Vitoria - Un espacio estable en el que quienes se expresan a través de la pintura puedan encontrar unas condiciones dignas para mostrar. Un lugar de referencia al que regresar con asiduidad para quienes demandan arte. “Un sitio de confianza para los artistas y el público”, señalan Beatriz Larrumbide y Jorge López. En pocas palabras, sobre estos objetivos nació el pasado otoño la galería Art Box, que con el arranque de 2019 afronta su primer año completo de funcionamiento desde la calle Vicente Goicoechea.
Centrando de manera específica la mirada en la pintura, el proyecto viene a sumar otro foco de atención para la capital alavesa, que aunque empezó la crisis económica perdiendo casi todas sus salas privadas de exposición -sin entrar en la situación de las públicas-, en los últimos tiempos parece querer rebelarse ante ese panorama. Art Box es un buen ejemplo de ello. “No nos hemos lanzado a ciegas”, sonríe Larrumbide. De hecho, la sala ha arrancado con unos fondos en los que se encuentran más de una veintena de autores (Carlos Marcote, José Miguel Arranz, Eduardo Alsasua, Ana Grasset, Juan Arroyo, Paola de Miguel...) a través de más de un centenar de obras, cuadros de distintos formatos, técnicas y temáticas que van conformando las diferentes exposiciones que se proponen, una programación que debe ser “diversa para un sitio dinámico”.
A este camino se une también el formativo, puesto que la galería acoge de manera diaria las clases de pintura que lleva a cabo López -“están todas las plazas llenas”, apunta-, los cursos magistrales que un sábado al mes ofrecen los pintores invitados para hablar de sus procesos y formas de trabajo, y otras actividades complementarias, como la venta de material. “Ésta es una idea que venía rumiando desde hace tiempo”, explica el también pintor, una apuesta compartida con Larrumbide que se ha podido materializar al encontrar el local adecuado.
“Ves a gente exponiendo de mala manera en cafeterías, restaurantes... o en espacios públicos en los que, sin saber la razón, está prohibido vender tu obra”, frente a lo que Art Box quiere aportar “un lugar apropiado y bien dotado, con un gran escaparate, un espacio sin cables por las paredes, bien iluminado, en el que el suelo no es un elemento de distorsión, en el que todo está pensado para que te centres en la pintura”, algo que “los artistas aprecian muchísimo”.
Claro que Art Box también tiene en su primera línea de atención a la ciudadanía. “Hay gente que pide ver pintura, no sólo fútbol”, personas con “muchas paredes vacías en casa” que encuentran aquí “un abanico muy amplio de propuestas que son muy interesantes. No se trata tanto de invertir en arte, sino de disfrutar de la sensibilidad de las distintas propuestas de los creadores. Y hay precios para todo tipo de bolsillos”. De hecho, en estos meses que la sala lleva abierta, está también coleccionado un buen número de habituales que comienzan a tener a la galería como un punto al que regresar de manera constante.
Eso sí, el siglo XXI manda y también hay que hacer una labor a través de las redes sociales y de Internet, más allá de que “lo virtual, aún siendo necesario, tiene que ser complementario. Lo que ofrecemos, ante todo, es un punto de encuentro físico”, algo que, aunque parezca mentira decirlo, se ha convertido casi en algo excepcional en esta sociedad de pantallas y comunicación digital. Con todo, Art Box está todavía al principio de lo que, es de esperar, sea un largo camino.