Serán Monteperdido quienes abran esta noche el escenario de la sala Jimmy Jazz, donde, aunque pocas, todavía quedan algunas entradas disponibles para reencontrarse con Carolina Durante.

La última vez en Jimmy Jazz fue el 23 de diciembre de 2019, justo antes de que todo se parara y cuando la banda estaba en un momento muy álgido.

Fue un mazazo para nosotros. Sí, lo estamos remontando, pero lo notamos un huevo. Un grupo como el nuestro vive muchísimo del directo, porque cuando la gente viene a vernos descubre las canciones de otra manera. Claro, no poder actuar fue brutal.

Aún así, ahora pasan por Vitoria y se van a actuar a Reino Unido, Brasil, Argentina y Chile.

Sí, sí, y está genial la agenda. Por supuesto, estamos en una posición privilegiada. Pero no puedo evitar pensar que nos hubiera gustado irnos a Latinoamérica hace dos años. Aquel parón, a mí personalmente me tiró hacia abajo. No me entiendas mal, no me quiero poner aquí a echar la lágrima.

Ya no sé si la gente escucha un disco completo, pero...

(Risas) Creo que la gente, los fans acérrimos, sí que lo escuchan de principio a fin. O quiero pensar que sí. Antes de la pandemia, y mira que tiene cojones que diga yo esto, me metía entre pecho y espalda un montón de discos de diferentes bandas. Pero ahora sé que hay gente que ha sacado material nuevo y me doy cuenta de que no estoy haciendo caso ahora. El tiempo pasa y los momentos de todo, también, ya sea un álbum, una serie, un libro... y de un grupo como Carolina Durante. Nosotros tenemos la oportunidad de volverlo a intentar y estamos pudiendo retomar ese momento, pero eso no le está sucediendo a todo el mundo.

Lo cierto es que la mejor excusa para su vuelta a Vitoria es la salida de ‘Cuatro chavales’.

Sigue la línea de lo que estábamos haciendo, pero sí creo que está bastante mejor. Al final, cuando hicimos el primer disco, no teníamos ni idea de nada y el álbum se nos quedó un poco flojillo, desalmado. Cuidado, me parece un buen trabajo, sobre todo a nivel de composición, pero es verdad que le faltan cosas. En Cuatro chavales me gusta todo. Estamos orgullosos de él en todos los sentidos.

De todas formas, y lo decía antes, donde la banda cobra todo su sentido es en los directos. En lo que queda de año y ya para 2023 tienen una agenda que asusta.

Si de algo sirvió el mazazo ya comentado fue para que jamás en la vida volvamos a poner ni la más mínima pega al ver una agenda con un montón de conciertos por delante. Así que encantado de la vida con todo lo que venga. Y que haya más, por favor. Si tenemos que componer el tercer disco estando de gira, pues lo haremos.

¿Pero cuántos kilos pierde por actuación?

(Risas) Pues uno y pico seguro, pero la verdad es que nunca me he parado a medirlo. Cuando estoy de gira no paro de comer guarrerías. Las cenas en las salas de conciertos suelen ser pizza, patatas fritas y hamburguesas. Parece que los músicos solo nos alimentamos así o eso piensan los de las salas. Y cuando te ponen una tortilla de patatas, suele ser precocinada. Pues aún así, según van pasando las actuaciones, los pantalones me van quedando más grandes. No sé, tengo que comprobar lo que me dices, hacer la prueba para ver cuánto pierdo (risas).

¿Qué clave ha conseguido encontrar este grupo para que en tiempos de trap no deje de colgar el cartel de completo en los conciertos?

No hacemos algo que, a día de hoy, se pueda llamar pop. Y más si vienes a un concierto nuestro. Ahí sí que estamos alejados de todo lo que pueda ser pop. Pero más allá de eso, sí que en las canciones hay unas estructuras pop, más allá de que tenemos letras accesibles, que hablan de la vida, de lo humano, y te puedes identificar con ellas ya tengas 20 o 40 años. En unos sitios más que en otros, pero es evidente que el grupo ha calado en más gente de la que pensábamos. No sé ni cómo hemos llegado. Nunca en la vida me imaginé en llegar ni a una quinta parte de lo que hemos llegado.

Se lo están poniendo los Cayetanos del mundo muy fácil para que su canción, por más que pasen los años, suene siempre.

(Risas) Yo estoy encantado. Cada vez que alguien utiliza lo de Cayetano en el Congreso, que ha pasado varias veces, me doy cuenta de que el término ha sobrepasado al grupo. Hay gente que utiliza el término sin tener la más remota idea del grupo. Me he puesto a discutir más de una noche con gente porque no conocía el grupo para decirles: lo de Cayetano lo inventé yo. Ya sabes, la típica conversación absurda de borrachos que no lleva a ninguna parte, pero que por mis narices que te vas a enterar que el término lo inventamos nosotros.