l 11 de junio de 1980 fue el último día en que se tuvo noticia del pamplonés José Miguel Etxeberria Álvarez, Naparra, militante de los Comandos Autónomos Anticapitalistas refugiado en Iparralde. A la mañana siguiente, la familia recibió una llamada de la Gendarmería de Ziburu informándole de que su coche había aparecido en un camino cerca de allí. Patxi, el padre, acudió al lugar a reconocer el vehículo "y cuando los policías galos le preguntaron si quería recoger algo, él, nervioso y confundido, sacó un destornillador y se llevó el volante". "Ese volante ha permanecido en la familia durante estos cuarenta años. Para nosotros es el símbolo de la memoria que les recuerda que sigue desaparecido y que, generación tras generación, deben seguir buscando". Quien habla es el realizador Iñaki Alforja, que codirige junto a Iban Toledo el largometraje documental Historia de un volante, en el que se narra la "desaparición forzosa y crimen imprescriptible" -tal y como lo calificó la ONU - de Naparra y la lucha de su familia por encontrarle y por mantener vivo su recuerdo. El rodaje está muy avanzado y el equipo lanzó a primeros de mayo una campaña de micromecenazgo en la plataforma Verkami para poder afrontar gastos y pagar a varios de los profesionales que participan en el proyecto.
Se cumple en breve el 40 aniversario de un suceso que el Batallón Vasco Español reivindicó como secuestro y asesinato, apuntando, sin concretar, el lugar donde había enterrado el cuerpo de Naparra. Desde entonces, la familia ha vivido en la angustia, la incertidumbre y la lógica necesidad de justicia y reparación, con sucesivas fases judiciales. En 1982, el juzgado de Baiona archivó las diligencias, pero, ante el riesgo de que los hechos prescribieran, la familia interpuso una querella en la Audiencia Nacional, que también lo archivó en 2004. Sin embargo, en 2016, un exmiembro del Cesid reveló en una entrevista dónde podría estar enterrado el cadáver, lo que provocó que el juez Ismael Moreno reabriera el caso ante la petición de la familia, que contó en ese momento con la colaboración del forense Paco Etxeberria. Entonces, en 2017, no se encontró nada, y en 2018 se ordenó una nueva búsqueda, pero aun no se ha llevado a cabo. Hace un par de meses, en febrero de 2020, la ONU volvió a declarar que seguirá investigando el caso.
Micromecenazgo
Hasta el 11 de junio
Sin duda, esta difícil peripecia, marcada por "la valentía y la tenacidad de la familia Etxeberria" y su búsqueda de cuatro décadas es materia "extraordinaria" para un documental. Así lo creen Iñaki Alforja, que conoce a Eneko, el hermano, desde hace mucho tiempo, e Iban Toledo, al que esta historia "le recordaba la de su abuela, que con 100 años todavía recuerda con dolor cómo hicieron desaparecer a su hermano en la Guerra Civil", cuenta el primero. Estas sensaciones personales, junto con los giros que ha dado el caso en los últimos años -con la declaración del crimen como Delito de Lesa Humanidad por parte de Naciones Unidas-, la participación del conocido antropólogo forense y, por último, la muerte de la madre, Celes Álvarez, en 2018 sin poder recuperar a su hijo, decidieron a ambos realizadores a ponerse manos a la obra. "Acudimos al festival Sunny Side of The Doc, en La Rochelle, donde conseguimos la participación de la excelente productora Vrai Vrai", que se sumó a la productora de Alforja y a la de Toledo (On Produkzioak). Además, productoras y televisiones irlandesas han mostrado interés por la película, "y Euskal Telebista y Kanaldude ya están dentro". Por su parte, Gogora, el Instituto de la Memoria del Gobierno Vasco, les concedió una ayuda en 2019 y este año se presentarán a las subvenciones al cine de la CAV y de Navarra. Eso sí, como todas esas ayudas se dan a posteriori, "para poder afrontar los gastos que genera ahora mismo el rodaje necesitamos dinero para ir pagando a profesionales como los músicos y los propios gastos que nos estamos encontrando". De ahí que hayan lanzado una campaña de crowdfunding, que finalizará, justamente el 11 de junio, con motivo del 40 aniversario.
