donostia - El exalcalde de Getaria Mariano Camio, principal acusado en el juicio por el presunto saqueo económico del proyecto del Museo Balenciaga, defendió su inocencia en la vista iniciada ayer en su contra y derivó responsabilidades al Patronato de la Fundación Balenciaga por su supuesta falta de control. Camio, que se enfrenta a una petición de condena de ocho años de cárcel, hizo toda una declaración de intenciones al confesar que llegaba al juzgado “muy tranquilo” y con “la conciencia muy limpia”.

Poco después, con el juicio a punto de comenzar, su defensa, que ya había conseguido retrasar la vista todo un año por problemas de salud de su cliente, intentaba sacar sin éxito un último conejo de la chistera pidiendo la suspensión de la vista por la incomparecencia del otro principal acusado, Julián Argilagos, en situación de búsqueda y captura desde hace meses. Este arquitecto cubano, para el que piden cuatro años de reclusión, constituye una pieza clave en el caso, ya que la Fiscalía sitúa el origen de este presunto fraude en un intento de Camio por favorecerle, debido a la “intensa relación sentimental que ambos mantenían”.

Tras ser denegado el aplazamiento de la vista, Camio se esmeró en desacreditar este argumento al definir su vínculo con Argilagos como una relación de “buena amistad” y “confianza” en la que contextualizó el hecho de que, tanto el arquitecto como su exmujer y su hijo, estuvieran empadronados en su domicilio de Getaria, e incluso que llegara a pagar sus pólizas de asistencia medica y a avalar varios de sus préstamos. Camio, quien reunió en su persona las “más amplias facultades de gestión” en el proyecto del museo -en su condición de vicepresidente de la Fundación y gerente de la Sociedad Berroeta Aldamar- negó haber favorecido a Argilagos “en ningún momento”. El testigo mantuvo que el arquitecto cubano “cobró por la realidad del trabajo que iba a desarrollar”, sin que se produjeran “ninguna duplicidad” de contratos “en ningún momento”, y explicó que no sacó a concurso el museo porque Argilagos era la persona que más exposiciones de Balenciaga había hecho “en el mundo” y ya estaba trabajando en el proyecto en 1995 “cuando nadie daba un duro” por él.

Respecto al contrato suscrito con el arquitecto para el diseño del museo, que incluía una cláusula que preveía un aumento progresivo de sus emolumentos en función de los incrementos que experimentara el presupuesto, eludió responsabilidad alguna y precisó además que no ocultó esta documentación a los órganos rectores del proyecto. Se preguntó además “dónde estaba el patronato” de la Fundación que no dijo “nada” cuando se anunció que el coste de 800 millones de pesetas previsto se iba a pasar a 15, aunque el montó total ascendió a 30. - Efe