n un “mundo perfecto”, el cocinero y divulgador gastronómico Anthony Bourdain hubiera vivido en San Sebastián y sido adoptado por Juan Mari Arzak, profesional que, como a su hija Elena, admiraba y quería. Lo confiesa en Comer, viajar, descubrir, la guía póstuma en la que se recopilan sus consejos para ampliar cultura ante platos de todo el mundo.
Publicado ahora en castellano por Planeta Gastro, el libro comenzó a gestarse en 2018, cuando mantuvo con su asistente Laurie Woolever la primera y última reunión que pudieron dedicarle al asunto porque la celebridad se suicidó poco después (8 junio de 2018), a los 61 años, en un hotel de Francia donde grababa un episodio sobre la cocina de Estrasburgo para su programa Parts Unknown, del canal estadounidense CNN. Woolever decidió darle continuidad al último proyecto de Bourdain, recopilando notas, pasajes de los programas televisivos con los que recorrió el mundo y testimonios de quienes les acompañaron en algunos de sus viajes por los 43 países que incluye esta guía, entre ellos España. La visitó por primera vez en 2002 y quedó “cautivado” por su cultura gastronómica, “mezcla de tradición y de técnicas y conceptos de los más avanzados del mundo”. San Sebastián le pareció “la ciudad donde mejor se come de toda Europa”, tanto por sus restaurantes de alta cocina como por “los más corrientes”.
Allí conoció a Juan Mari y Elena Arzak, del triestrellado Arzak, y con ellos mantuvo una relación que se prolongó en el tiempo y que fue una “excepción” en una trayectoria plagada de viajes que le impedían estrechar lazos con otros colegas de profesión, cuyo trabajo ponía ante las cámaras.
En un “mundo perfecto”, en “otra vida”, se veía residiendo en Donostia y siendo adoptado por Juan Mari para convertirse en hermano de Elena. También confiesa su pasión por el restaurante Ganbara, su “favorito”; por Elkano (Getaria) y su “cocina paleolítica” de parrilla marina y por Etxebarri (Axpe) y el “perfeccionismo fetichista” de Bittor Arginzoniz. Su ruta española le llevó también a Barcelona, “la ciudad más interesante gastronómicamente fuera de Asia” y a recomendar los montaditos de Quimet & Quimet y las conservas de la taberna Espinaler.
Gracias a su carrera televisiva, con los programas A Cook’s Tour (El tour de un cocinero, 2002-2003), No Reservations (Sin Reservas, 2005-2012), The Layover (La Escala, 2011-2013) y Parts Unknown (Partes Desconocidas, 2013-2018), el también escritor de Confesiones de un chef y Crudo recorrió el mundo para contar sus experiencias gastronómicas desde un estilo tan personal como mordaz, causante del efecto Bourdain que abarrotaba locales antes sólo frecuentados por los lugareños. Un resumen de esas vivencias, con consejos ampliados y actualizados por Woolever -que aporta además información sobre cómo llegar o moverse por las ciudades- convierten a Comer, viajar, descubrir en una guía para los amantes de la gastronomía que añoren además el asesoramiento de Bourdain, no sólo en restaurantes, bares o comida callejera sino también en hoteles, con facturas bastante más elevadas que las gastronómicas. Abstenerse los amantes de la comida basura, que odiaba hasta tal punto que a su hija le contaba que el payaso Ronald McDonald secuestraba niños.
Buenos Aires y la parrilla, su denuncia de la “hipocresía” estadounidense por su fervor por la cocina mexicana -Bourdain equipara Oxaca a Lyon- frente a su actitud y su política respecto a la inmigración, los productos desconocidos de Perú, los paladares de Cuba, restaurantes privados y clandestinos legalizados desde 1993, o Uruguay y dónde comer el mejor chivito, el pantagruélico bocadillo nacional; desfilan por las páginas de esta guía. También varios países asiáticos y africanos, un amplio recorrido por Estados Unidos y alguna que otra recomendación europea como Croacia: “Si no conoces Croacia, es que eres gilipollas”.
Se publica ‘Comer, viajar, descubrir’, guía póstuma de Anthony Bourdain con consejos para ampliar cultura ante platos de todo el mundo
Odiaba la comida basura hasta tal punto que a su hija le contaba que el payaso Ronald McDonald secuestraba niños