Vitoria - Cada semana, Guiologia se cita en un club de Madrid para proponer a músicos y espectadores disfrutar y compartir jam sessions. Hoy, el proyecto hace un alto en el camino para acudir a la capital alavesa y encontrarse con el público a partir de las 19.30 horas en el Dazz.
Su última visita a las tablas de la calle Cuchillería fue hace medio año, ¿verdad?
- Sí, con Tony Glausi, un trompetista joven que es espectacular.
Vuelve a un sitio que conoce bien, que, como buen club pequeño, genera una atmósfera especial más allá de los grandes formatos.
- Lugares como el Dazz, para mí, son la esencia de esto. El público está más cerca, todo es más recogido y se va a eso, a la esencia. Además, en el caso concreto del Dazz, el trabajo que está haciendo Beñat Lasagabaster está siendo impresionante para la ciudad de Vitoria, máxime tal y como está ahora el mundo del jazz. En Madrid ya no hay locales de jazz. Están cerrando todos. No quedan jam session salvo excepciones, como es mi caso, que tengo la suerte de tener todas las semanas una. Estos clubs son los herederos de aquellos donde se inició esta música. Los festivales están muy bien pero la esencia la tiene que mantener el club, ese local pequeño donde hasta puedes hablar con el músico.
¿Con qué se va a encontrar el público que acuda esta tarde a verles?
- Lo que se va a encontrar es música hecha con energía. Es el concepto que tenemos. Así de concreto y así de genérico, y complicado de explicar. Es un concierto en el que, desde el minuto uno, todo es energía.
Como decía antes, el proyecto tiene su cita semanal en Madrid, en una jam session, que será un gusto pero también un trabajo importante para estar siempre a la altura. ¿Cómo lo vive?
- Siempre es un trabajo que nos pone las pilas. Está muy bien, pero es evidente que cada vez hay que estar dando el callo, sobre todo porque unas veces vienen unos músicos, otras vienen otros, y otras, ninguno (risas). Hay quien te viene y te pregunta: ¿puedo tocar algo de Sting?. Y bueno, hay que lidiar con todo. Al final estamos al servicio de la jam que estamos ofreciendo, pero también aprovechando para desarrollar nuestro proyecto porque esto nos permite ensayar en directo todos los miércoles.
De todas formas, Guiologia es uno de los muchos proyectos en los que está metido. ¿No es un tanto esquizofrénico, más allá de que sea necesario para poder seguir adelante en lo profesional?
- Es el trabajo que nos toca. Afortunada o lamentablemente, no cambio mi vida por nada. Por supuesto que tengo amigos o hay gente a mi alrededor que tiene otro modo de vida y, también, más seguridad a nivel económico. Pero el músico tiene que estar así, máxime en este país. Muchas veces estamos en manos de hosteleros y eso te hace estar a veces jodido, con gente debiéndote dinero... pero, bueno, eso también es bonito porque te obliga a no parar, aunque tengas que hacer proyectos que igual no te llenan del todo. Pero bueno, también hay albañiles a los que no les gusta cómo se hace una obra, pero oye, el cliente lo quiere así y ya está. En todos los casos, tienes que dar lo mejor de ti.
Al alumnado que tiene en su faz pedagógica, cuando está camino de ser profesional, y ante ese panorama del que hablaba, ¿mejor decirle que se de la vuelta o que vaya hacia adelante?
- Siempre, siempre, hay que apostar. Incluso aunque tengas todo seguro, no sabes si lo que quieres hacer te va a salir bien. Puede que hoy me muera antes de llegar a Vitoria y no haga el bolo. Quiero decir, que tienes que seguir adelante y ya veremos qué pasa. Además, esta música que hacemos esta viva todo el rato y la vida que nosotros tenemos en torno a ella responde a lo mismo.
Por cierto, ¿qué recuerdos le quedan de su etapa de formación donostiarra en Musikene?
- Para mí fue un cambio brutal porque yo estudiaba aquí en Madrid en el conservatorio clásico. El saxo siempre me pedía hacer música moderna y Musikene era, entonces, de los pocos sitios que en los que podías hacer la formación que yo buscaba. Estar allí fue conocer a muchos músicos y adentrarme en un lenguaje que nunca me habían enseñado más allá del contacto que tenía a través de los discos que escuchaba. ¿El recuerdo que tengo del País Vasco? Es que es un sitio increíble, donde se hace música muy interesante y te encuentras gente con mucha cultura.