Mirar a la posible vida en otros planetas para, en realidad, hablar de las cuestiones humanas. “Llevo dos años esperando cada día que no venga ningún extraterrestre”, sonríe Raúl Camino, consciente de que eso le obligaría a cambiar la premisa inicial de Lurtarrok/Terrícolas, la nueva producción que la compañía gasteiztarra El Mono Habitado estrena en el marco de la cuadragésimo séptima edición del Festival Internacional de Teatro de Gasteiz. En concreto, la obra en euskera se podrá ver mañana, mientras que el jueves será el turno de la versión en castellano. En ambos casos, el encuentro con el público se producirá a partir de las 19.30 horas, quedando todavía entradas disponibles.

Si no pasa nada extraño a lo largo del día de hoy, la obra arrancará con el primer encuentro conocido y público entre seres alienígenas y el ser humano, en concreto, con dos hombres interpretados por el propio Camino y Aitor Pérez Collado, “dos antihéroes” con una “emocionalidad tosca” que mientras van por una carretera de tercera se encuentran con una nave espacial. “Son dos secundarios como, en realidad, nos sentimos muchos hoy en día, como secundarios que marcha en una autopista sin tener ningún control sobre la circulación”.

A partir de ahí, de ese punto de partida un tanto loco, se construye una historia en la que el punto de resiliencia viene dado por el personaje interpretado por Begoña Martín Treviño, cofundadora junto a Camino de El Mono Habitado. El resto del argumento ya queda en manos de quienes acudan al Principal y del público que siga las futuras representaciones del montaje. “Creo que tenemos entre las manos una joyita, una comedia con mucha retranca” para la que la compañía ha querido buscar una mirada exterior y por eso ha encargado la dirección de la pieza a Julio Cortázar. “Ha sido un trabajo intenso en el que hemos buscado siempre el consenso. En realidad, que ellos me hayan buscado es un acto de generosidad por su parte”, comenta el también gasteiztarra, quien tras años en tierras madrileñas ha regresado a su ciudad natal.

Las preguntas de la vida

Así, manteniendo las señas de identidad del grupo y sumando la aportación de Cortázar –sin perder de vista el trabajo en el apartado técnico de nombres como los de David Alkorta y Asís Iriondo–, se construye una obra en la que se unen “el humor, la ternura y la reflexión”, en la que “partimos de una situación poco probable para hablar de lo real, de nosotros”, de una especie humana que, muchas veces, no sabe ni dónde está. “Todo el proyecto nació de dos preguntas: ¿quiénes somos? y ¿dónde estamos física pero también evolutivamente?”. Bueno, de eso y de dos reflexiones del fallecido Stephen Hawking. No se trata, eso sí, de ofrecer respuestas sobre el escenario, sino de invitar a los espectadores a un juego en el que es fundamental el papel de los alienígenas.

Ese contar, desde el humor y la poesía, al ser humano contemporáneo es una marca de la casa para el grupo alavés desde el mismo día en el que se puso en marcha, e incluso de antes de nacer. Otra cosa, como sucedió con ¡Ave Osos!, es que luego aparezca una pandemia y se lleve muchas cosas por delante. “Después de estos dos años, todo el mundo de la cultura está muy malito”, recuerda Camino. Por eso también esta apuesta por una nueva producción tiene una importancia que va más allá del propio montaje. “Como compañía nos lo jugamos todo”.

A buen seguro la respuesta del público estará a la altura. De momento, el aforo habilitado para la representación en euskera está cerca de agotarse. Algún hueco más queda para la cita del jueves. El Principal espera. Una nave espacial va a aterrizar en él.