- La pandemia del coronavirus ha conseguido provocar un tsunami en los medios de comunicación que de forma mayoritaria se han volcado en una situación tan alarmante como inquietante. Xabier Lapitz ha descubierto, igual que otros muchos colegas, que es posible trabajar de otra forma y a distancia. A punto de colocar el cartel de los 1.000 programas, comenta con DNA cómo han sido para él las últimas semanas bajo el estado de alarma sanitaria.
¡Vaya año! Sorpresa tras sorpresa en todos los sentidos.
—¡Quién lo iba a decir! Cuando en septiembre nos planteábamos que íbamos a tener una temporada que ya imaginábamos movidita, no esperábamos todo lo que se avecinaba. Ha sido mucho más de lo que creíamos.
Entonces solo hablábamos de política.
—En Euskadi había un panorama que no se veía claro y que ha terminado siendo totalmente incierto a día de hoy. Parece que vamos a elecciones en verano, pero aún no está todo claro. Tuvimos la crisis del vertedero de Zaldibar, fue una gran sacudida. Además del drama personal de los desaparecidos, Alberto y Joaquín, también ha sido un momento de reflexión sobre si estábamos haciendo las cosas tan bien como creíamos en un sector tan importante como es el medio ambiente.
—Y sin un respiro llegó el coronavirus para colapsar y desbaratar el mundo tal y como lo conocíamos, ¿no?
Sí, enseguida enganchamos con la crisis de esta pandemia. También hay que recordar que antes de finalizar el año tuvimos las elecciones españolas. Ha sido un carrusel de acontecimientos que nos han obligado a no poder coger literalmente ni un día de descanso.
¿Llegará algún día para los medios de comunicación el desconfinamiento del coronavirus? La información sobre este tema es una auténtica pandemia.
—Estoy convencido de que sí. De hecho, se está girando de lo que es la crisis sanitaria hacia los aspectos derivados de esa situación. Creo que los medios de comunicación ya hemos pasado a la siguiente fase: consecuencias económicas, sociales y políticas que ha desencadenado esta pandemia.
La crisis sanitaria no está solventada.
—Exactamente. A mí me da un poco de miedo. No hago más que escuchar eso de “no nos confiemos que tenemos virus para rato entre nosotros”.
¿Sufrimos paranoia? Quien tose en la calle es mirado prácticamente como un delincuente. Muchas voces dicen que se ha pecado de alarmismo.
—Pienso que no había otra posibilidad. Era necesario tomar esas medidas drásticas al inicio. Lo primero era intentar parar esa sangría de víctimas, ha sido terrible; y de frenar los contagios. Los números son enormes y detrás de esos números hay personas, proyectos vitales truncados, gente a la que se le ha ido la vida cuando tenía aún expectativas para disfrutar. No hay que deshumanizar las cifras porque detrás de ellas hay muchas vidas perdidas. No estoy tan de acuerdo con la paranoia.
Parece que hemos entrado un bucle más propio de una película que de la realidad.
—Claro. Hemos entrado en una película casi, casi, de ciencia ficción de golpe. Es normal que esta situación que aún estamos viviendo tenga efectos psicológicos en cada uno de nosotros y también efectos sociales en el conjunto de la ciudadanía. No es que sea una paranoia, es que la situación es muy grave.
Hemos asistido, algunos con asombro e indignación, a las luchas de poder. ¿Ha estado la clase política a la altura de las circunstancias o se han buscado réditos electorales en medio de un drama social?
—Suele ir por barrios, como todo, y generalizar no es lo mejor. Creo que las excepciones las deberíamos dejar en el lugar que les corresponde, en el de las excepciones. A mí me parece que es dificilísimo gobernar en estos momentos, de la misma forma que me parece dificilísimo hacer oposición responsable con una situación como la actual.
En otros países ha dado la sensación de que Gobierno y oposición se han entendido mejor.
—No lo sé. Gobierno y oposición lo tienen muy difícil. Hay que tener en cuenta que es una situación novedosa, inexplorada, se ha ido caminando por acierto/error, acierto/error. No se puede limitar el derecho de crítica a la oposición…
Tampoco se puede pasar de frenada aunque se esté en la oposición, ¿no?
—No, claro que no. Si te pasas de frenada en la oposición apareces como un irresponsable que tampoco serías capaz de gobernar esta situación si te tocara. Supongo que Gobierno y oposición han estado midiendo mucho lo que hacían. Es una situación endiablada para cualquiera, para Gobierno y oposición.
¿Hemos estado a la altura de las circunstancias los medios de comunicación?
—Igual que los políticos, hay de todo. Pero yo solo voy a hablar de lo que hemos hecho nosotros desde nuestro programa, el resto allá ellos, que cada uno juzgue lo suyo, yo no me atrevo a hablar en nombre de todos. En Jake ha tratado de dar, sobre todo en los momentos críticos, mucho servicio público. Nos anticipamos bastante. Antes de que llegara a Euskadi el primer caso de coronavirus, estábamos haciendo monográficos sobre este asunto porque se veía venir.
