Dirección y guion: Adam McKay. Intérpretes: Leonardo DiCaprio, Jennifer Lawrence, Meryl Streep, Jonah Hill, Rob Morgan, Mark Rylance, Tyler Perry y Timothée Chalamet. País: EEUU. 2021. Duración: 138 minutos.
dam McKay nació en Filadelfia hace 53 años. En la misma ciudad que tanto perturbó a David Lynch mientras soñaba con Cabeza borradora y en la que también nació M. Night Shyamalan. Tal vez no sea fortuito que allí cayese la semilla germinal del país llamado EEUU.
Guionista antes que actor y actor antes que director, McKay llegó esta nochebuena con un controvertido texto que ahora se ha convertido en viral. Internet se llena con un debate sobre el verdadero sentido de No mires arriba. La plataforma depredadora, Netflix, cuyo algoritmo todo lo devora, y un guión apocalíptico tienen la mitad de la culpa. El otro 50% es achacable a esta pandemia que, tras narcotizar a medio mundo a fuerza de decretar normas sin sentido y de inyectar vacunas sin solera ni (des)tino, está despertando el sentido común. ¿O no?
No mires arriba parte de un supuesto muy parecido al que sirvió para que Lars von Trier filmara su obra más desesperadamente serena: Melancolía. Como allí, aquí un meteorito llamado Dibiasky, amenaza a la tierra. El impacto será al menos del tamaño del que provocó el final de los dinosaurios. Es decir, su venida presagia el final de la humanidad.
Los esfuerzos de una becaria de un observatorio astronómico y de su director de tesis para que el mundo trate de parar la tragedia que se avecina, sirven a Adam McKay para dibujar una feroz sátira social sobre la política, los medios de comunicación y la sociedad contemporánea. La estulticia y la frivolidad imperan en un juego de despropósitos que mezcla el humor de la farsa política de ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú (1964) de Kubrick, con el hacer del autor de Vice. McKay subvierte símbolos y referencias, distorsiona lo real, desfigura los nombres propios y vaticina un panorama de estulticia total. Cualquier paralelismo con la actual situación ante la amenaza del cambio climático o de la Covid 19, no es casual. Nadie se libra, ni los ecos de Trump ni el reflejo de Clinton. Esa presidenta encarnada por Meryl Streep, con un hijo sociópata y un asesor mezcla de Bill Gates y de Steve Jobs, encabeza el desatino en el que nos hemos/han metido. Inquietante, corrosiva, frívola y venenosa, estamos ante la metáfora de nuestra estulticia.