Dos mujeres sencillas, poseedoras de un secreto, que se juramentan protección la una a la otra, como los melocotones vigilan la llegada de enfermedades a la viña. Esa es la esencia del primer libro de la zornotzarra Lola López de Lacalle, cuyas raíces paternas la llevaron a realizar la presentación del libro en Laguardia, por iniciativa de la Sociedad de Amigos de esta villa, en cuyo entorno podría haber ocurrido la historia que cuenta.

¿Melocotones de viña es una historia real o es fruto de su imaginación?

-No está basada en una historia real. Sin embargo, es una historia que ha podido suceder y creo que ha sucedido en muchos sitios. Pero lo que cuento es ficción, pura ficción. No es real. Pero sí pienso que es una historia que es muy fácil que haya sucedido en cualquier lugar.

¿Cómo surge?

-Tenía en la cabeza una historia sobre la solidaridad entre mujeres. Son ellas, las mujeres, quienes guardan su casa, su hacienda, sus hijos? y en ese contexto mi padre me habló de los melocotones de viña. Y entonces me pareció un símil perfecto, porque el melocotonero guarda la viña; sus frutos, los melocotones, son pequeños, perfectos. Y sin embargo son aromáticos y sabrosos como ninguno. Las mujeres son las guardianas de lo suyo y además estas dos sencillas mujeres de campo, que aparentemente no tienen nada especial, ni ningún interés especial cuando se las conoce, tienen una enjundia, un saber y un sabor difícil de guardar.

¿Cuál es la síntesis de la novela?

-Al final de la guerra civil, dos mujeres, Paulina y Pilar -la primera, con doce hijos y la segunda, viuda con dos niños- deben cuidar de los suyos y de su hacienda, que luchan por sobrevivir. Ambas comparten un secreto porque se ven metidas en una historia muy turbia. Recurren a la justicia humana y la divina y como no hay manera de que nadie lo resuelva porque se trata de abusos de poder y envidias, hacen un juramento: “nos vamos a convertir la una en la guardiana de la otra. Vamos a ser el melocotonero la una de la otra”. Al cabo de unos años, en el 2000, en una situación completamente diferente, porque la postguerra ha pasado, las viñas comienzan a valer algo, la gente tiene una situación económica más holgada, más fácil, una nieta de estas dos mujeres vuelve al pueblo y encuentra un hilo del que empieza a tirar y descubre el secreto que estas dos mujeres guardan.

Vive en Amorebieta, pero tiene raíces en Laguardia. ¿Se ve reflejada esa villa en la novela?

-La familia de mi padre es de Laguardia y a mi abuela la he oído contar historias desde pequeña. Efectivamente sitúo la historia en Laguardia porque para mí el paisaje de la Sierra Cantabria me parece maravilloso y las callejuelas y rincones de Laguardia son ideales para que la historia se desarrolle allí.

¿Cómo trabajó en la realización del libro?

-He tardado tres años en escribir el libro. He intentado no alejarme demasiado de la obra, escribir, aunque fuera poquito todos los días porque si no luego es muy difícil volver y aunque a veces sabes que lo que has escrito lo vas a tener que desechar, he estado casi diariamente, dedicándole mucho tiempo a través del taller de novela de Alea Bilbao, la Asociación Literaria Espíritu de la Alhóndiga, a la que pertenezco. Y ahora, aquí está el resultado, que se puede encontrar, en el caso de Vitoria, en la librería Arlekin, en cuyo stand de la Feria del Libro de Gasteiz estuve el jueves.

Ha sido su primer libro?

-Así es, aunque había participado ya en creaciones colectivas, pero novela como tal no había escrito.

Tras el camino que está teniendo, ¿hay nuevos proyectos?

-Si. Primero estamos con ésta, que hay que darle un poco de vida y de meneo, pero, sin duda, ya va a ser difícil que pueda vivir sin escribir.

-La presentación de la novela se realizó en Laguardia, ¿cómo la acogió su familia?

-Muy bien, la familia me dice que muy bien, pero además lo que estoy recogiendo de la gente que la ha leído son enhorabuenas, llamadas para decirme que les ha encantado; otros me preguntaban cómo sabía todo esto, porque nunca he vivido en Laguardia. Lo cierto es que estoy recibiendo muy, muy buena critica por parte de todo el mundo.