- Un confinamiento, una guitarra, un cubo de fregar y un móvil son elementos más que suficientes para que tres músicos de Barcelona consigan, a base de buen rollo y “muy poca vergüenza”, pasar del casi anonimato a agotar en apenas diez minutos las entradas de su primer concierto, que tendrá lugar el 31 de julio en la sala Apolo de la ciudad condal.
Son Rai Benet, Guillem Boltó y Klaus Stroink, tres compañeros de piso que el 14 de marzo decidieron hacer un directo en Instagram cantando en su terraza la primera de las #confinationsongs (canciones de confinamiento), como las han bautizado en una suerte de spanglish. Tres semanas después, los Stay Homas son ya la banda sonora de la cuarentena. Su nombre lo advierte en un inglés con cadencia reggae: quédate en casa. Mientras, “hasta que amaine” -como cantan en compañía de Pablo Sánchez, de Ciudad Jara-, ellos intentarán buscar “ese poquito de parte buena que tiene lo de estar confinados, como disfrutar de uno mismo o tener tiempo para ser creativo”. En sus temas, le cantan al confinamiento y a lo que vendrá después, en una mezcla de lenguas (catalán, castellano, inglés y hasta portugués), desde la “espontaneidad” y con “un toque de humor, que estos días escasea”. “Lo que intentamos es que la gente vea algo bueno en estar en casa encerrados o en estar solos”, cuentan en una entrevista. “No es buenrollismo barato” del que vende que todo está bien, dicen, porque son conscientes de que “no está bien. Es una mierda de situación para todo el mundo y hay gente que lo está pasando mucho peor”.
En el caso de los Stay Homas, menos es más, y con los pocos instrumentos que tienen por casa -más los que ellos mismos se inventan, como tapas de sartén o botes de especias- son capaces de adaptarse a estilos musicales tan variados como la bossa nova, el trap, el reggae, el funk o el flamenco. Admiten, entre risas, que hacer música con un cubo y una guitarra es “una limitación”. Quizá por ello, algunas veces también se unen a la fiesta la trompeta de Klaus y el trombón de Guillem.
Las colaboraciones son otro de los sellos de identidad de los Stay Homas. Y las hacen como se hace todo en tiempos de cuarentena: vía WhatsApp. “Les decimos ‘mira, hablaremos un poco sobre esto’, y ellos hacen su parte de estrofa y a veces meten mano en el estribillo”, explican. Cuando se graba el tema en la terraza, solo queda darle al play y reproducir el vídeo. El Kanka, Sara Socas, Nil Moliner, Josep Montero (Oques Grasses), María José Llergo, Judit Neddermann y Panxo (ZOO) son solo algunos de los nombres que conforman una lista de colaboradores que no hace más que crecer a medida que avanza el confinamiento. Al principio, los Stay Homas prometieron lanzar un vídeo diario, pero hace rato que eso se convirtió en tarea imposible. “Si hubiéramos sabido que íbamos a estar (confinados) hasta mayo, igual no habríamos dicho que haríamos una canción cada día”, ríen.
Ahora, los esfuerzos se centran en grabar los temas con mayor calidad para subirlos a las plataformas digitales, “por petición popular”. Además de su proyecto en común, todos forman parte de otros grupos: Klaus (trompeta) y Rai (bajo) tocan en Buhos y en la banda de Nil Moliner, y Guillem (trombón) hace lo propio en Doctor Prats. “Nos tienen que perseguir un poco, pero vamos trabajando lo que se puede telemáticamente”, comentan sobre ellos.
Cuando se decretó el estado de alarma, los tres estaban de vacaciones porque habían acabado sus respectivas giras. “Hacíamos poca cosa de provecho -confiesan-. Pero ahora es todo lo contrario. Ahora es full day pensando en sacar el tema, escribir la letra, hacer una entrevista, hablar con no sé quién... Estamos mucho más ocupados que antes”. Sus seguidores se cuentan ya en cientos de miles y son de todas partes, desde Indonesia hasta Chile o Estados Unidos. Más de mil de ellos agotaron, diez minutos después de que salieran a la venta. Tienen fans en todo el mundo, pero Guillem, Klaus y Rai coinciden en señalar a su fan predilecto: Rubén Blades, “una eminencia de la música latina”. Han pasado de estudiarlo en el conservatorio a que sea él quien escuche y recomiende sus canciones. Y, claro, les “explota un poco la cabeza”.