donostia -¿Cómo surge la oportunidad de actuar en el Théâtre des Champs-Élysées París?

-Hay varios impulsos. Por un lado, la apuesta decidida de internacionalización, que comparte el Gobierno Vasco junto con los intereses propios de la dirección de la Orquesta. En segundo lugar, en su día comentamos con el Gobierno Vasco en llamar la atención sobre la OSE, en la medida en la que es un instrumento cultural vivo de primer nivel del país, en relación a la finalización de la lehendakaritza de Aguirre en París en 1939. La idea original era que este concierto hubiese tenido lugar el año pasado; pero por una serie de cuestiones, por poco, ha sido así.

La OSE tampoco se había estrenado nunca en París.

-El último motivo es que la Orquesta no había sido presentada en París. La capital gala siempre ha tenido una importancia fundamental como referencia cultural natural en el panorama musical vasco y también en todo el territorio fronterizo, como en Catalunya. Pero París ha sido referencial no solo por una cuestión transfronteriza, sino también porque parte del territorio euskaldun se ubica en el Estado francés. París es más que una plaza importante para la Orquesta y esta nunca había actuado allí. Por todos estos motivos, y aprovechando una coproducción con una empresa que programa en París, hemos viajado hasta allí.

En marzo, además, marchan a Estambul.

-Sí, el 9 de marzo. Interpretaremos gran parte del programa que acabamos de concluir con la 9ª sinfonía de Bruckner, los tres primeros movimientos y el concierto de violín de Max Bruch con Alena Baeva. La particularidad de Estambul es que, por la fecha que nos ofrecieron, Robert Treviño no podrá dirigir a la Orquesta por una cuestión de agenda. Iremos con Hans Graf, que es alguien que está vinculado a la Orquesta: fue director titular. Existe una gran conexión y respeto entre ambos directores; Robert Treviño está encantado de que sea Hans Graf quien le sustituya.

Cuando habla de Bruckner y de Bruch, se refiere a 'Un ángel', el penúltimo programa que ha interpretado la OSE en el que iba a participar Frank Peter Zimmerman en los conciertos de Euskal Herria. Una lesión se lo impidió.

-En este mundo de la música sinfónica, es algo que sucede. Todos podemos tener accidentes. Lo que ocurre es que, en el caso de alguien que tiene que trabajar con su cuerpo de una manera tan profunda, afecta más. Siempre hay alguna cancelación y no digamos si se trata de cantantes, casos en los que el instrumento es su voz. Solemos ser ágiles y buscar soluciones. En este caso, la que hemos encontrado ha sido añadir el cuarto movimiento de la 9ª sinfonía de Bruckner.

¿Era Zimmerman una de las estrellas de la temporada?

-No me gusta hablar de estrellas. La altísima calidad de Frank Peter Zimmerman va acompañada de una manera de ser como artista en la que la palabra estrella no le encaja. Es decir, cuando pienso en él pienso en honestidad, en profundidad, en altísima calidad, en diferenciación? Es cierto que es un gran nombre, pero no me gusta hablar de estrellas.

La temporada 2019/2020 se construye sobre la idea de 'Viaje a lo desconocido'. No es muy habitual que se haya iniciado sin que el público supiese qué era lo que iba a escuchar.

-Tengo la obligación de pensar la orquesta para un plazo de diez años, aunque pueda pasar, evidentemente, que yo quizá no esté aquí. Llevo cinco años y medio como director general y he procurado ir repensando nuevas relaciones con el público, nuevas interrelaciones internas en lo que significa el sistema de toda la Orquesta. Por lo tanto, ese primer programa respondía a ese interés de sacudirnos un poco; queremos que la gente esté atenta y se dé cuenta de que estamos dispuestos a ampliar nuestro abanico como una orquesta que se mueve desde no rechazar la tradición hasta explorar un viaje a lo desconocido. Se trata de estar abiertos a configurar programas en modelos distintos. Y, sobre todo, queremos mejorar e implementar la relación con nuestra masa crítica, con nuestro público, desde el más fiel abonado al esporádico.

