- La escritora Nazanine Hozar conoce bien la guerra y el exilio: nació en Irán tan solo un año antes de que estallase la Revolución iraní, una época de “opresión, caos y pobreza”, que refleja en su primera novela La historia de Aria, como explica en una entrevista.
El libro, que cuenta la historia de una niña abandonada durante la revolución iraní, fue publicado hace tres años en Canadá, el lugar al que se trasladó su familia, y ahora llega en español de la mano de Salamandra.
La historia de Aria tiene “muchas similitudes” con la historia de su familia, reconoce la autora, aunque aclara que no se trata de un libro de memorias. “Nací en Irán justo antes de la Revolución y poco después llegó la guerra con Irak, así que mi infancia fue muy caótica”, explica.
“Me volví muy curiosa y, cuando crecí, me empecé a interesar por el comportamiento humano, especialmente por lo que ha pasado tradicionalmente con las mujeres, su posición en el mundo y lo que pueden o no conseguir. Todo eso se fusionó y se convirtió en este libro”, añade Hozar (Teherán, 1978).
La protagonista de esta obra, que se ha traducido a varios idiomas y vendido millones de ejemplares en todo el mundo, es una niña, un bebé al que abandonan apenas tres días después de su nacimiento en un barrio adinerado del norte de Teherán.
Allí la encuentra un militar que trabaja como conductor para el ejercito iraní, quien se la lleva a casa. Cuando llega, decide llamarla como su estilo musical favorito: Aria.
Aria personifica la historia de Irán, y la de las mujeres del país, explica Hozar. “Aria empieza su vida marcada por el hecho de ser mujer: su madre la abandona en la calle cuando descubre que es una niña. Su propio nombre significa Irán”, apunta.
“Es un nombre que se suele dar a los chicos, pero pensé que era interesante que lo tuviese una chica y que representase a su país”, reconoce. “A través de sus ojos vemos la rabia, la soledad o la tristeza de toda la sociedad”.
Aria nace en 1953, año en el que el primer ministro iraní, Mohamed Mosadeq, es expulsado del poder por los británicos y los estadounidenses, con grandes intereses en los recursos petrolíferos del país.
Eso marcará su desarrollo, integrado en una ciudad con dos grandes estratos sociales: en el norte de Teherán, donde su madre la abandona, viven los ricos, mientras que en el sur están los vecinos más pobres. Además, la urbe también está dividida por el credo de sus ciudadanos: musulmanes, kalimis (judíos), cristianos o bahabíes.