En estas fechas los adornos navideños inundan calles, hogares? hasta instituciones públicas. ¿Qué sería de la Navidad sin ellos? Habitualmente pensamos que el adorno no tiene una utilidad práctica sino estética. Pensamos que el adorno simplemente sirve para embellecer algo. Pero quizá el adorno no sea tan inocente y se utilize para transmitir ideas, aunque no seamos conscientes de ellas. Adorno proviene del verbo ordinare, que significa en latín “poner cada cosa en su lugar”. En el caso de los adornos navideños el fin de los mismos es ponerlos en los lugares adecuados para crear un ambiente. Pero la Navidad es una fiesta cristiana, luego éstos tienen la función de transmitir conceptos cristianos. ¿Nos hemos preguntado alguna vez por su significado? Lo explicamos brevemente.

Los ornamentos de Navidad se basan en dos colores fundamentales: el rojo y el verde. Por eso plantas como el muérdago y la flor de Pascua son tan populares. Rojo y verde son dos colores que se utilizaban profusamente en el arte medieval. Algunos afirman que porque eran los pigmentos más disponibles. Pero otros dicen que el rojo representaría la sangre de Jesucristo y el verde la vida eterna emulando a las hojas perennes de los árboles. Las bolas navideñas sustituyen a las manzanas que colgaban de los árboles sagrados de la antigüedad. Pero para los cristianos representan la manzana del pecado original. Las campanillas que vemos en estas fechas replicarían simbólicamente para anunciar el nacimiento de Jesucristo, aunque los paganos las utilizaban para ahuyentar los malos espíritus. La tradición de utilizar velas en Navidad parece provenir de cuando a la luz de una vela la Virgen María dio a luz en el pesebre al niño Jesús. En la antigüedad, aquellas se utilizaban para pedir deseos para el año entrante. Aunque hoy, las velas han sido sustituidas por las luces navideñas que imitan la temblorosa luz de aquellas. Las coronas, con su forma redonda, quieren representar la vida eterna. Ángeles y estrellas provienen también del nacimiento de Jesús. El belén parece ser que fue ideado por Francisco de Asís allá por el año 1223. La idea del santo cristiano era que la escena del nacimiento sirviera para que los feligreses que asistían a la Misa de Gallo meditaran sobre el sentido de la Navidad. Pero por aquel entonces se empleaban personas y animales para revivir la escena.

¿Y el árbol? Los antiguos germanos creían que el mundo y todos los astros estaban sostenidos pendiendo de las ramas de un árbol gigantesco llamado el divino Idrasil o el dios Odín. Cuentan que San Bonifacio, evangelizador de Alemania e Inglaterra, derribó el árbol que representaba al dios Odín, y en el mismo lugar plantó un pino adornándolo con velas y manzanas, tiñéndolo de simbolismo cristiano. Una costumbre que se extendió por la Europa medieval y que con las conquistas y migraciones, aterrizó en América.