¿Cómo se construye el programa de una temporada?

-La construimos junto con Robert Treviño. Evidentemente me interesa que él como artista se pueda expresar, no solamente con la batuta desde el pódium, sino desde la programación. Trabajamos en colaboración constante y diaria desde hace cuatro años.

El programa de abono actual, con el que han viajado a París, se titula 'La tierra' y contiene 'La canción de la tierra' de Mahler. Robert Treviño es conocido por ser un experto en este último.

-Antes incluso de que él iniciara su primera temporada, tuvimos grandes conversaciones. Esta gran Orquesta tiene un recorrido de país y, por lo tanto, solo ofrecemos de diez a once programas distintos. Las orquestas sinfónicas suelen tener un recorrido mayor, de entre 18 y 20 programas distintos. Debido a nuestro contexto, hay multitud de obras fundamentales del repertorio internacional que la OSE nunca ha visitado y ese era uno de mis intereses cuando hablé con Treviño. Esta será la primera vez que la OSE interpreta La canción de la tierra, de Mahler. Cualquier orquesta siempre descubre repertorio, faltaría más, pero en nuestro caso creo que es muy interesante para el público. En ese sentido, también lo hemos expresado con la presentación del cuarto movimiento de la 9ª Sinfonía de Bruckner; alguno puede decir que es controvertido y discutido, pero todo el mundo la ha valorado, porque significa la presentación de algo nuevo que también están haciendo otros conjuntos de gran nivel como la Filarmónica de Berlín.

¿Por qué es controvertido ese cuarto movimiento?

-Una serie de musicólogos localizaron documentación que estaba dispersa y en la que había anotaciones para la confección de ese cuarto movimiento que Bruckner dejó sin hilvanar. Parece ser que tras su muerte, mucha gente pasó por su casa y se llevó documentación como si fueran postales. Se ha podido reconstruir tras muchos años. Si hay alguien que ha añadido 30 compases que no son de Bruckner pero que sirven para enlazar alguna transición, pues bueno, puede ser discutible o no, pero esto ocurre en la música.

¿Qué destacaría de lo que queda de esta temporada?

-La pregunta se me hace difícil. Estamos en medio de uno de los momentos estelares de esta temporada, que es La canción de la tierra, de Mahler; es su gran obra póstuma y la gran obra que expresa muchísimas cosas. A aquellos que no son mahlerianos por la manera de escribir del compositor, esta obra les atrapa de una manera muy contundente por su profundidad y por la manera en la que trata las texturas de la orquesta. Además, de cara a próximas fechas estoy ansioso en poder presentar al director Georg Mark y al violinista Augustin Hadelich. Hacia el final de la temporada presentaremos a Mei-Ann Chen con una programación con una música tan popular y revisitada como es Sheherezade, de Nikolái Rimsky-Korsakov. Esta temporada, con su conclusión con la 2ª Sinfonía de Mahler, será difícil superar (ríe).

Todas las temporadas son distintas.

-Me gusta que tengamos una serie de proyectos que navegan en cada una de las temporadas, pero luego también hay líneas de largo recorrido que desde que comenzó Robert Treviño vamos recorriendo. Es el caso de esta línea mahleriana que todo el mundo percibe y que nos define como orquesta, así como su sonido.

¿Cuántos abonados tiene la OSE?

-Siempre hablamos de entre 6.000 y 7.000, pero realmente estamos alrededor de los 6.900.

¿Saben cuál es el perfil del abonado?

-El tema de la relación con el público es uno de los grandes hitos que yo me marco de cara al futuro, sobre todo, en referencia a cómo mediante nuevas herramientas podemos llegar al público de una manera mejor, más moderna, más ágil y tener un feedback mucho más inmediato. El de la OSE es un público, generalmente, mayor. La naturaleza del perfil del público es algo que tenemos que conocer pero que no me obsesiona mucho. Sabemos que si tuviera que trazarse un perfil, habría más mujeres que hombres.

Se lo preguntaba porque la OSE, como cualquier conjunto, necesitará también una renovación del público.

