Vitoria - Aunque no está del todo definido, el cuadro "seguramente mostrará unas manos agarrando una cabeza", vislumbra Gustavo Almarcha. La creación de esa obra va a ser, por así decirlo, la excusa de la que se va a servir el director Aitor López de Aberásturi para rodar en febrero el cortometraje documental Buruak, una aproximación sin palabras y a través del lenguaje cinematográfico a la forma de hacer y de ser del pintor.

A lo largo de cuatro jornadas, el equipo de grabación y el artista se encerrarán casi de manera exclusiva en el taller que Almarcha tiene en la capital alavesa, aunque está previsto también rodar algunas partes en las calles de Aranbizkarra. "No se trata de un biopic ni nada por el estilo", sino de un acercamiento a la persona y a su obra, todo ello relatado con un "ritmo sereno", explica el realizador, quien además comparte con Ainhoa Urgoitia las labores de guión y producción. De hecho, a esa cadencia se quiere contribuir con la ausencia de palabras y el juego de los sonidos y silencios, un diálogo al que también va a aportar la banda sonora compuesta por el músico Bingen Mendizabal.

Como describe el propio realizador -que cuenta ya con una significativa experiencia a la hora de llevar los trabajos de la cultura y la obra de los artistas a la pantalla-, su interés con esta nueva producción también pasa por "hablar de la creatividad en la vejez, en un momento en el que por supuesto sigue habiendo ideas fascinantes" a pesar de que el imaginario común tiende a no reconocerlo así. Es, en este sentido, Buruak "una obra crepuscular", más allá de que, con ese sentido del humor socarrón que tiene el pintor, Almarcha asegure que "yo con 20 años ya era viejo. Aunque si lo pienso, vale, me hago viejo pero no soy un viejo".

Desde dentro "Va a ser un coñazo tenerles en el taller. Tú estás a lo tuyo, en un continuo ir y venir con la obra, y estos van a estar molestando", dice con una sonrisa el artista, para ponerse serio de asegurar que "me parecen algo muy interesante poder conjugar las dos artes", la cinematográfica y la pictórica. "Por eso, y por la amistad que hay, dije que sí desde el principio. No lo dudé".

De hecho, Almarcha destaca que el camino preparatorio hacia el rodaje está transcurriendo desde el encuentro y el diálogo, estableciendo una relación que se antoja de lo más fructífera para ambas partes. Eso sí, "vamos a estar de lo más apretados en el rodaje", vuelve a reír el pintor, en un proceso en el que López de Aberásturi se rodeará de un equipo vitoriano para hacer realidad una propuesta que cuenta, además, con una ayuda a la producción de cortometrajes del Ayuntamiento de la capital alavesa.

La idea es que Buruak se encuentre con el público a lo largo de este recién estrenado año, una puesta de largo en la quién sabe si estará presente también el cuadro cuya realización va a ejercer de eje de la producción. "No sé ni cómo va a quedar ni lo que voy a pintar, pero si aparece alguien que lo quiera comprar cuando esté terminado, yo encantado", apunta Almarcha, un pintor de sello inconfundible, una marca de la casa en la que siempre ha estado presente la representación de la figura humana, teniendo una especial relevancia el rostro... la cabeza. En esas coordenadas se mueve un proyecto que se rodará a lo largo del próximo mes, un encuentro entre los lenguajes de la pintura y el cine, que hablan sobre la creación, lo hacen desde sus respectivas perspectivas.