otros temas en los que está claro que ha habido una transformación para mí muy positiva. Y me parece muy bien que haya canciones que se hayan quedado reflejando lo que podía ser aquel tiempo en el que fueron escritas. Por ejemplo, No hay tregua. Cuando se escribió, fíjate lo que había. Parecía que había hecho la letra una monja, más que nada por lo que otros grupos estaban cantando en esa época. Era una especie de reflexión muy hippie en ese momento. A finales de los 90, cierta parte del público empezó a meter lo de ETA, ETA, ETA y pareció que la misma canción tomaba otro contenido, cuando no era la intención. Por eso te digo, que las canciones no tienen que resistir al tiempo. Tampoco lo tiene que resistir uno mismo. El tiempo hay que disfrutarlo y en eso estoy yo.
Lo curioso, ahora que se han producido giras especiales de gente como Hertzainak o La Polla, es ver como muchos de aquellos problemas sobre los que se cantaba hace 40 años siguen presentes. Tampoco es que eso hable muy bien de nosotros como sociedad.
Es posible. También las generaciones ochenteras, entre las que me puedo incluir, tuvimos mucha culpa. Había una canción de Siniestro Total que decía lo de y bailaré sobre tu tumba, y aunque no iba sobre las fosas en las cunetas, digamos que fuimos unas generaciones que bailamos sobre las tumbas de quienes eran realmente los nuestros y las nuestras. No supimos catalizar las cosas. El futuro no existe, lo tienes que ir haciendo tú. Y quizá fuimos demasiado individualistas en algunos aspectos. Fue apareciendo ese espíritu ácrata en banqueros como Mario Conde, que solo pensaba en él y ya está. Un poco es lo que se fue transmitiendo. También se han transmitido otros valores positivos, pero es verdad que tampoco todo fue tan bonito como parece ahora. Hoy veo cómo se idolatra a grupos de aquella época y digo: hostia, pues no fue para tanto pero tampoco fue para tan poco (risas).
“A partir de octubre, empezaremos a pensar en cómo me planteo el futuro. Me quedan dos telediarios y los quiero disfrutar”
Hoy mucha gente habla del maestro Enrique Villarreal. ¿Se considera así?
No, no. Siempre he dicho que en la vida lo que hay que ser es alumno y estar en constante aprendizaje. Tengo la suerte de dedicarme a un oficio que a mí me apasiona. Y ese apasionamiento está, digamos, como rodeado por hobbys que son parte ya del propio oficio, como es leer a otros para seguir aprendiendo a escribir de manera personal. Aprendo también a componer escuchando otro tipo de músicas y de grupos, algo que, en realidad, viene dado por los 80. No hubiera salido del disco de los Sex Pistols o del Ace of Spades de Motörhead si no me hubiera encontrado con gente cercana a Hertzainak que me dio una cinta de los Clash, por ponerte un ejemplo. Al final, con las composiciones de los Clash, de los Cure... de gente que nunca me hubiera imaginado que podría estar en mi órbita, fui aprendiendo. Es un lujo para mí que este oficio me permita el poder bucear en artistas y situaciones que, de otra manera, no conocería. Si me hubiese dedicado a seguir siendo mecánico de coches o soldador, seguramente no habría enredado tanto en este aspecto. Pero sí estando en este oficio.
Seguro que ha escuchado alguna vez lo de “y por qué no se retira” o, teniendo en cuenta su implicación pública en cuestiones de actualidad política y social, lo de “dedícate a lo tuyo”.
Nada Carlos, nada, no me importa. Si hubiera hecho caso a todo ese tipo de comentarios, yo no hubiera montado Barricada. Es curioso porque parece que te afectan mucho más esas cosas que comentarios que podrían subirte la autoestima, pero yo he ido aprendiendo mucho con el paso de los años. De hecho, el proceso de aprendizaje más potente en este aspecto fue cuando me echaron de Barricada y todo lo que se creó alrededor. Ahora mismo no tengo ningún complejo a la hora de bloquear a gente en las redes sociales. Si no te gusta lo que hago, ¿para qué te metes aquí? De todas formas, me tomo las propias redes sociales como una auténtica letrina y la mía, la limpio yo.
La gira acabará en octubre, después de una larga lista de citas que también pasa por su participación en la próxima edición del Azkena Rock Festival, ¿y después, qué?
No sé si será larga o corta, pero habrá una parada. Lo que sí va a venir es una nueva etapa. Quiero disfrutar de esto con la formación que lleva conmigo desde 2008, que es cuando empezamos a preparar el segundo disco de Txarrena. Y a partir de octubre, empezaremos a pensar en cómo me planteo el futuro. Me quedan dos telediarios y los quiero disfrutar. En esas estamos.
“Me tomo las redes sociales como una auténtica letrina y la mía, la limpio yo; no tengo ningún complejo a la hora de bloquear a gente”
¿El rock tiene futuro?
Me da la sensación de que sí. Veo grupos como The Lizards, Bala, Capsula, Los Zigarros... y hay movimiento. Me gusta mucho el último disco que sacaron los Ciclonautas, por ejemplo. Creo que tendrá el futuro en la medida en que las personas que se dedican a creérselo hagan trabajos así de dignos. Tampoco me gusta hablar del rock como si fuera una religión. Pero sí tengo claro que si el rock va a depender de los grupos tributo, lo tenemos jodido. No digo porque no me gusten los grupos tributo, lo que digo es que si la vanguardia del rock está ahí, mal vamos.
Y nosotros como sociedad, porque hay que vernos...
No sé. Acabo de venir tras llevar a los dos nietos a la ikastola. Soy feliz al verles desayunar y cómo me cuentan sus cosas, y cómo hay que estirarles para que se vistan rapidillo porque nos da la hora... Ese es mi futuro más próximo, disfrutar de ellos porque ellos a mí no me van a hacer ni puñetero caso enseguida, igual que hemos hecho todos con los abuelos. Escuchas que empresas como Glovo acumulan multan por el maltrato a los trabajadores y no sé qué contestar. Si nos tocan los cojones y estamos a gusto, pues así seguiremos. Ahora, si nos tocan los cojones y no queremos, empezaremos a pegar tortazos con la mano abierta.
Si pudiera volver y encontrarse con aquel Enrique de finales de los 70 y principios de los 80, antes de montar Barricada, ¿qué le diría?
Nada. Me acuerdo de aquel mocete que entre el verano del 80 y el asesinato de John Lennon sacó el nombre para un grupo. Ahí estaba, haciendo la mili. Me acuerdo del 8 de diciembre, que era la patrona de la Infantería y yo estaba en Berga, en un cuartel que asaltó ETA PM. Dentro de ese maremágnum, ahí estaba un gilipollas de Iruña, de la Txantrea exactamente, al que se le ocurrió el nombre para un grupo, Barricada. Con eso y con una tuberculosis se volvió al barrio, y después de salir del hospital con la tuberculosis encaminada y el nombre de un grupo por rellenar, comenzó una vida increíble. Con lo cual, no le diría nada. Solo que si crees en tus historias, rómpete la cara por ellas, que no es nada fácil pero merece la pena.