Vitoria - A lo largo de su trayectoria, Karra Elejalde ha conocido todos los escenarios posibles dentro de su profesión, aunque en los últimos años, por lo menos de cara al público más masivo y a los grandes medios, su presencia se ha hecho habitual. Sin duda, a esa proyección han ayudado los dos Goya como mejor actor de reparto que ya tiene por También la lluvia y, sobre todo, por Ocho apellidos vascos. El próximo sábado, el actor gasteiztarra -que en las pasadas navidades volvió a pasar unos días en la capital alavesa- puede sumar un nuevo reconocimiento, esta vez como mejor intérprete protagonista, tras dar vida a Miguel de Unamuno en Mientras dure la guerra, de Alejandro Amenábar. Se verá las caras, esta vez, con Antonio Banderas (Dolor y gloria), Antonio de la Torre (La trinchera infinita) y Luis Tosar (Quien a hierro mata).

Ya tiene experiencia en ganar, así que supongo que esta nueva nominación a los Goya se la estará tomando con sosiego.

-Ningún sosiego porque no estoy inquieto. Esto es un escaparate que es bueno para la industria del cine, pero que no es cuantificable, es algo más simbólico que otra cosa. Muchas veces, además, uno está nominado por un drama y otro por una comedia y es como preguntar: ¿qué te gusta más, el flan o la salchicha? ¡Pero es que me estás hablando de un postre y de un segundo plato! Espero que entiendas lo que quiero decir. Si recibes el premio sabes que es un honor y hace ilusión, pero no te va la vida en ello. Tengo 59 años y he pasado tiempos de telarañas en frigoríficos vacíos, como supongo que todo el mundo, así que para mí el premio es currar. Ahí está lo importante, en poder trabajar y en todos esos compañeros de profesión que no lo pueden hacer. El día de los Goya habrá 300 periodistas preguntando si estoy ilusionado cuando de lo que deberíamos estar hablando es de trabajo y de cosas con enjundia. Nos va más el morbo. Yo, de todas formas, intento no ser un gilipollas y hay un consejo que le doy a todo el mundo, sea joven o viejo: señor, cuando compre usted un número de lotería, no se haga ilusiones. Por eso siempre me pongo en la peor de las posibilidades, que no voy a ganar.

Antes de ver ‘Mientras dure la guerra’ seguro que había muchos que no se imaginaban a usted dando vida a Unamuno. De hecho, el propio Amenábar ha contado que cuando las directoras de casting propusieron su nombre, él mismo se extrañó.

-Cuando fui al casting pensé que tenía que ser un señor mayor, y que si no iba a donde profesionales a que me pusieran viejo para la prueba, en ella iba a estar forzando, poniendo voces y posturas raras. Así que me puse en manos de dos profesionales que me caracterizaron para la ocasión. Cuando me recibieron las directoras del casting, no me reconocieron. Pensaban que era un abuelo que se había confundido de piso. Eso es lo que hice, una prueba como cualquier otro actor. La pregunta del millón, que se la deberías hacer a las directoras de casting, es: ¿cómo convencisteis a Amenábar de que Karra podía hacer el papel?

Dice Ainhoa Santamaría que Amenábar da a los intérpretes dos indicaciones y coloca al actor o la actriz en el personaje.

-Alejandro te enmarca. Un personaje lo pueden definir veinticinco adjetivos y él te dice: vale, pero vamos a hacer hincapié en estos. Y selecciona los cinco o seis que le parecen importantes y con ellos construimos lo que hacemos. En el cine hay naturalidad y si estás muy encorsetado, no puedes ser muy grácil. Por eso, él te deja un tanto libre, te da pocas indicaciones y ahí te marca por dónde puedes itinerar. No te veta nada ni te obliga a nada. Eso sí, entre toma y toma te va haciendo alguna indicación. De hecho, con cualquier película, sería un buen ejercicio para todos, también para el público, ver un filme montado solo con las primeras tomas y la misma película montada solo con las últimas tomas. Alejandro es muy sabio y, además, es un encanto de hombre.

El resultado ha sido un ‘Mientras dure la guerra’ que ha vivido una circunstancia curiosa y es la crítica de bandos opuestos desde un punto de vista ideológico.

-Es que no se puede hacer cine a gusto de todos. Alejandro tenía que hacer la película a su gusto y así ha pasado. Además, ha sido exquisitamente pulcro a la hora de documentarse y asesorarse, obligándose a poner en la película aquello que es verdad que se dijo. Claro, a los que son radicales de un lado, el filme les sabrá a poco. A los que son radicales del otro, les parecerá demasiado. Yo soy muy panfletario y muy puñetero, sobre todo cuando hago humor. Pero él no ha querido hacer nada desde el odio o el revanchismo. Además, teniendo presente que no estamos viviendo situaciones idénticas pero sí que hay realidades hoy que son consecuencia de aquello. La historia siempre la cuentan los vencedores y es necesario, como ha dicho Alejandro, echar la vista atrás para ver quién, qué y cómo éramos, y a partir de ahí hacer una reflexión sobre cómo queremos terminar siendo. Es un toque de atención pero con exquisita elegancia y educación. De todas formas, esto lo contesta alguien que no es más que una herramienta en manos del director y encantado que estoy de asumir esa condición. Yo, desde esa postura y parafraseando a Alejandro, lo que sí quiero decir, porque lo he leído y me ha dolido, es que esta película no está hecha desde la equidistancia.

Lo cierto es que salvo en una categoría, en el resto de las relacionadas con la interpretación, hay un actor o actriz de la película nominado. Algo bueno querrá decir de esas herramientas, como las denomina.

-Eso habla muy bien del director. Puedes coger a un gran actor y llevarlo como el culo. Alejandro en esta película ha conseguido grandísimas interpretaciones. Mira por ejemplo los papeles que hacen la misma Ainhoa o Patri [Patricia López Arnaiz], por quedarnos en Álava, pero bueno podríamos hablar del resto del reparto. Nosotros somos actores y tenemos que ser capaces de hacer de todo. Hombre, no soy como los de Hollywood, que saben bailar, esgrima, acrobacias... y son la hostia. Decías antes que alguien podría pensar: no me imagino a Karra el de Ocho apellidos vascos haciendo de Unamuno. Pero es que es nuestro trabajo. Conozco a actores super tímidos interpretando a personajes muy extrovertidos.

Lo próximo en cine que se debería estrenar y en lo que está involucrado es ‘Bajocero’ de Lluís Quílez, aunque seguro que tiene más cosas entre manos.

-Sí, tengo más proyectos, en concreto tres, pero no me dejan decir nada (risas).

¿Y volver al teatro?

-Sabes lo que pasa, que tengo la espalda doblada. El teatro, para esas cosas, es muy duro. Ni se me pasa por la cabeza volver a hacer monólogos, que físicamente me exigen mucho. O hacer una obra de protagonista. Claro que me apetece hacer teatro. Muchísimo, pero soy consciente de que no puedo. Además, estoy en un momento en el que salen proyectos de otro tipo y me encuentro centrado en ellos. De todas formas, si me paso cinco o seis meses sin hacer cine, me pondré a escribir algo con alguien o a inventarme cualquier cosa. Incluso aunque me tenga que sacar de la manga un monólogo que transcurra en un bar y yo sentado todo el rato en un taburete con una botella de bourbon cerca aburriendo al público.