Junto a Adrián Royo (piano), Unai Olabarri (batería) y Dani Artetxe (guitarra), el contrabajista y compositor gasteiztarra Fran Serrano vuelve a encontrarse con su público más cercano. Va a ser a partir de las 19.00 horas cuando el cuarteto suba a las tablas del Jesús Guridi para inaugurar Ondas de Jazz. En la cita, además, se homenajeará a Alfonso García de la Torre, fallecido a finales del pasado mes de septiembre y figura esencial para la escena musical alavesa.

¿Qué se va a poder encontrar el público en esta nueva cita con Fran Serrano? 

La idea principal es buscar otros estímulos, sobre todo porque volvemos a Vitoria no con el quinteto habitual, sino en un formato de cuarteto. Vamos a tocar temas de 0202 pero también otras piezas, siempre partiendo de que lo que compartimos con el público es una conversación entre amigos que estamos allí tocando.

Es, además, la cita que abre Ondas de Jazz. 

Tener la oportunidad de poder abrir el programa de Ondas de Jazz es algo importante. Hay ganas de tener esa responsabilidad también. Lo principal es intentar que disfrutemos todos, tanto nosotros como el público.

Además, no deja de ser actuar en casa, lo que también es otra responsabilidad y a veces un milagro.

(Risas) Que Joseba Cabezas y Ondas de Jazz nos traigan es para estarles eternamente agradecidos. Igual que con el Festival de Jazz de Vitoria, donde pudimos estrenar el disco el año pasado. Jugar en casa a veces no es fácil. Pero bueno, nosotros hemos tenido esa suerte. Parece que hemos conectado y hay gente que nos está apoyando un montón. Oportunidades como esta hay que agarrarlas fuerte.

El disco salió en un momento muy complicado por la pandemia, pero después del recorrido que ha podido tener, ¿satisfecho? 

La situación ha sido muy particular para todos. Ha sido difícil pero lo cierto es que el proyecto ha seguido adelante. A pesar de no haber sido el mejor momento, hemos tenido los mejores momentos. Hemos podido tocar en distintos sitios y el disco ha tenido una aceptación bastante buena. Vale, el contexto no ha sido el idóneo, pero 0202 ha conseguido darle la vuelta a la tortilla. Igual ahora podemos seguir asomando la cabeza.

¿Con planes de volver al estudio o de momento no?

Siempre hay intención de regresar. El estudio está siempre en la mente. Ahora estoy en proceso de composición y también estoy acompañando a otros músicos. Por ejemplo, es el caso de Itziar Yagüe, que he estado girando con ella. La idea es ver si para este 2023, hacia finales del próximo año, podemos volver al estudio. No sé, eso sí, si será en formación de trío, cuarteto o cómo.

Ese trabajo con otros músicos, que supone también caminar por otros géneros más allá del jazz, ¿qué le aporta? 

Me enriquece muchísimo. Tienes una responsabilidad con tu música pero esa colaboración supone sentir lo mismo con los sonidos y proyectos de otros. Al tocar otros estilos, te tienes que agarrar a otros conceptos y estudiar otras cosas que igual no están tan relacionadas con lo que sueles hacer. Eso te enriquece. Sí o sí. Te obliga a cambiar tu papel. De hecho, te tienes que aprovechar de esas circunstancias y me enriquezco con ellas.

En ese nuevo disco, ¿el público se encontrará un sonido diferente o irá por la misma línea de ‘0202’? 

Uno siempre va cambiando, va absorbiendo cosas y va aprendiendo. Todo lo que voy compartiendo con todos los músicos que me voy encontrando me está ofreciendo conceptos e idas que, de una forma u otra, estarán plasmados en el siguiente disco. Así que no me atrevo a decir que el próximo álbum vaya a ser diferente, pero sí que va a tener otras cosas. Espero que haya más madurez musical también. No quiero decir que el primero sea inmaduro (risas), pero se tiene que notar que hay una evolución con respecto a él. Será el mismo Fran pero desde otro punto de vista. Además, no me refiero solo al hecho de interpretar. Tiene que sentirse una madurez compositiva. Es lo que estoy buscando ahora.

De todas formas, como en el escenario en ningún sitio… 

Es el taller. Es donde te pasan las cosas en el momento y es donde tienes que tirar de la caja de herramientas improvisatorias. Hay que seguir hacia delante. Es donde se aprende, se escucha, donde las emociones están a flor de piel, donde se absorbe todo, también lo que trasmite el público. En el escenario hay muchos momentos de escucha y de mirar. Con las miradas se dicen muchas cosas y también se tocan muchas cosas.