Vitoria - Súper 8, 16 mm, vídeo analógico? Seguro que más de una persona sigue guardando en casa no pocas películas rodadas en décadas pasadas, cintas en las que se recogieron momentos íntimos y familiares, vacaciones, encuentros... aunque también en las que se grabaron historias -de ficción o no- rodadas de manera no profesional. Es el cine doméstico y amateur, punto de atención de Clara Sánchez-Dehesa, especialista en conservación y restauración de material audiovisual por la L. Jeffrey Selznick School of Film Preservation (Nueva York) y en patrimonio audiovisual por el máster de la Universidad Complutense de Madrid. En Bolivia, Estados Unidos y México ha desarrollado su labor de conservadora y es, en la actualidad, coordinadora del departamento de Archivo de la Elías Querejeta Zine Eskola, un camino que compagina con la labor que desarrolla la asociación alavesa Fosforo, desde la que también impulsa el desarrollo de la Red de Cine Doméstico.

Alguien puede pensar: ¿y qué interés tiene la grabación de una comunión familiar de hace 40 años, por qué la quiere ver alguien fuera de mi entorno?

-Eso mismo se han preguntado muchas veces las filmotecas. La Filmoteca Vasca recoge este tipo de películas y te las digitaliza gratis, pero, claro, en su objetivo de conservar todo el patrimonio audiovisual vasco, tiene que priorizar. Por supuesto, este tipo de material normalmente suele quedarse al final de la lista de deberes. ¿Pero por qué es interesante, como dices, una comunión? Mira, el otro día estaba pasando una cinta en la que había vacaciones, navidades y, de pronto, unas manifestaciones por el 3 de Marzo. Eran 30 segundos. Después volvían a aparecen las navidades del año siguiente. En estas películas nunca sabes lo que vas a encontrar. Ahora filmamos cualquier cosa, pero antes estos rollos eran muy caros y se iban grabando cosas durante igual un año. Claro, aparece de todo. Pero hay otros planos en los que también resulta muy interesante. Por ejemplo, si hoy le preguntas a la gente que se dedica al diseño de moda que para qué puede servir tener grabadas bodas de los años 70 en diferentes pueblos, verás lo que te dicen. Estas películas se pueden ver desde muy diferentes puntos de vista: sociológico, histórico... Puedes ver iglesias donde se casó la gente que hoy ya no existen; paseos de una pareja por una plaza de la Virgen Blanca muy cambiada; tiendas que han desaparecido... Es el paso de la vida pero en movimiento. No tiene nada que ver encontrarte con tus abuelos posando en una fotografía fija con el hecho de mirarles en una pantalla mientras jugaban contigo cuando eras pequeño. Así que tiene un valor, por un lado, sentimental para los dueños de las cintas, pero también histórico y social para el resto.

¿Surgen muchas sorpresas?

-Estos formatos tienen la particularidad de que están obsoletos, así que la gente ya no los proyecta. Es decir, muchas veces no se sabe ni lo que se tiene. Yo, en casa de mis padres, he encontrado películas que ellos ni se acordaban que habían filmado. La función de Fosforo no solo es recopilar estos trabajos porque sean interesantes, sino también para darle la oportunidad a la gente de volver a ver lo que es suyo. Hay empresas que se dedican a digitalizar las cintas, algo que nosotros hacemos de una forma más casera y a unos ritmos más pausados, pero bueno. Si no quieres pagar a esas empresas, tienes la Filmoteca Vasca, aunque ellos se quedan con las películas porque tienen la función de almacenar el material físico en unas buenas condiciones. Nosotros no nos quedamos con las cintas. Las digitalizamos gratuitamente y te las devolvemos. Lo que sí te aconsejamos es que si no sabes qué hacer con ellas o las vas a tirar, las lleves a la Filmoteca.

¿Por qué nace Fosforo?

-La asociación la formé con otra amiga que ya no participa porque está muy liada. Queríamos seguir desarrollando nuestros intereses culturales y trabajar en partes que no estaban cubiertas. Claro, lo mío es la recuperación y conservación de material audiovisual. Hay una red internacional de cine doméstico que promueve que se hagan los días del cine doméstico y a partir de ahí, llamé a Eloy González y aunque no nos conocíamos, hoy somos uña y carne (risas). Con él, que tiene un material increíble sobre todo de cine amateur, montamos aquí la primera jornada. Aquella vez salió mucho cine amateur pero a la gente le costó traer cine doméstico.

¿Por pudor?

-Sí y mucho. Tengo compañeros, por ejemplo en Andalucía, que no se encuentran con eso, sino todo lo contrario, que la gente muestra lo suyo con alegría. Aquí lo que hacemos es visionar las cintas primero con los dueños y decidir qué quiere enseñar cada uno y qué no. Esos momentos son muy bonitos porque la gente te cuenta muchas historias y datos.

Lo cierto es que el interés por este tipo de cine ha crecido tanto que en España se acaba de crear una Red de Cine Doméstico.

-Es que además de interés por recuperar materiales, también ha habido en los últimos años un repunte del gusto por lo vintage y, con la crisis económica, una intención de reutilizar. Si te fijas, en los anuncios y en las películas cada vez hay más imágenes de archivo, reutilizadas. Claro, las imágenes domésticas son muy potentes y dan mucho juego en ese sentido. En su momento, nos juntamos una serie de personas para generar un archivo común con cine doméstico pero como vimos que éramos muy diferentes, se decidió que cada uno se gestionara como quisiera pero que íbamos a poner en común los materiales en una plataforma que es la Red de Cine Doméstico, donde todo está catalogado. El proyecto es muy joven pero está levantando mucho interés. De hecho, el próximo día 22 vamos a presentar la plataforma en la Filmoteca Española y allí proyectaremos, de hecho, alguna película de aquí.

