a historiadora y comisaria Miren Arzalluz dirige el museo de moda más prestigioso de Francia, el Palais Galliera. Tras su paso por el Museo Balenciaga y el Instituto Vasco Etxepare , en enero de 2018 tomó las riendas del centro parisino. Y lo hizo en un momento clave, con el objetivo de emprender una reforma integral del edificio que le permitiera doblar su espacio expositivo.
Tras más de dos años en obras, el Palais Galliera está listo para reabrir sus puertas. El museo, con más de 30.000 trajes y vestidos (incluida una de las colecciones de vestuario del siglo XVIII más grandes del mundo), 35.000 accesorios y 85.000 fotografías y documentos de arte gráfico, sigue siendo el templo de moda de Francia.
Las nuevas salas expositivas ocupan un área de 670 m² dividida en dos plantas que se destinarán a albergar grandes exposiciones temporales. Y como no podía ser de otra manera, el Palais Galliera reabrirá sus puertas el próximo jueves, día 1, con una gran retrospectiva dedicada a Chanel, en la que se podrán ver más de 350 piezas icónicas de esta diseñadora que revolucionó el mundo de la moda femenina.
La muestra Gabrielle Chanel, Manifeste de mode bucea en la figura de Coco Chanel, que rompió el corsé que literalmente marcaba el día a día de las mujeres de la primera década del siglo XX. Según ella solía repetir: “Menos es más” o “La sencillez es la clave de la verdadera elegancia”.
La personalidad de la Gran Coco quedó marcada por una terrible infancia; su madre murió de tuberculosis cuando tenía seis años y su padre se desentendió de ella y de sus cuatro hermanos y los envió a un orfanato en la región de Auvernia. Allí creció y aprendió a coser y a manejar el hilo y la aguja.
Llegó a París en 1904 e inició una trayectoria en ascenso que la encumbraría de una forma más o menos rápida hacia el estrellato de la moda. Su verdadera carrera profesional comenzó en 1906, ayudada por su amante Étienne Balsan, un acaudalado heredero textil que le introdujo en la alta sociedad. Pero pronto comenzaría otra apasionada relación con uno de los amigos de Balsan: el capitán inglés Arthur Edward Boy Capel.
En París, Mademoiselle Coco seguía aferrada a la idea de abrir una casa de modas; sin embargo, como Capel no tenía dinero, se vio obligada a pedírselo a su antiguo amante.
Chanel no estaba contenta con las fórmulas de la costura anterior a la Primera Guerra Mundial, y quiso introducir un estilo moderno y cómodo similar al que disfrutaban los hombres. La primera parte de la exposición evoca sus inicios con algunas piezas emblemáticas, como la famosa camiseta marinera de 1916, sus little black dresses (pequeños vestidos negros) y sus modelos deportivos de los locos años veinte hasta los sofisticados vestidos de los años 30.
Una habitación está dedicada al perfume N°5 creado en 1921, la quintaesencia del espíritu de Coco Chanel.
En los locos años veinte Chanel ya marcaba la pauta de la moda en París, pero llegó la Segunda Guerra Mundial. La capital cayó en manos alemanas y tuvo que cerrar la casa de moda. Coco Chanel continuó viviendo en la capital parisina y conoció entonces a un diplomático alemán, Hans von Dincklage, que se convirtió pronto en su amante. En agosto de 1944 fue detenida bajo la acusación de colaboracionismo y, tras este episodio, se exilió a Suiza. Durante los años en que permaneció retirada del mundo de la moda asistió al triunfo del New Look que imponían Christian Dior y Cristóbal Balenciaga.
En 1954 regresó a París y restableció su negocio de alta costura. Tenía 71 años y reaccionó contra la corriente, reafirmó su manifiesto de moda.
En una fría habitación del hotel Ritz de París que le hacía las veces de casa, la gran Coco murió a los 88 años de edad. La muestra Gabrielle Chanel, Manifeste de mode se puede ver en el Palais Galliera de París hasta el 14 de marzo.
El Museo de París, dirigido por Miren Arzalluz, reabre por todo lo alto con una gran retrospectiva dedicada a la gran ‘Coco’