¿Lo veían venir con tanta intensidad?
—No sé qué decirte. Nosotros estábamos avisando de lo que se veía primero en China y después en Italia. ¿Por qué nos íbamos a librar nosotros? No somos un mundo aparte y era esperable que en algún momento nos llegara. Pero al final todo llegó de sopetón y a todos nos cogieron por sorpresa todas las medidas que tuvimos que tomar. Llegó el teletrabajo, toda la Redacción dispersada, yo dirigiendo el programa desde casa… Hemos aprendido mucho, hemos cometido errores, tendremos que revisarlos, pero estoy satisfecho con los resultados.
A pesar de que el coronavirus les ha aguado la fiesta, el jueves celebran el programa número 1.000. ¿Había mucha gente que apostaba al principio por ‘En Jake’?
—Yo sí. El equipo también. Ja, ja, ja… Pero éramos parte interesada. Había mucha gente que no, tienes razón en tu pregunta. Pero lo importante ha sido que los que tenían que apostar, sí lo creyeron.
¿Lo importante era la bendición de ETB?
—Claro que sí y, fundamentalmente de la audiencia. La audiencia ha sido esencial para llegar año tras año a los niveles en los que estamos. La media de temporada está ahora en un 10,4%, décima arriba, décima abajo. Teniendo en cuenta cómo empezamos la primera temporada y cómo estamos llevando esta, podemos decir que es un producto consolidado. Se puede mejorar, tiene que mejorar, tiene que crecer, no nos podemos despistar…
Entonces, el balance…
—Es el de una criatura que ha crecido con buena salud.
¿No echa de menos la radio?
—Escucho mucha radio. Ja, ja, ja… Sí, en algún momento echo de menos la radio, pero es verdad que el formato televisivo que nosotros hacemos y, concretamente, el papel que tengo yo en la mesa es casi el que haría en un programa de radio visual. El mono del directo no lo siento, tengo el cupo hecho.
¿Tiene ganas de acabar esta temporada tan especial y cogerse unas vacaciones?
—Ahora mismo no lo sé. En Navidades nos pilló toda la situación del Gobierno español; en Semana Santa, confinados y con mucho trabajo… A día de hoy no sabemos con seguridad si las elecciones serán en julio o irán al otoño. En cualquiera de las dos fechas, la actualidad política en Euskadi va a estar al pil pil; no se sabe qué va a pasar con la evolución de la pandemia; hay que estar muy atentos a todas las derivadas económicas y sociales… He comprobado que hacer un plan de vacaciones hace tiempo que no sirve, nuestra obligación es estar al pie del cañón cuando hay temas que contar.
La pandemia es un drama, sobre todo humano, pero en su caso ¿ha disfrutado del trabajo informativo durante las últimas semanas?
—Me ha pasado algo que no me ocurría hace mucho tiempo, no estar pendiente de los datos de audiencia. Estábamos todos tan centrados en la responsabilidad que teníamos de hacer las cosas bien que los datos no importaban tanto.
Muchos han acusado a los medios de alarmismo.
—Cada uno que juzgue con sus criterios. Nosotros teníamos que decir que era grave, pero no el apocalipsis; teníamos que decir que de esto también se sale…
¿Está seguro? ¿Cómo?
—No sé cómo, pero sí estoy seguro de que saldremos. Fíjate lo centrado que estaba que no he disfrutado ni de los buenos datos. No me importaba el dato del día a día, me importaba más sí habíamos hecho un buen trabajo o no. Ha sido un momento muy, muy, especial. Tenemos que ponernos de frente y mirar al futuro.
Esta pandemia, más que mirar al futuro nos ha hecho mirar de frente al presente, vivir el día a día.
—Futuro siempre hay, pandemias siempre ha habido, la última gorda fue hace 102 años, no va a ser la última y espero que las próximas nos pillen mejor preparados, pero yo confío en nuestra capacidad de supervivencia.
‘Nueva normalidad’, es una expresión muy manida, pero en cierta forma desprende inquietud y parece sacado de una distopía de ficción.
—Es que estamos viviendo una película distópica. Lo de la nueva normalidad no me acaba de convencer, lo normal es algo que ya conocemos. Por lo tanto si dices nueva normalidad y no la conocemos, no puede ser del todo normal. ¿Vamos salir distintos? Sí. ¿Radicalmente distintos? No. Habrá cosas nuevas después de esto, pero no vamos a poner nuestras vidas patas arriba. Cada sector aportará cosas nuevas, pero también se mantendrán cosas de antes. Todos hemos aprendido mucho con esta pandemia.
“Llegó el teletrabajo, toda la redacción dispersada, yo dirigiendo desde casa… Hemos aprendido mucho”
“Me ha pasado algo que no me ocurría hace mucho tiempo, no estar pendiente de los datos de audiencia”
“Los medios ya hemos pasado a la siguiente fase: consecuencias económicas, sociales y políticas”