Dirección y guión: Juanma Bajo Ulloa. Intérpretes: Natalia Tena, Harriet Sansom Harris, Rosie Day, Charo López, Mafalda Carbonell. País: España. 2020. Duración: 106 minutos.
aby se estrena en el final del 2020, en el tiempo de los confinamientos. Pero todo en Baby se sabe y bebe de otro tiempo. Huele a pachulí y marihuana, y su tacto roza épicas sinfónicas y terciopelo azul. La gramática del director vitoriano proviene de los años 80, cuando Bajo Ulloa (1967) empezó a cincelar su propio discurso. Visto lo que cuenta, deberemos decir que Baby es hija del agobio y del exceso. Su naturaleza abraza lo simbólico, quiere ser fábula y se abisma en un juego sobre el que se proyectan muchas referencias pero un único dueño: Juanma Bajo Ulloa.
En Baby se reconocen estilemas de los cineastas que hacen del relato audiovisual un ejercicio de inconformismo. Pero por encima de todos ellos, más allá de los ecos que sobre el universo de Ulloa proyectan gentes como David Lynch, Guy Maddin o Lucile Hadzihalilovic, aquí laten dos títulos referenciales: Alas de mariposa y La madre muerta. En realidad Baby trata de encontrar al Bajo Ulloa que se perdió en la astracanada del dinero tonto de Airbarg. La misma que se llevó para siempre a Santiago Segura con su Torrente. La cuestión sería discernir qué Bajo Ulloa es el verdadero, si el del Rey gitano, que regresaba en pos de la pasta, o el del heterodoxo arrebatado capaz de adentrarse en el delirio.
Ahí reside el misterio, saber qué hay de auténtico y cuánto de impostura en un Bajo Ulloa que aporta un puñado de seductoras imágenes bellamente filmadas, algunas insólitas propuestas argumentales y decepcionantes concesiones a lo obvio, al tópico, al kitsch. Si como un uróboro la metáfora que sostiene Baby consiste en redimir a su protagonista, una politoxicómana, una jonkie arrastrada de inexplicado pasado, del caballo en vena a encontrar la libertad a lomos de un caballo blanco, estamos ante un ejercicio de total desfachatez o un torpe tropo de un ingenuo mal informado. Sea exceso de inmadurez o defecto de conocimiento, Baby se impone como un relato chirriante cuyas ideas se empantanan en una inane zona central. En ese torpe juego de idas y venidas, su prometedora semilla se desvanece asfixiada sin saber que ser raro no garantiza ser auténtico ni original.