n la última edición previa a la pandemia, la cantante Idoia Asurmendi acudió a Durangoko Azoka como una visitante más. No intuía que dos años después, con su primer disco en la calle, ella tendría su propio escaparate y estaría rodeada de aquellos artistas que entonces admiraba. La compositora forma parte de esos 28 stands que este año se estrenan en la feria, en la que queda probado que a pesar de todas las dificultades a las que se enfrenta la cultura siempre encuentra un resquicio para salir adelante gracias a la valentía de los creadores y emprendedores. La segunda jornada de la feria, en la que se agotaron todos los turnos para acceder al recinto, permitió observar con detenimiento estas propuestas novedosas entre los 219 puestos de Landako, donde sigue habiendo un flujo constante de gente.
“Estoy acostumbrada a firmar discos a personas que conozco, pero de repente te encuentras con que gente desconocida se acerca. Ver que la gente valora tu trabajo es bonito”, expuso la cantante de Aramaio, quien admitió que ha contado con ayuda de amigos para poder poner el stand en el que expone el álbum que publicó en abril, Ilun eta abar. “La venta de discos es bastante simbólica, no creo que mucha gente los compre durante el año, ni siquiera yo. La música siempre se ha escuchado en soportes físicos y ahora ni los coches no tienen reproductor de CD. Pero la Azoka es un espacio para reivindicar, para ver de dónde venimos”, reflexionó Asurmendi, de 21 años. Para que la compra sea más llamativa, afirmó que ahora se trabaja más el diseño, “haciendo que estéticamente sea más atractivo”.
Con esa filosofía plantea su segundo trabajo Kai Nakai, el proyecto musical reguetonero creado por la gasteiztarra Iratxe Aguilera. “Cuidamos mucho la estética, es un diseño muy de los 2000”, explicó que joven, que se ha inspirado en la cantante de dance hall Bad Gyal. Esa mirada al pasado es evidente en su propuesta Maitia, editada en formato casete. “Los más pequeños se acercan y no saben ni lo que es”, reveló la cantante, que ha instalado un walkman con auriculares para acercar este formato ya en desuso a las generaciones más jóvenes. “Lo especial de este casete es que si lo acercas al teléfono, con la tecnología NFC puedes escucharlo también en el teléfono, en alta calidad o en calidad de casete”, apuntó la alavesa que ganó la beca de creación que otorga la Azoka en 2019. “Gracias a la beca pude preparar el primer disco y los directos, además de el diseño y la identidad de marca. Fue un impulso tremendo”, reconoció.
Más propuestas Los puestos primerizos no son solo cosa de la generación Z, la Azoka también es un escaparate para creadores con bagaje y sus últimas propuestas. Es el caso de Balea Zuria, una aventura editorial centrada en la poesía en la que se embarcó el escritor Pello Otxoteko con otros socios. “Pensamos que ya era hora de dar a conocernos, sobre todo por los autores. Tenemos un catálogo con una veintena de libros”, expuso el portavoz de esta editorial, que publica a aquellos autores ganadores del Premio DK de Poesía para menores de 35 años como Maialen Berasategui o Lizar Begoña. También cuentan con ensayos poéticos y traducciones de poemarios clásicos. La traductora Maite López es, precisamente, la responsable de que los poemas de Safo se puedan leer por primera vez en euskera. “Fue una pionera en la poesía que vivió en Lesbos. Entre otros poemas, escribió algunos centrados en el amor entre las mujeres, de ahí el término lesbiana”, aclaró la traductora que también ha acudido a la Azoka a ayudar a los editores.
Formada por un medio digital y una editorial, Zorrotz es el nuevo proyecto de Igor Meltxor que desembarca en Landako con dos puestos. “Hemos decidido hacer un medio digital que no compita con la información diaria, sino que se centre en el análisis y en reportajes y entrevistas más sosegadas”, mostró el escritor e investigador, que centra su propuesta en tres ejes: “pensamiento crítico, conciencia de clase y gente libre, no adscrita a un partido”. Su vertiente editorial, que exhiben en la Azoka, se centra en un libro de entrevistas con Itziar Ituño, el primer libro de la bertsolari Onintza Enbeita, un libro sobre el Akelarre escrito por un antropólogo y un libro de viñetas de Tasio. “Apostamos fuerte por libros que impacten desde el principio”, aseveró Meltxor.
En la gran plaza de la cultura también tienen cabida las propuestas creativas con fines solidarios. Desde Bergara, Onintza Arrieta y Maria Gardoki llegan a Durango para apoyar a la Asociación de Displasia Fibrosa. En su stand tienen un único artículo: el cuento infantil ilustrado Mateo izeneko opari bat, “un libro benéfico publicado para recaudar en la investigación contra la enfermedad”. Las voluntarias que colaboran con la asociación contaron que “el objetivo de acudir a la Azoka es dar visibilidad al proyecto”. Así, llegaron con intención de continuar otros años para promocionar el libro dirigido a un público con cierta sensibilidad. “Explica en qué consiste la enfermedad que ataca a los huesos, que se generan como una fibra haciéndolos muy frágiles”, explicó Arrieta.