-Esto no es como la sustitución de un ejército por otro. No me obsesiono demasiado por este aspecto. Entiendo que la reflexión individual que comporta el querer experimentar y explorar la presencia en un concierto es algo que tiene que ver con una madurez cultural. Es decir, un concierto de música clásica, por utilizar el término habitual, no es una actividad de ocio liviana y de entretenimiento, es una actividad que en determinados momentos exige un esfuerzo. Existe un axioma falso: Es que yo no entiendo lo que escucho. No hay que entender, hay que atreverse. Me suele gustar no hablar de la relación con la sociedad, sino de vínculo. Creo que la OSE está vinculada a la sociedad. Vínculo es una palabra que me conecta más con aspectos emocionales, que son los que están detrás del soporte, el aval y el amor de la sociedad vasca hacia su Orquesta.

¿Qué es lo que demanda el público?

-Hemos concluido una encuesta muy extensa al público en la que hemos intentado llegar a todos y cada uno. En este sentido, también hemos dado la oportunidad de que opinen sobre la programación. La tendencia habitual es tener una preferencia por el repertorio habitual. ¿Por qué? Porque estamos siempre más predispuestos a reconocer que a conocer. Creemos que parte de nuestra labor es hacer esa combinación entre dar a conocer qué se está componiendo en casa, cuáles son las tendencias musicales de valor en el panorama internacional y no olvidar para nada la posición de la Orquesta hacia un repertorio habitual que le es propio.

¿Cuántos músicos componen la OSE?

-91.

¿Cuál es su origen y perfil?

-Nosotros hacemos audiciones abiertas a todo el mundo. Casi un 30% son nacidos en el país; por suerte contamos con una gran preparación musical en casa, algo que nos satisface mucho. Alrededor de un 20% son de nacionalidad francesa, se ven atraídos por la cercanía de la Orquesta para con la frontera. Hay más nacionalidades, pero diría que tienen un punto anecdótico: hay dos miembros de nacionalidad china, una persona de nacionalidad turca... Es una Orquesta muy equilibrada desde el punto de vista humano.

¿Han detectado en las audiciones un aumento entre los candidatos extranjeros?

-No. No ha habido un gran cambio. Lo que sí hemos visto es que cada vez hay más calidad en las audiciones que hacemos. En el pasado hemos tenido convocatorias que dejamos desiertas, pero desde hace un tiempo recibimos más calidad.

¿A qué se debe?

-Tenemos nuestra teoría. Las orquestas en general tienen un efecto de comunicación a nivel internacional y, sobre todo, el director titular que está al frente es el gran faro para que alguien tome la decisión de audicionar. Las referencias que tienen de la OSE a nivel internacional son el motivo de la gran calidad de los artistas que vienen.

En 2018 renovaron el contrato de Robert Treviño hasta 2022. ¿Qué es lo que le gusta de él?

-Desde que fui a verle dirigir a Munich, supe que era un grandísimo director. Es un trabajador incansable y, sobre todo, tiene un compromiso con la Orquesta que es encomiable. Diría que tiene un compromiso que trasciende la Orquesta, tiene un compromiso de país. Tiene un interés muy grande en poder dejar un legado aquí.

¿El nombre de Robert Treviño abre a la OSE puertas en el extranjero?

-Sí. Es un sí sin paliativos.

Se dice que desde que Robert Treviño dirige la OSE, esta suena mejor. ¿Coincide?

-Sí, la OSE está en una posición de estabilidad y largo recorrido. La Orquesta con el director y el director con la Orquesta están conformado un gran equipo. En este sentido, estoy muy satisfecho. Robert Treviño es un director que exige mucho, pero los músicos entienden que esa exigencia no es gratuita; tiene que ver con la pasión por poder expresar exactamente lo que él quiere y con la perfección y calidad que busca.

La OSE cuenta con un proyecto para grabar un disco con Robert Treviño.

-Sí, grabará obras de algunos compositores norteamericanos. Es algo que acometeremos la temporada que viene bajo el sello Ondine.