¿Qué es lo más antiguo que desde Fosforo han visto o encontrado?

-En la asociación, tampoco nos hemos ido muy atrás, a los años 50 como mucho. En el proyecto que llevamos Eloy y yo, Rollos de Familia, estamos que no paramos entre unas cosas y otras. Pero queremos tirar más del hilo e ir más atrás. El Súper 8 apareció en el 65, pero el 8 mm estaba ya desde los años 30. También está el 9,5, que en el País Vasco no se usó tanto o por lo menos en Vitoria no hemos encontrado nada. Tal vez cerca de la frontera con Francia sí pueda haber. Y el 16 mm, que apareció en los años 20, igual hay, pero en familias que en aquel tiempo tuvieran dinero.

¿Y en pueblos?

-¿En casas familiares? Tiene que haber muchísimo. De hecho, hemos hecho alguna campaña en Agurain y allí encontramos cosas muy interesantes. Por ejemplo, trabajamos con dos colecciones y en ambas había imágenes de la primera vez que se pudo poner la ikurriña en el Ayuntamiento. Era el mismo evento desde dos perspectivas. En Zalduendo también hemos hecho algo, pero sobre todo en VHS. El vídeo es como el gran monstruo. Hay mucha producción y nadie quiere hacerse cargo de ella porque cada cinta son tres horas. Digitalizarlo es más sencillo pero verlo para determinar si es interesante o no y catalogarlo conlleva mucho trabajo. Pero queremos estar sobre ello. Por eso fuimos a Zalduondo y a Alegría-Dulantzi. Y tiene que haber por ahí un montón de material, lo que pasa es que hay que hacer una labor de recuperar que pasa por ir llamando a cada puerta, y eso tiene lo suyo.

El 26 vivirán en Montehermoso otro día de cine doméstico. En principio, puede ir cualquier persona y llevar sus películas.

-Eso es. Está abierto a todo el mundo. Revisamos antes cada película para ver que no están rotas. Montamos todo y se proyectan. A Montehermoso puedes ir como espectador, como propietario de películas o como lo que quieras.

¿Qué suele comentar o preguntar la gente cuando acude a un encuentro de este tipo?

-Depende. Cuando hicimos el visionado en Agurain había mucha gente que reconocía a sus padres o amigos de ellos o... y salieron muchas historias. Pero por lo general, en las citas que ya hemos hecho en Vitoria, hay un poco de vergüenza al principio. A mí me toca intervenir bastante (risas). Es muy curioso cuando salen en las películas partes de la ciudad que cuando se grabaron no estaban terminadas de construir. Ahí la gente sí interviene mucho. De hecho, suelen ser encuentros muy divertidos.

Ahora con los móviles se realizan un montón de vídeos que nadie sabe dónde van a terminar. ¿Los teléfonos están generando un nuevo archivo? ¿En el fondo es el mismo de antes pero en distinto formato?

-Sí. Pasa lo mismo con la fotografía. ¿Qué pasa con los vídeos ahora? Pues que pesan mucho. Y no sé qué hacen otras personas, pero yo cada mes borro un montón de cosas. El tiempo hace una criba bastante severa. ¿La nube es segura? Mientras dure Google... La nube es un ordenador que se tiene que mantener y mientras eso se haga, vale. Podemos hablar de las memorias externas, pero a mí misma se me han roto dos este año y he perdido todo. La política de las filmotecas es revisar de manera constante que los archivos no están corruptos o rotos, que se pueden seguir abriendo y duplicar para tener varias copias por si acaso. Nosotros es Fosforo, a los dueños de las películas les damos una copia, Eloy tiene una segunda y yo una tercera. Así funcionamos. Con los archivos digitales pasa lo mismo que con las películas caseras, tienes que cuidarlos.

Pero en los fondos no hemos cambiado tanto, antes y ahora seguimos grabando, no sé, las bodas...

-Exactamente lo mismo. Bueno, igual ahora haces más chorradas frente a la cámara. Con todo, yo he visto en Súper 8 imágenes de gente haciendo el tonto frente al espejo.

Les habrá tocado ver de todo, el 99% de las películas realizadas por gente con muy buena intención pero conocimientos cinematográficos escasos. ¿Hay que echarle a veces buena voluntad?

-Pues mira, tengo entre las manos una película que, de principio a fin, está fuera de foco. Es del pantano. Pero es que incluso hay gente que se acerca al cine doméstico porque le gustan los fallos. En vídeo, por ejemplo, es muy habitual encontrarse con dos horas de grabación solo del suelo porque a alguien se le olvidó apagar la cámara. Pero artísticamente, hay gente a la que le está empezando a atraer mucho ese tipo de situaciones. Y también te encuentras películas en las que se nota que detrás hay gente que tiene una mirada, que sabe lo que hace, que graba animaciones y obras de teatro con sus hijos o amigos. Bueno, y te encuentras muchas sorpresas. Es el caso de los funerales. Es muy raro encontrarte con ellos. Pero hay quien los graba. O quien sabiendo que tenía un bebé enfermo ha filmado el proceso e incluso la muerte. Son cosas delicadas pero muy curiosas.