Han pasado algo más de dos años desde que llegó Ane. Hace justo doce meses, su nacimiento tuvo una consecuencia tal vez no muy habitual en la vida de otros bebés, la publicación de El meteorito (Lunwerg Editores), un libro centrado en ella y en su madre, la ilustradora vitoriana Amaia Arrazola. Como la creadora apunta en el arranque de esta publicación, “yo sabía que iba a tener un hija, pero lo que no sabía es que esa hija iba a tener una madre, que era yo”. Ahí está el principio y el fin de un trabajo que ya cuando empezó su recorrido editorial entre el público tenía previsto hacer una exposición de originales en la capital alavesa, una muestra que desde este fin de semana se puede visitar en Zuloa, donde va a permanecer abierta hasta el próximo 13 de noviembre.

No es la primera vez que la autora y el local de la calle Correría cruzan sus respectivos caminos en forma de exposición. Ya sucedió en 2017 con Amaia was here, un diario ilustrado de la estancia de la creadora en Japón gracias a una beca artística, unos meses de labor que también se tradujeron en el libro Wabi sabi. En este caso, Arrazola regresa a su Vitoria natal desde su Barcelona de residencia desde hace una década para seguir compartiendo un El meteorito que desde su salida al mercado ha tenido una muy buena aceptación, incluso a pesar de que el covid condicionó un tanto los actos de presentación.

El proyecto editorial surgió “de la necesidad que tenía de decir: sigo aquí. A veces he tenido la sensación de que la personalidad como madre ha ido suplantando a la Amaia ilustradora, a la viajera, a la lectora, a la que hacía vida social...”. Así que a través del dibujo, “que siempre ha sido mi mayor herramienta de expresión”, creó una obra en la que “he querido poner de relieve esa dualidad de la maternidad, ese estar entre la pérdida de nervios absoluta y el amor total. Es reivindicar esas dos caras de la moneda y decir que somos humanos” frente a la visión “romántica” que muchas veces se transmite. “Ser madre parece que es algo que siempre ha estado envuelto en una especie de lazo rosa donde todos son diminutivos y cosas bonitas. La maternidad, en realidad, es algo muy animal. Y hay que darle la importancia que tiene tanto para la mujer como para la pareja y la sociedad. A mí me alucina, por ejemplo, que en muchas librerías la maternidad sea una temática cuyos libros se clasifiquen en la zona de autoayuda”, apuntó la autora a este periódico cuando se publicó la obra.

Ya entonces, Arrazola anunció su intención de poder hacer esta exposición en Zuloa, un deseo que se acaba de hacer realidad, con la intención de compartir con quien acuda al espacio varios de los originales que sirvieron para dar forma y fondo a una publicación que no quiere, bajo ningún concepto, ser una guía de nada. “No puedo hablar de la maternidad, pero sí quería hablar de mi maternidad. No hay una maternidad, sino tantas como madres”.

Así se puede comprobar en la librería del Casco Viejo, donde también se encuentran ejemplares de otros libros de Arrazola. Un espacio cultural, por cierto, que este mismo jueves va a acoger, a partir de las 19.00 horas y con aforo reducido por el covid, la presentación del nuevo número de la revista Pikara publicación que en este caso se dedica a la clandestinidad y las mujeres.