Cuando llega el verano es muy habitual que quienes el resto del año académico realizan estudios relacionados con la cultura en paralelo a la formación reglada, aprovechen sus vacaciones para seguir profundizando en su educación artística. Talleres, cursos, clases magistrales... Todo ello permite entrar en contacto con profesionales de distintos países y profundizar en aspectos concretos. Son encuentros intensivos en los que se aprovecha cada segundo para acumular conocimientos que aplicar después. En la capital alavesa hay varios ejemplos de ello. Pasa así con el Festival Curso Internacional de Música de Vitoria, Udaband, la sala Baratza... El Conservatorio de Danza José Uruñuela no es una excepción. Cabe recordar las dos visitas que, por estas mismas fechas, realizó el bailarín, coreógrafo, director y maestro argentino Juan Giuliano tanto en 2015 como en 2016.

En la sede de este mismo centro, en la plaza de las Provincias Vascongadas, las clases del curso normal, de hecho, ya han terminado, pero eso no significa que el silencio y la quietud reine entre sus paredes. Al contrario. Desde ayer y hasta el viernes, el Uruñuela está acogiendo una serie de clases magistrales ofrecidas por los bailarines Margarita Rudina y Alexey Nasadovich, que durante esta semana están convirtiendo a Gasteiz en una sucursal del conocimiento y el saber hacer que desarrollan en San Petersburgo. Una treintena de estudiantes, tanto del propio conservatorio como llegados de otros espacios de formación, están tomando parte en una propuesta que da continuidad a la relación que se mantiene desde hace varios años con el proyecto Arte Sin Fronteras.

En horario de mañana, la concentración, dividida en diferentes clases y que está pensada tanto para bailarines de Enseñanzas Profesionales como de Elementales, se está centrando en profundizar en la técnica creada por la bailarina, profesora y directora de ballet Agrippina Vaganova, un método esencial para la danza clásica que hoy sigue más vigente que nunca y que, por ejemplo, en el conservatorio vitoriano imparte el profesor Sergio Viana.

Tres son los aspectos fundamentales que hacen de esta experiencia algo único, a juicio de la directora del conservatorio, Ainhoa Arenaza. Por un lado, el hecho de profundizar y poner en valor una forma de aprender y actuar esencial para la danza clásica. Por otro, “poder recibir clase de bailarines que están en activo, que puede parecer que no tiene importancia, pero es relevante, máxime teniendo en cuenta el nivel que tienen estos dos profesionales”, que son también maestros de la academia que lleva el nombre de Vaganova. A todo ello hay que sumar “lo enriquecedor que es compartir estos días entre alumnado que no suele coincidir. Eso no sólo ayuda a mejorar la convivencia, sino también a reactivarte y darte nuevos aires”.

Bajo estas premisas se está llevando a cabo una labor que también va a tener sus momentos de relajo. Pasará así este jueves, ya que tanto los bailarines llegados de tierras rusas como el alumnado participante y los responsables del José Uruñuela van a ser recibidos por la tarde por el Ayuntamiento de Gasteiz en un acto que presidirá el alcalde, Gorka Urtaran.

Un paso más Ésta es la tercera ocasión en la que Vitoria y San Petersburgo cruzan sus caminos gracias a la danza. A finales de noviembre de 2016, varias alumnas y un alumno del conservatorio acudieron a la ciudad rusa para tomar parte en el Festival Internacional Arte Sin Fronteras, donde se presentaron varias coreografías como una basada en la canción Hegoak de Mikel Laboa. Aquella visita, además, sirvió para que la comitiva conociese de primera mano el Mikhailovsky Theatre y la academia Vaganova.

Fue la primera parada de una colaboración que tuvo una segunda parte palpable en febrero de 2018, cuando parte del alumnado acudió a Andorra para actuar con el Ballet de San Petersburgo, donde se reúnen los intérpretes principales del Mariinsky. De hecho, las estudiantes pudieron asistir a un ensayo, con todo lo que ello supone. Ahora llegan estas clases magistrales, que se llevan a cabo gracias a la cooperación del conservatorio con Olga Romashchenko, la directora del Centro de Iniciativas Sociales y Culturales (San Petersburgo), en el marco del mencionado proyecto internacional Arte Sin Fronteras, que apuesta por el intercambio cultural como eje de su acción.

Ahora llega esta experiencia, una primera visita a la capital alavesa a la que desde el conservatorio dan una especial relevancia. “Las clases desarrollan creatividad, cultivan el gusto, desarrollan la coordinación de movimientos y el sentido del ritmo”, explican desde el centro, aunque es indudable que lo aprendido durante estas jornadas por el alumnado asistente va a permanecer en ellas y ellos durante muchos años, más allá incluso de su posible desarrollo profesional. Cuando pase esta semana ya habrá tiempo de hacer que las vacaciones cobren el sentido que tiene para la mayoría. Al fin y al cabo, el tiempo de ocio también es importante. Pero ocasiones como ésta se presentan pocas veces y es bueno saber aprovecharlas y disfrutarlas.