Vitoria - Primero en Gasteiz y, dos días después, en Jaca. Se cumplen ahora diez años de la publicación del disco Espacio abierto y el trío conformado por el donostiarra Iñaki Salvador, el madrileño José Vázquez Roper y el malagueño Francis Posé se reúne para celebrarlo. En la capital alavesa, el encuentro con el público se producirá mañana en el Dazz a partir de las 19.30 horas.
¿Qué es lo que se va a poder encontrar el público?
-Hemos tenido como un precioso ataque de nostalgia o de celebración puesto que es el décimo aniversario del disco que tenemos en común, Espacio abierto. Fue un trabajo que tuvo mucha repercusión y que supuso hace diez años una amplia gira de conciertos. Al Palacio de Congresos de Jaca le pareció muy atractivo ese enganche del aniversario y nos ha invitado a estar en su programación. Cuando apareció ese concierto me pareció una oportunidad de oro para ir al Dazz, que es un lugar donde todavía no me he estrenado aunque Beñat Lasagabaster se ha puesto en contacto conmigo varias veces. Para mí es una alegría estrenarme allí. Tenía ganas porque tengo muy buenas referencias.
Pero ni ustedes ni el álbum son los mismos de hace diez años. ¿Va a cambiar mucho?
-Es una pregunta que te contestaré el viernes (risas). En nuestros conciertos siempre hay un componente grande de frescura. Nos gusta incluir un tema inesperado o... El disco está basado en temas propios. En su día teníamos claro que queríamos hacer una aportación, no hacer un trío de standards al uso. Somos tres personas que componemos de una manera bastante contrastante. Las composiciones de Roper siempre están muy en la onda del free jazz o del jazz muy abierto. Son composiciones muy minimal, con muy pocos elementos cerrados a partir de los cuales hacemos libre improvisación. Quieras que no, la música de Posé tiene mucho color de flamenco. Y en mi caso... aporté una ezpata-dantza, así que con eso lo digo todo. Somos bastante fieles a esas tres líneas de trabajo. Aunque vamos a hacer el disco, es un repertorio que nos lleva a caminos muy abiertos.
¿A día de hoy, se siguen identificando en ese disco?
-Sí, claramente. Es verdad que cuando hicimos el disco ya no éramos unos jovencitos. Yo ahora tengo 57 años y mis compañeros no son más jóvenes. Para lo bueno y para lo malo, ya éramos músicos maduros, en el sentido de que teníamos bastante marcada nuestra forma de hacer. Así que si alguien se pregunta si va a encontrarse mañana grandes sorpresas, la respuesta es que no. Tocamos ahora igual que entonces. Fue una alegría entonces y lo sigue siendo ahora. Son tres mundos diferentes que conforman una mezcla muy explosiva que supone que el tópico de que todos los conciertos son distintos cada noche, que no siempre es del todo cierto, en nuestro caso sí se cumpla. Somos bastante explosivos y expresivos en la manera de tocar.
¿Puede surgir la chispa en este encuentro temporal para afrontar un nuevo álbum?
-Puede pasar. Que el disco sea de hace diez años no quiere decir que no hayamos tocado juntos en este tiempo. Y lo de hacer un nuevo disco, siempre está rondando. Las ganas están, de hecho. Con todo, hace cuatro años, los tres junto al saxofonista Kike Perdomo hicimos un proyecto que se llamó Collective con el que editados un disco. Y ahora podría darse el caso de que nos planteemos otra vez algo en trío o con algún invitado.
Los tres son músicos con muchos proyectos que se desarrollan de manera paralela y además en distintas áreas. ¿Este paréntesis es una válvula de escape, aporta a esas otras ocupaciones, es otro trabajo más...?
-Todo se retroalimenta. Yo trabajo tocando jazz, que me apasiona. Pero es verdad que me muevo en otras áreas como puede ser el hecho de componer música para cine, danza y teatro, por ejemplo. Y todo está conectado. El aprendizaje que he tenido componiendo música para lo audiovisual veo que luego me ha aportado a la hora de hacer jazz, y viceversa. No es solo trabajo, es decir, ahora hago esto, luego lo otro, después... Todo lo que haces tiene mucha relación y te hace comprender la música de una manera muy integral.