Enfoque
Del presente al pasado
"Esta historia nos interpela como sociedad para decidir cómo enfrentarnos a nuestro pasado y cómo queremos gestionar la memoria colectiva. Eneko recibe de su padre el volante, que es el símbolo de esa memoria que heredamos de las generaciones anteriores y que, en su caso, le obliga a seguir buscando el cuerpo de José Miguel". Y en el documental se plantea el conflicto de saber que si el cuerpo no aparece, "debería pasar ese volante a su hijo de 10 años y dejarle esa pesada carga", señala Iñaki Alforja, que tiene claro que la película "no sería posible sin la enorme generosidad de Eneko y su familia". "Desde el principio nos han acogido y dado todo tipo de facilidades para grabar. Recientemente estuvimos con ellos en la sede de Ginebra de Naciones Unidas y convivimos todos en una pequeña casa en el centro; fue una semana muy emocionante e intensa", agrega. Y comparte una imagen que le ha marcado especialmente durante la filmación. "En el caserío familiar de Lizartza hay un cuadro muy grande, casi de tamaño natural, que ha detenido el tiempo en un José Miguel de 22 años con estética ochentera. En el documental aparece el hijo de Eneko mirándolo y yo me pregunto qué pensará".
La familia también ha compartido su archivo, pero la película, aunque contiene documentación, "habla del pasado desde el presente". En ese sentido, además de en Suiza, el equipo, formado por Alforja, Toledo y la productora Lucía Ezker, ha rodado en Pamplona y en el caserío de Gipuzkoa, así como en Iparralde, donde "todavía nos queda mucho por grabar", concretamente en los escenarios donde ocurrieron los hechos. Y han hablado con personas, varias de las cuales "no habían hablado desde entonces y lo hacen para nosotros", siendo "muy generosas con sus recuerdos y su tiempo". Y es que para los directores es importante "trasladar correctamente el ambiente conflictivo de aquellos años 80", además de reflejar "cómo era ese mundo de las fronteras, de las personas refugiadas, de la violencia cotidiana", pero también "cómo eran las visitas de las familias y de las personas queridas".
En cuanto a las similitudes del caso de Naparra con otros de personas que muy posiblemente también sufrieron terrorismo de Estado, el director pamplonés comenta que las encuentra más con lo sucedido con Lasa y Zabala que con Pertur, por ejemplo. "Lasa y Zabala fueron secuestrados en Baiona, torturados, asesinados, y sus cuerpos enterrados en Alicante". En cualquier caso, es partidario de que la sociedad sepa qué sucedió con todos estos acontecimientos, y menciona también a Popo Larre, a Tomás Hernández y a los tres jóvenes gallegos José Humberto Fouz Escobero, Jorge Juan García Carneiro y Fernando Quiroga Veiga.
Estrenar este año
La posibilidad del Zinemaldia
En estos momentos, y dado que "hemos hecho un buen trabajo de preproducción, ya tenemos rodada una tercera parte". El covid-19, como no podía ser de otra manera, ha ralentizado lo que queda, pero "nos gustaría estrenar la película este año coincidiendo con el 40 aniversario de cuando José Miguel fue hecho desaparecer". El Festival de San Sebastián siempre ha estado en mente del equipo, pero habrá que ver si llegan a tiempo, y después hará un circuito de festivales de Argentina, Chile e Irlanda que mostraron interés desde el inicio del proyecto. Lo que ya tiene asegurado es su pase en Euskal Telebista y en Kanaldude, "y esperemos que algún canal francés se sume antes de final de año".
Para el realizador, contar esta historia hoy es importante porque cada ciudadano, independientemente de su edad, "llega a una sociedad que ha vivido de manera colectiva una serie de hechos sin los cuales no puede entenderse". "Un ejemplo claro son los Sanfermines del 78, el asesinato de Nagore Laffage o la violación de la Manada, por citar hechos traumáticos con un fuerte impacto social sin los cuales no puede entenderse Pamplona", dice, y hace referencia a una frase de Amnistía Internacional: "Cuando una persona es hecha desaparecer, en su familia y en la sociedad ya nada será igual". Alforja quiere creer que esa máxima es cierta, del mismo modo que defiende el cine como una forma de romper con el relato único de la realidad, que "me da terror". Y aquí cita a Patricio Guzmán: "Una sociedad sin documentales es como una familia sin álbum de fotografías".
"Esta historia nos interpela como sociedad para decidir cómo queremos gestionar nuestra memoria común"
Codirector de 'Historia de un volante